Si bien Colón llegó al encuentro de anoche frente a Atlético Tucumán con la buena perspectiva de sus siete victorias previas consecutivas, de la mano del invicto entrenador Eduardo Domínguez, su rival mostró esos atributos que lo mantienen expectante en el torneo local y la Copa Libertadores, para complicarlo y dejarle solamente el consuelo final de un empate en dos. Un Colón en ascenso ante un rival que tras rasparse bastante en la Copa Libertadores adquirió un oficio que le permite alcanzar el carácter de equipo confiable, y difícil de vencer en cualquier escenario: eso fue lo que pudo observarse en la cancha de un equipo rojinegro que esta semana celebró sus 112 años de existencia.

Ante ese panorama, las expectativas previas daban para imaginar un buen partido y realmente lo fue, sobre todo porque el local no hegemonizó las acciones y su búsqueda se vio limitada por el buen juego de su rival. Los siete partidos que traía invicto Colón se ponían cara a cara con la solidez del conjunto dirigido por Pablo Lavallén, no exenta de buen fútbol. El pragmatismo de Eduardo Domínguez hizo que el 4-4-2 con el que salió a proponer el dueño de casa tuviera chances de gol llegando por los costados, con la buena pegada de Facundo Pereyra por derecha y la profundidad de Iván Torres por izquierda.