"Cuando hay que ocuparse de cosas que vulneran los derechos de la infancia hay que estar ahí. Si uno mira la escena se ve una situación de abuso terrible", sentenció la ministra de las Mujeres de la provincia de Buenos Aires, Estela Díaz, este martes, en medio de la polémica que suscitó que fuera levantada Dragon Ball Super de Cartoon Network LA tras una denuncia de la cartera presentada a la Defensoría del Público de la Nación. 

La ministra expresó en diálogo con AM750: "Debemos estar alertas, atentos, promover que se produzcan cambios claramente. Esta era una serie nociva en el sentido de naturalizar el abuso infantil". También aclaró que el Ministerio no pidió que Cartoon Network levantara el programa. "Les pedimos que adviertan que esa escena que señalamos contenía un abuso sexual espantoso. Hay un interés de acusarnos de censura. Nada más lejos de esa posición. Es una decisión extrema que tomó la empresa que pone al aire Cartoon Network", dijo a Radio Con Vos, y añadió que la serie tuvo "problemas en muchos lugares del mundo". Por ejemplo, ocurrió hace unos meses en Valencia, España.

El Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual presentó una nota ante la Defensoría del Público de la Nación respecto a la emisión de un capítulo de la nueva temporada de los dibujos animados Dragon Ball Super. Según el comunicado del Ministerio, el episodio reproducía "el ejercicio de la violencia sexual por parte de un mayor hacia una menor en un contexto de aceptación social, en el que se naturalizaba la vulneración de una niña" y por ende exponía a los chicos a "violencia simbólica".

En concreto en la escena que desató el conflicto, el personaje del Maestro Roshi pide a uno de sus alumnos que le permita utilizar los "servicios" de una de sus mascotas mágicas, la cual puede transformarse físicamente. Le aclara que lo que quiere es “que se convierta en una hermosa jovencita” y dice: “mi punto débil son mis pensamientos pervertidos que deseo superar”. Mientras tanto, Woolong (un cerdo) hace un raconto de otras situaciones de abuso que sufrió por parte del hombre. "El episodio escenifica una multiplicidad de detalles morbosos: la adolescente encerrada con el adulto Maestro Roshi diciendo que no reiteradas veces y tratando de escapar; el Maestro, en su lugar de poder, diciendo que no puede detenerse, que es más fuerte que él; mientras que los demás personajes miran desde afuera no interviniendo en la situación", describe un comunicado de la cartera.

La Defensoría del Público recibió la denuncia del Ministerio y la Dirección de Análisis, Investigación y Monitoreo del organismo analizó el capítulo, llegando a la conclusión de que contiene una escena de abuso y sometimiento por parte de un varón adulto mayor hacia una adolescente. La Defensoría consideró que el capítulo vulnera los derechos de niños, niñas y adolescentes y entra en conflicto con la normativa sobre la erradicación de la violencia por razones de género. Cartoon Network y Warnermedia decidieron sacar la tira completa del aire, dice el comunicado, y que se editará la totalidad de la serie en base a estas consideraciones. También expresaron su voluntad de coordinar una instancia de capacitación para actualizar herramientas respecto de la difusión de contenidos para chicos y de sumarse a campañas y contenidos específicos. 

La polémica llegó a Twitter, donde abundaron críticas de tinte político en torno a la acción del Ministerio: varixs usuarixs responsabilizaron a la cartera de la cancelación de Dragon Ball Super y la contrastaron con el incesante drama de los femicidios. Algunxs definieron a la serie como parte de la cultura argentina. La periodista María Florencia Alcaraz escribió, en una postura que comparten varixs, y que tiene que ver con lo que sugiere el relato: "Los límites que el resto de los personajes le ponen al Maestro Roshi fueron parte de mi Educación Sexual Integral. Es el viejo pajero repudiado por sus acciones y la ficción así lo muestra. Es parte de la historia. No tenemos un Ministerio de Mujeres para censurar Dragon Ball".

En diálogo con Página/12, el licenciado en Comunicación Gerardo del Vigo, miembro de la Red Iberoamericana de Investigadores en Animé y Manga, sentencia: "Se entiende que se quiere evitar la difusión de posibles conductas o apologías del abuso sexual, pero se censura sin tener en cuenta el contexto del producto". Algunos Otakus -fans del manganime- entienden la cancelación de Dragon Ball; mientras que otros, "más radicalizados", se pronuncian en contra del "peronismo feminazi" porque "se metieron con Gokú". 

Del Vigo repasa: Dragon ball es una "franquicia" pensada desde sus orígenes (1986) para un segmento juvenil (de 10 a 15 años) que incorporó elementos de humor "que acá llamaríamos picaresco". La denuncia "vuelve a un debate" que tuvo lugar a mediados de la década del '90, cuando canales de cable como Magic Kids emitían animé, y los medios masivos se preguntaban si estos "dibujos animados" eran aptos para las infancias. Algunos contenían violencia y desnudos y por eso hubo censuras. "Estamos viendo un anime que viene cargado con discursividades de un pasado, pero consumido por una generación que puede ser educada de otra forma", continúa el especialista. Para él lo ocurrido debe ser analizado desde distintas perspectivas, como el "choque cultural" entre la perspectiva japonesa y la argentina así como también la problemática del "costo político" de la censura.

Para el periodista Julián Varsavsky, autor del libro Japón desde una cápsula, el debate sobre la sexualización de personajes aniñados en el anime es "complejísimo": “Es uno de los aspectos más espinosos desde la perspectiva occidental. Allá existe la categoría estética kawaii que considera bella a una simbología infantil cuyo atractivo es la frescura juvenil, la timidez y cierta indefensión de les niñes despertando ternura. Su epítome es Hello Kitty y nadie vería en eso un simbolismo pedófilo. Decir que los japoneses adultos que consumen eso son aniñados sería etnocéntrico. Pero lo kawaii a veces se sexualiza llevando las cosas a un terreno gris (los productores alegan que en tanto fantasía dibujada no hay delito). Hay cantidad de anime porno pedófilo y al menos desde mi perspectiva, resulta chocante y me cuesta entenderlo aun desde el relativismo cultural y el contexto local. Allí existen grupos feministas que critican eso”. 

Varsavsky aclara que nunca miró Dragon Ball y opina que antes que poner la lupa en una escena conviene mirar el contexto que es el que otorga sentido: “Según leí, el abusador es repudiado por otros personajes; si esto es así, hipotetizo que no habría problema en que se muestre algo que sucede también en la realidad: la visibilización del tema le puede servir a una víctima para entender qué está sucediendo y reaccionar”. 

Al mismo tiempo, opina que es "razonable y válido" que si en nuestra cultura una escena se puede ver como pedófila haya una reacción (es claro que en general Dragon Ball no es interpretado así en Japón): “En nuestro mundo no está naturalizada cierta sexualización de la niñez como parece suceder en algunos casos en Japón: recomiendo el documental Tokyo Idols. No me atrevería a acusar de etnocéntrico a un occidental que cuestione esas imágenes: si desde la perspectiva nuestra alguien interpreta un anime de esa forma, es lícito que se queje y el tema se debata sin dejarlo pasar como algo natural… en Japón la posesión de videos porno filmados con niños reales se prohibió recién en 2014 después de que desde Occidente se hiciesen reclamos; históricamente ha existido allí cierta sexualización simbólica de lo infantil que no era generalizada, pero tolerada. A veces cuando desde otra cultura te colocan un espejo delante ves singularidades que tenías naturalizadas y eso genera cambios. Pero no sé si este es el caso de Dragon Ball”.