Rosario, Región Argentina. Miércoles de agosto soleado. En la ciudad de la restringida opulencia y las crecientes miserias veo el noticiero del mediodía.

Novedades: desalojo de familias en zona sur, destrucción de las precarias viviendas asentadas sobre tierras fiscales. Los agentes estatales barrieron con las casillas, una mujer de condición subalterna, sus hijas y sus hijos a la intemperie a partir de esta mañana.

Extraña paradoja, la Región Argentina con una superficie de 3 millones de kilómetros cuadrados, y sin embargo la legítima ocupación de tierras es perseguida con saña y ferocidad.

El Estado y el capital siempre coaligados, de "la nada" apareció el propietario y logró la orden judicial de expulsión.

Ya lo exponía con meridiana claridad Ezequiel Martínez Estrada en su libro La cabeza de Goliat, Buenos Aires la ciudad puerto, la megalópolis que todo lo concentra y el resto del país segregado por el centralismo.

Arturo Jauretche en su "Manual de zonceras argentinas" señaló con ironía la afirmación sarmientina que el problema era la extensión territorial.

Entre tanto el telediario continúa. El inminente debut del ídolo de fútbol despierta inquietud. El pasaje de un actor de moda en el rodaje de una película moviliza a jóvenes fans.

Indolencia frente a las injusticias, pasión por lo banal y lo frívolo. Siniestra sociedad de alienación masiva y sistemática. Barbarie capitalista.

Muchas razones para continuar la lucha autónoma y solidaria.

Carlos A. Solero