El teatro que te revoluciona y te deja varios días pensando es el que más me gusta hacer”, dice Gastón Cocchiarale, y eso que afirma es lo que define a la propuesta que actualmente dirige sobre tablas: Esto es tan sólo la mitad de todo aquello que me contaste, pieza escrita por Pablo Bellocchio en la cual lo que aparenta ser un clásico drama familiar deriva en una postal de los tiempos más oscuros de la historia argentina.

Con un numeroso elenco compuesto por Sebastián Bauza, Sebastián Sinnott, Malena López, Bianca Vicari, Tamara Liberati, Antonela Scattolini Rossi, Matías Leites y Tomás Pinto Kramer, la puesta cruza a dos grupos de hermanos que se reúnen para despedir a su padre. En el velorio se encuentran por primera vez los cuatro hijos con los que el fallecido Piero Lascia vivió en Buenos Aires, y los otros dos que abandonó en San Juan, que asisten acompañados por un hermanastro y la novia de uno de ellos. Las tensiones de ambas familias escalan y toman un giro político inesperado que evoca los crímenes de la última dictadura militar.

La complicidad civil con el gobierno de facto y el derecho a la identidad son algunas de las temáticas más sensibles que sobrevuelan la puesta dirigida por Cocchiarale, quien cuatro años atrás formó parte de esta historia como actor, en una versión dirigida por el mismo Bellocchio. “La obra es un gran manifiesto sobre la identidad. Y en esta versión nos interesó construir a unos personajes que están impregnados por el pensamiento que les dejó ese padre que colaboró con esas políticas monstruosas”, sostiene el director, quien además encuentra en el material un vínculo con otro proyecto escénico que integra: Jauría. “En Esto es tan sólo… se revela el machismo de un hombre que abusaba de sus privilegios sosteniendo dos familias paralelas, y en ese sentido hay algo de lo que se cuenta en Jauría, porque ahí también se pone en discusión el concepto de la masculinidad que aprendimos”.

La obra escrita por el dramaturgo catalán Jordi Casanovas y dirigida por Nelson Valente reconstruye el caso de violación conocido como “La Manada”, que tuvo lugar en España, en 2016. Allí, Cocchiarale interpreta junto con Lucas Crespi, Martín Slipak, Julián Ponce Campos y Gustavo Pardi a uno de los cinco jóvenes condenados por violar a una joven (en la ficción Vanesa González). “En Jauría hablamos de la otra pandemia que vivimos, que es la de la violencia hacia la mujer”, define el intérprete sobre la pieza que actualmente hace gira por distintos puntos del conurbano.

Para Cocchiarale, el teatro, más allá de su función recreativa, es una herramienta imprescindible para repensarse. “Los espectadores buscan que las historias dialoguen con ellos. Cuanto más cercana es la historia, más éxito puede tener”.

-¿El teatro que aborda temáticas sociales te atrae especialmente?
-Sí. A mí como actor me gusta tomar partido, y en ese sentido me gusta mucho el teatro que no da respuestas sino que formula preguntas y hace que te vayas con inquietudes y con cosas para revisar. Está bueno que el teatro cumpla el rol social de funcionar como un espejo en el que el espectador se sienta identificado y vea qué le pasa, y creo que las obras que estoy haciendo realizan ese aporte.

-En Esto es tan sólo…se aborda lo que ocurrió en la última dictadura militar. ¿Cómo evaluás ese trabajo?
-Este proyecto hizo que me metiera a fondo con todo lo que la dictadura generó en ciertas familias. En el caso de la obra, la dictadura dejó una herida en estos hermanos y todos, de alguna manera, quedaron congelados en determinados conflictos. Las personas nos construimos en base a los mandatos que van dejando nuestros padres, y queda en cada uno ver si rompe o continúa con eso. Y en esta historia se muestra cómo esos hijos terminaron contaminados por ese padre. Creo que es importante poder hablar de la dictadura y que se vea que los jóvenes no nos olvidamos de las cicatrices que eso dejó en nuestro país. Todo el tiempo hay que estar revisando esas situaciones, porque pueden volver a ocurrir. Sin ir más lejos, hoy vemos cómo avanza en el mundo la extrema derecha.

-La obra contiene a muchos personajes. ¿Eso le añadió dificultad a la tarea de dirección?
-Lo más importante es coordinar el mundo que pide la obra y el texto. Al ser actor y entender cuáles son los problemas que aparecen cuando se actúa, y cuáles son los miedos, siempre dirijo cuidando que el elenco se sienta cómodo. La dinámica fue diferente a la que se puede tener con otro tipo de obras, porque en esta puesta hay como dos obras distintas, entonces ensayamos cada una por separado. Primero ensayaba el primer elenco y luego el segundo. Fue muy interesante ese proceso de trabajo. Cuando son elencos tan numerosos, es importante generar equipo, sobre todo en teatro independiente donde se requiere que todos estemos en la misma sintonía y buscando los mismos objetivos.

-Te comprometés con otro tema sensible como el de la violencia de género en Jauría. ¿Cuáles son las repercusiones?
-Las mejores. Estamos muy impactados con lo que se genera en el público. El movimiento feminista puso en jaque a la educación machista y patriarcal, y la obra nos enfrenta justamente a eso y nos obliga a revisar nuestras conductas. Nelson Valente tomó la decisión acertada de que interpretáramos a nuestros personajes desde un lugar cercano, y no desde el rol de villanos. Porque esos violadores son cinco pibes que pueden ser tus amigos o tus hermanos, o uno mismo.

-¿Cómo es la experiencia de hacer teatro en este contexto?
-Es muy emocionante. Actuar y dirigir con este virus dando vueltas es una epopeya y una patriada cultural. Eso habla del espíritu teatral que tenemos en este país. La cultura recibió, sin dudas, el golpe más grande de su historia. A medida que se fueron habilitando las actividades, siempre fui apostando a hacer algo, por eso hice streaming y hasta actué en una terraza al aire libre con un monólogo de Chéjov. La temporada de verano fue muy difícil, y todos los productores fueron a pérdida. Pero ahora en esta nueva etapa todo mejoró gracias a la campaña de vacunación, porque veo al público que viene a las salas y no es el mismo que el que venía en enero. A la mayoría de las obras les está yendo muy bien, y eso me llena de alegría.

* Esto es tan sólo la mitad de todo aquello que me contaste puede verse en El Método Kairós (El Salvador 4530) los domingos a las 20.30. Jauría, en el Teatro Picadero (Pasaje Enrique Santos Discépolo 1857), los domingos a las 18.