La magia de la Copa Davis sigue intacta. Ni la arremetida de Gerard Piqué, el defensor de Barcelona que destrozó el formato tradicional en 2018, logró hundir la cualidad principal que distinguió a la ensaladera durante más de 120 años: cualquiera puede ganarle a cualquiera. La Davis, desde siempre, se ríe de la lógica y es el único torneo del mundo que puede nivelar hacia arriba y, también, hacia abajo.

Argentina inició la serie de reclasificación para el Grupo Mundial I, un duelo mano a mano como en la vieja Copa para intentar volver a los Qualifiers rumbo a las Finales de la próxima temporada, con la certeza de que ganaría sin mayores contratiempos. Belarús, el rival, vino sin sus mejores piezas: Ilya Ivashka (53º), Egor Gerasimov (90º) y Andrei Vasilevski (82° en dobles).

Pero la Davis, el torneo de las sorpresas, volvió a mover los cimientos. Lejos del 2-0 imaginado por propios y extraños, la Argentina arrancó en desventaja tras un partido que habrá marcado la historia: Diego Schwartzman, número 15 del mundo y líder del equipo dirigido por Gastón Gaudio, perdió 6-4 y 6-3 ante Daniil Ostapenkov, de 18 años y número 63° del ranking ITF junior.

Se trata de la derrota más dura de un tenista argentino en la Copa, incluso peor que las que sufrieron Guillermo Pérez Roldán y Alberto Mancini en Budapest 1993, cuando Hungría puso polvo de ladrillo sobre la hora y primaron las controversias entre el capitán Francisco Mastelli y el director deportivo Guillermo Vilas. Más tarde Guido Pella (82°) salvó la jornada y niveló la serie tras vencer 6-1 y 6-2 a Erik Arutiunian, otro juvenil, 16 años y 42° junior.

Sólo en la Davis un jugador sin ranking profesional puede derrumbar a un 15° del mundo que fuera semifinalista de Grand Slam. Las tres mil personas presentes en el Court Central Guillermo Vilas del Buenos Aires Lawn Tennis Club, parte del 70 por ciento de aforo habilitado, quedaron incrédulas ante el nivel que desplegó Ostapenkov. Incluidos, claro, los jugadores argentinos, el cuerpo técnico y el propio Schwartzman, quien jamás pudo desenredar el partido que planteó su desconocido rival.

“Es difícil analizarlo porque realmente no lo conozco. No sé si tuvo un gran partido; quizá este es su nivel. De mi lado de la cancha hice todo mal. No le pude encontrar la vuelta y cada vez jugué peor. Sin tenis, por más que haya actitud, es muy difícil ganar”, contó un apesadumbrado Schwartzman sobre su rival, que antes había actuado sólo en un partido profesional en su carrera -también por la Copa Davis, en la derrota 6-0 y 6-2 ante el alemán Dominik Koepfer en Düsseldorf, en marzo de 2020, aunque se trató de un punto con la serie definida-.

“La verdad es que los vi poco; estuve todos los días en la cancha con los chicos y no tengo muchas referencias”, había dicho el capitán Gaudio sobre los juveniles de Belarús. Nadie los conocía. Ni siquiera el subcapitán Gustavo Marcaccio, meticuloso estratega y armador del equipo argentino, quien se ocupó de buscar videos de los rivales pero no pudo hallar material pertinente. En pocas palabras: los argentinos descubrieron cómo juegan los bielorrusos recién en las prácticas en el BALTC.

No conocer al rival resultó determinante en el desarrollo del primer punto para Schwartzman: “No hay ningún tipo de información para saber cómo juega. No se puede ver nada. Fui ayer un rato a verlo entrenarse, pero nada más. Hizo sus méritos para ganar y yo jugué muy mal. Por más que hiciera méritos si yo hubiera jugado en mi nivel habría sido un partido positivo. No tengo nada para rescatar”.

El mes pasado Ostapenkov perdió ante el serbio Nikola Jovanovic, 804° junior, en un J5 de Novi Sad. Semanas después pisó el acelerador y pasó por arriba a Schwartzman, más allá de la irregularidad por buscar las líneas a todas las pelotas: quebró el servicio del número uno argentino en seis de las ocho chances que tuvo y registró nada menos que 30 tiros ganadores, además de 42 errores no forzados. El diferencial del Peque explica la pasividad de su juego en la derrota: apenas tres winners y 21 equivocaciones.

"Hoy no hay que subestimar a nadie; el tenis esta en el mejor momento de su historia. Cualquiera juega bien, por más que estén 200 o 400 pueden tener un gran partido. Había que luchar y ellos no tenían presión. La clave es no subestimar al rival", explicó Pella después de poner el 1-1 transitorio en la última serie de Gaudio como capitán argentino.

"Los chicos tienen la experiencia suficiente para darse cuenta que los partidos son todos distintos. Todos juegan al tenis, todos quieren ganar y representan al país. Hay que estar activos y tener la humildad para jugar cada punto", completó Gaudio de cara su último día sentado en la silla del conductor.

Este domingo, desde las 11, Horacio Zeballos (7° en dobles) y Máximo González (25°) se medirán con Martin Borisiouk (949°) y Alexander Zgirovsky (1222°), los dos mejores jugadores visitantes; a continuación Schwartzman se enfrentará con Arutiunian y, de ser necesario, Pella chocará con Ostapenkov.

La reaparición al mítico BALTC después de 16 años inició con un inesperado traspié. Del resultado ante Belarús dependerá regresar al lugar de prestigio que otorga el Grupo Mundial, acorde a la historia de la Argentina en la Copa. Los jugadores están a tiempo de evitar lo que sería, en la despedida de Gaudio, un papelón sin precedentes.

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