¿Qué le hace la impunidad a la dignidad del sujeto? ¿Qué le hace a la responsabilización subjetiva que orienta nuestro trabajo en educación?

Ponemos sobre nuestras mesas de trabajo estas preguntas, para pensarlas, para conversarlas, al tiempo que nos pronunciamos contra la impunidad y sus tremendos riesgos para el cuerpo social, para los cuerpos de cada quien. Porque entre la macro‑política y la micro‑política que se dirime en cada espacio, en cada aula, en cada decisión particular, se tejen hilos muchas veces invisibles. Nos interpela poder iluminarlos.

Evocamos en estos días aquellas preguntas que Einstein le formulara a Freud en 1932, cuando pensaba en la necesidad de convocar a un organismo internacional, que pudiera acotar lo que devino en genocidio. Una posibilidad necesaria, pero insuficiente, le respondía Freud. Porque está la pulsión mortífera, a la cual la cultura puede ponerle un freno. En los orígenes del derecho está la pulsión mortífera, para acotarla y regularla. Hoy resuena aquella apelación del físico al psicoanalista, en el nombre de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la cultura se llama en este caso, el respeto a la cosa juzgada, porque sabemos que alentar la impunidad tendrá consecuencias en los lazos que nos toca producir en cada escena.

Hoy asistimos a la pretensión de atenuar lo que fue la puesta en acto de la pulsión de muerte, activando con un llamado al olvido su dimensión traumática. Lo no dicho, la muerte atroz no inscripta, pero no como acontecimiento, sino como plan sistemático, abre paso a la perversión al servicio de la pulsión de muerte. A partir de los juicios, la muerte se fue transformando en memoria, verdad y justicia, y ese nudo es el que ahora quiere disolverse, porque quienes pretenden llevarlo a cabo, también saben muy bien sobre los efectos de la ecuación indigna.

Y más aún, cuando la impunidad se instala en los crímenes aberrantes definidos como Crímenes de "lesa" humanidad, el riesgo se torna exponencial, ya que se expanden en tanto son Crímenes en "contra" de la humanidad.

Ayer nos abrazmos en cada plaza, para que la impunidad no se expanda como plaga imparable.

* Flacso de Argentina.