“Mido 1.40, eso ya me salva un poco de toda la rosca”, dirá en un momento de la entrevista Tomás Fonzi haciendo gala de ese humor auto-depredatorio, de ese humor cómplice que es parte de su marca registrada desde que saltó a la vida pública, allá lejos y hace tiempo en el verano de 1998.

Cinco años después de haber desembarcado en Costa Esperanza, después de haber hecho su primera película de la mano de Alejandro Agresti, compartiendo cartel con Cecilia Roth, y después de haber debutado en teatro nada más y nada menos que Alfredo Alcón, Tomás seguía recorriendo su camino profesional. En 2003, integraba el elenco de la tira Costumbres Argentinas cuando le dijo a la revista Gente: “Creo que poseo una gran virtud: tengo facilidad para hablar mucho sin decir absolutamente nada. Cuando quiero, no sabés cómo lleno el silencio con frases sin sentido”. El misterio a la hora de hacer declaraciones es otra de sus marcas registradas, una parte central de su presencia en los medios. Descomprimir con un chiste, responder con una evasiva, hacerle una pregunta filosófica al entrevistador son algunos de sus trucos mejor ejecutados.

Cae la tarde de un viernes de septiembre de 2021 en un barcito de Belgrano. Con gafas de sol y café de por medio, Tomás Fonzi se sienta a charlar sobre su pasado y su presente laboral, al tiempo que se permite algunas disquisiciones sobre la vida en pareja, el peso de los mandatos y los personajes gay que ha interpretado en estos años. Ya van tres: primero fue el protagonista del musical Y un día Nico se fue, luego el de la serie Inconvivencias, de Telefe y Flow, donde tuvo una escena hot con Gastón Soffriti y ahora es Larry, el invitado a la fiesta de cumpleaños de Harold en La Fiesta de los Chicos que quiere escaparle al precepto de la monogamia.

Tomás odia hablar de carrera, porque es una palabra que le remite a prisa y a competencia, y prefiere hablar de trayectoria, y dice que se siente más un trabajador de la actuación que un actor. En su camino, entonces, se encontró en los últimos años con trabajos que complementan el de la actuación: condujo una temporada del programa Experimentores, en Pakapaka, y desde hace unos años integra la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Gestión de Actores e Interprétes, conocida por todes como SAGAI. Cultor de una fecunda vida doméstica, se da maña con la plomería, la electricidad y la cocina. Dice que sus especialidades son las carnes asadas y los platos de Medio Oriente que mezclan aromas y especias…¿se viene una nueva sorpresa para Masterchef?

NOCHES DE VERANO

La vida de Tomás era como la de muchos otros chicos del conurbano que iban del colegio al potrero y del potrero al colegio cuando en aquel verano inolvidable dio un giro de ciento ochenta grados. La historia es así: en 1997, a los 15 años, había ido a acompañar a su hermana Dolores a un casting, el de la película de Dibu, en el que no lo eligieron por su altura. El personaje al que apuntaba era al de novio de Marcela Kloosterboer y le dijeron que no le daba con el physique du rol. Unos meses después, cuando Telefe estaba armando todo para Verano del 98, una tira que empezó siendo juvenil y terminó siendo casi psicodélica, alguien encontró su carpetita. “Quedé en la base de datos de Telefe... como si hubiera una base de datos en ese momento (risas). Era un VHS. Ahí me convocaron para el casting de Verano en el que la pasé mal, salí transpirando. Y cuando Cris Morena se enteró de que Dolores era mi hermana, porque ella también había hecho el casting, su respuesta fue: los quiero a los dos hermanos o ninguno”, rememora ahora. Así, a partir de esa oferta de Cris, Tomás pasó de ser un chico que estaba por empezar el cuarto año del secundario en una escuela de Adrogué a ser ese mismo chico pero que ahora tenía que viajar hasta el extremo norte del conurbano, hasta los estudios del canal en Martínez y hasta la recreación de la ciudad costera en Tigre, para grabar todos los días. La única condición de la familia fue que no dejara el colegio. De los primeros viajes en colectivo y tren con la mochila del colegio pasó a los remises y después al auto propio. Y acá estamos.

A Verano le siguió su recordado papel en Una Noche con Sabrina Love, donde se puede decir que nació su perfil de sex symbol, sus participaciones en Nueve Reinas y Kamchatka, sus trabajos en tiras como Costumbres Argentinas, Los Roldán y Esperanza Mía, o sus papeles en comedias de verano de Pedro Alfonso en Villa Carlos Paz. Lo que se dice un actor versátil.

El segundo año de la pandemia encontró a Fonzi en el elenco de La Fiesta de los Chicos, la obra en la que interpreta a Larry, el novio del personaje de Nico Riera que no está del todo convencido de que la monogamia sea la mejor forma de vincularse en una pareja.

-No sé si es que mi personaje propone una pareja abierta pero sí se conflictúa con la monogamia y la exclusividad, cuando eso representa reprimir los deseos o los impulsos. O reprimir el hecho de ser deseado por alguien más que no sea su pareja estable, digamos. Entonces tiene ahí un intercambio que me parece que está buenísimo…

Es interesante que esto sucede en una obra que fue escrita a finales de los 60, antes de Stonewall, y que resuena con debates más actuales.

