La economía argentina crecería este año 6,7 por ciento y 2,9 por ciento en 2022, calculó la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad). Ambos datos se encuentran por debajo de las proyecciones del gobierno nacional, que espera que este año la recuperación cierre en el 8 por ciento y el año que viene la economía nacional registre un nuevo avance del 4 por ciento.

"El país se encuentra con restricciones financieras como consecuencia, en su mayor parte, de su endeudamiento previo a la pandemia", indica el informe. “El Gobierno tuvo una flexibilidad limitada para atenuar el shock producido por la pandemia. En 2021, el incremento en los precios de las commodities mejoró las finanzas del país y se espera que ayude a la economía a crecer un 6,7 por ciento”, agrega.

"Asumiendo que el Gobierno pueda acordar sus obligaciones financieras y el Banco Central evite una espiral de aumentos de salarios-precios, se estima que la economía crezca un 2,9 por ciento en 2022, un buen indicador considerando el desempeño previo a la pandemia”, estima la Unctad para el año que viene.

La economía global

La economía global atravesará en 2021 su recuperación más rápida en casi cinco décadas. Se espera que el rebote sea de un 5,3 por ciento, "gracias a políticas radicales de intervención y campañas exitosas de vacunación en las naciones desarrolladas", dice el reporte. Para el 2022, se prevé una expansión del 3,6 por ciento.

La Unctad hace hincapié en que "la recuperación es desigual entre regiones, sectores e ingresos, y que la desaceleración en el crecimiento luego del rebote podría ser aun mayor si retornan las políticas de desregulación y austeridad".

"Dentro de las economías avanzadas, se ha observado un notable incremento de la riqueza de los estratos rentistas de la población, mientras los trabajadores de bajos ingresos enfrentan dificultades económicas cada vez más agudas", detalla el documento.

La desigualdad se amplificó no solo al interior de las economías sino también entre países. En el caso de los países en desarrollo, diversos reglamentos y prácticas internacionales operan como restricciones para ampliar las respuestas expansivas, en un momento donde muchas de estas economías fueron golpeados de forma más severa que en la crisis financiera del 2008.

"Las restricciones sobre el espacio fiscal, la falta de autonomía monetaria y de acceso a vacunas limitan las posibilidades de las economías en desarrollo y, a su vez, amplían la brecha con las economías avanzadas. El resultado es la creciente amenaza de otra década perdida", advierte.

“Esta ampliación en la desigualdad, tanto domestica como internacional, son un recuerdo que, si no se modifican las condiciones subyacentes, los lujos del crecimiento serán disfrutados por cada vez menos personas. Sin políticas más audaces que reflejen un multilateralismo revitalizado, no se logrará la equidad, ni tampoco se hará frente a los retos de nuestros tiempos durante la recuperación postpandémica”, manifestó Rebeca Grynspan, secretaria general del Unctad.