El presidente estadounidense Donald Trump aprobó el suministro de armas pesadas a las milicias kurdas que combaten al grupo jihadista Estado Islámico (EI) en Siria, una decisión que irritará sin duda a su aliado turco. Además, la administración republicana podría enviar entre 1000 y 3000 soldados adicionales a Afganistán como parte de un importante cambio de la política de Barack Obama.

Trump “autorizó al Departamento de Defensa que equipe a miembros kurdos de la Fuerzas democráticas sirias para garantizar una clara victoria sobre el EI en Raqa”, considerada la capital del EI en Siria, explicó una portavoz del Pentágono, Dana White, en un comunicado. Una fuente oficial bajo anonimato informó que los fondos ya fueron aprobados, pero la fecha para la entrega aún debe ser definida.

La entrega de armas a los kurdos fue objeto de arduas discusiones en el seno del gobierno estadounidense, por las consecuencias que ello puede provocar en las relaciones con Turquía. Tropas turcas se enfrentaron abiertamente a milicias kurdas en las últimas semanas en el extremo norte de Siria, donde ambas fuerzas supuestamente deben hacer un frente común para apoyar la reconquista de la considerada “capital” del EI. 

Las Unidades de Protección Popular tienen vínculos con el grupo Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que Turquía considera terrorista, y al que combate encarnizadamente. El 27 de abril, aviones turcos atacaron a dichas fuerzas en Siria y también en Irak.

Poco antes del anuncio, el secretario de Defensa, Jim Mattis, había informado en Copenhague, lugar de un encuentro de la coalición anti-EI, que Turquía participará en las operaciones militares para reconquistar Raqa.

“Nuestra intención es colaborar con los turcos, los unos junto a los otros, para tomar Raqa”, declaró Mattis. Estados Unidos no planea sin embargo que Turquía participe en la ofensiva terrestre contra la ciudad en manos de los jihadistas desde hace más de dos años, agregó el funcionario. 

Las discusiones entre todos los países representados giraron en torno a las necesidades y los próximos pasos en las operaciones contra el grupo jihadista. “Hemos examinado la situación del enemigo y discutido sobre cómo continuar para asegurarnos que todos seguimos las mismas tendencias. Vamos a acelerar este combate”, comentó el jefe del Pentágono. La coalición necesita más medios de desminado para las zonas en donde se expulsó al EI, había indicado antes de la reunión un responsable estadounidense que pidió el anonimato.

Al parecer, la administración de Trump y los oficiales militares recomendaron la expansión de la fuerza militar de Estados Unidos en Afganistán para ayudar a las fuerzas de seguridad afganas a combatir a un talibán resurgido. La Casa Blanca debería aprobar la propuesta probablemente antes de la próxima reunión de la OTAN el 25 de mayo en Bruselas. Actualmente hay 13.000 soldados de la OTAN en ese país, de los cuales 8400 proceden de los Estados Unidos. Más de 2000 de ellos están involucrados en misiones contra los grupos terroristas EI y Al Qaida, pero la mayoría son parte de una misión que entrena, asesora y ayuda a las fuerzas de seguridad afganas en su lucha contra la insurgencia talibán.