-Sí, tiene que ver con algo más actual, y te hablo desde el lugar de alguien que está en pareja hace quince años y con dos hijos, en una estructura bastante convencional. Pero sí, creo que es un tema que se viene y lo veo sobre todo en las generaciones más jóvenes, que creo que están más ligeras con respecto a eso aunque no lo puedo asegurar. Básicamente tiene que ver con sacudirse las viejas estructuras, sea lo que sea: la monogamia, la poligamia, el poliamor, la homosexualidad, la pansexualidad. Me parece que es un buen ejercicio replantearse los viejos esquemas que heredamos y a veces es difícil identificarlos en uno mismo. Muchas veces uno siente que tiene ciertos deseos propios y después se da cuenta que en realidad eran mandatos impuestos por otros.

¿Cómo es en tu caso, por ejemplo en relación a la monogamia?

-Puedo identificar que eso que yo creía que era un objetivo era también un mandato pero también puedo identificar que no podría habitar otra estructura o rediseñarla en mi pareja actual. Y además excede al acostarse con otras personas. Hay algo de “la pareja hasta la muerte” que también naturaliza otras cosas que están mal, que tienen que ver con naturalizar el maltrato, con no abonar la pareja como cimiento de todo lo que pueda surgir a partir de una ahí, léase familia, hijos. Es una estructura enorme que está sostenida culturalmente porque no se cuestiona. Y a mí me gusta cuestionar, por lo menos en mi intimidad, en mi forma de vivir quiero estar seguro de las elecciones que tomo. Y para estar seguro hay que ponerlas en tela de juicio para confirmarlas o refutarlas.

¿Por ahora elegís confirmarlas?

-No es un planteo que hago en mi pareja el de abrirla, lo pienso en general, pero creo que es difícil liberarse de las estructuras que uno ha aprendido durante tanto tiempo.

Hablábamos de que tu personaje es deseado por otros, vos también lo sos. ¿Cómo manejás eso?

-Es cierto que a veces tengo manifestaciones de terceros y terceras pero bueno, qué se yo, el generar deseo en otro también valida, también ayuda. Y en mi caso siendo actor, laburando con mi cuerpo, con mi ser, con mi ego, hay algo que alimenta como un caudal de energía y está bueno que pase. Hay que lidiar con eso también y a veces es complejo.

¿Te cansa?

-No, no...No sé, mido 1.40, eso ya me salva un poco de toda la rosca (risas). Ahora estoy entusiasmado con mi nuevo physique du role de los cuarenta.

Hace unos meses dijiste hace poco que podrías sentirte atraído hacia otro hombre o hacia una mujer, pero que en definitiva lo que te gusta es “lo femenino. ¿Cómo es eso”?

-A mí lo que me calienta es lo femenino, que esté atado o no a un cuerpo biológico del sexo masculino o femenino ya es otro tema. Yo no tengo prejuicios al respecto, me parece clave y fundamental tener una vida sexual plena. Con plena me refiero a en plenitud con uno mismo, no a que haya que hacer muchos malabares de “Ah, si no probaste...”. No, no... Cada uno tiene su medida de plenitud y esa medida marca un poco el resto de la vida. Digo, marca cómo caminás por la calle, cómo vas al super. Esa plenitud genera mucha autoestima de la buena.

En esa entrevista no entendí si no le respondiste, si dijiste que tuviste experiencias con otros hombres o que no te cerrás a que eventualmente pase….

-No lo cierro… Definime “cierta experiencia con un hombre”...

Cierta intimidad, sin entrar…

-¿Cierta intimidad sin entrar? (risas) Vamos con esa. No, qué se yo, ha habido episodios de los que no recuerdo del todo mucho…

En el laburo te ha tocado interpretar ya a tres personajes gays.

-Claro, si tengo un mensaje para dar es ese: que no importa la orientación sexual de tu interlocutor a menos que estés pensando en irte a la cama con él o con ella. En el resto de los ámbitos no importa, realmente no importa, así como te digo que importa la plenitud sexual.

Va a haber gente leyendo la entrevista que diga: ¿Qué onda, tengo chances?

-Las experiencias de mis papeles gay no tienen que ver con mostrar un estereotipo sino con mostrar a hombres que hayan roto barreras y prejuicios. Ahí está lo que me interesa. Lo que le pasa a mi personaje no es que quiere poligamia, sabe que en su vida se liberó y tuvo que romper con un montón de estructuras, entonces la estructura de la monogamia le rompe las pelotas y dice: “Ya rompí con lo que está socialmente aceptado, ya soy abiertamente homosexual con mi familia, que vengan a imponerme una estructura monogámica no, no a mí”. El amor está, cómo van a articular eso se verá. Pero Larry no quiere ninguna estructura, “no me rompan las bolas con estructuras”, es eso.

¿A vos con qué no te gusta que te rompan las bolas, ahora a los 40? Imagino que hay cosas que te bancabas que ya no.

-Sin dudas la gran lección de los 40 tiene que ver con eso: hasta los 40 estaba todo por delante y cualquier decisión podía ser modificada, el “después vemos”. Ahora el “después vemos” ya caducó, no sirve más. A partir de ahora quiero que algunas cosas sean como yo quiero que sean y no de otra forma.

La Fiesta de los Chicos, de Matt Crowley y dirigida por Ricky Pashkus con Tomás Fonzi, Fernando Dente, Nicolás Riera y Nicolás de Pace, entre otros actores, se despide de la cartelera porteña este fin de semana, con funciones el viernes, sábado y domingo. Las entradas se consiguen por Platea Net o en la puerta del teatro.