Sergio "Maravilla" Martínez fue su propio comentarista. Y minutos después de haber derrotado por puntos al cabo de 10 rounds y en fallo unánime al inglés Brian Rose en Madrid reconoció: "Así como estoy, no puedo pretender una pelea por el título del mundo". Maravilla persigue una oportunidad por la corona de los medianos. El presidente de la Asociación Mundial, el venezolano Gilberto Jesús Mendoza, se la prometió si ganaba tres peleas consecutivas y Maravilla cumplió con lo que le pidieron. Pero no se engaña: sabe que sus 46 años (cumplirá 47 el próximo 21 de febrero) son demasiados. Y que con esta condición física y con este boxeo que le ha quedado no puede aspirar a ganarle al japonés Ryota Murata y al cubano Erislandy Lara, los dos campeones de la AMB que debería enfrentar. 

Lento e impreciso, falto de tiempo y distancia (fue el primero en asumirlo), Maravilla (73,100) llegó incluso a tambalear en el 2º round, cuando Rose (72,800) le acertó un cross de derecha que le aflojó las piernas y lo forzó a un amarre desesperado. Tuvo suerte: Rose planteó una pelea de contraataque y lanzó pocos golpes. Pero cuando le pegaron, Martínez no dio sensación de total solidez. Si le sucedió eso con un veterano de 36 años que no tiene manos picantes (sólo 7 de sus 32 triunfos fueron por fuera de combate), las consecuencias pueden ser mucho peores ante boxeadores de otro ritmo competitivo y de mucha mayor jerarquía.

Cuesta profundizar el análisis de una pelea entre dos hombres grandes que supieron de tiempos mejores. Porque en las retinas sigue estando aquel Maravilla estupendo que no volverá nunca más: el de las piernas veloces, la cintura cimbreante y los reflejos frescos. Nada de eso está ahora. Y Martínez lo sabe: "Tengo que construir un boxeador nuevo y para eso necesito tiempo. Quiero hacer una pelea antes de fin de año y despues ver para lo que estamos. Me faltó ring, estuve nueve meses sin pelear", admitió en un implícito pedido de disculpas, mientras Rose se bajaba rápido del ring montado en la Plaza de Toros del ayuntamiento de Valdemoro, disconforme con el fallo: dos tarjetas lo vieron ganador al argentino por 97 a 94 y otra por 96 a 94, en coincidencia con los guarismos de este diario.  

El combate en sí no tiene valor si se lo analiza en abstracto y no en proyección a un futuro que aparece difuso. Nadie esta en posición de cancelarle los sueños a nadie y mucho menos a un gran campeón como fue Maravilla. Pero lo que se vio resultó insuficiente: Martínez puede seguir ganándole a boxeadores discretos como sus rivales anteriores (el español José Miguel Fandiño y el finlandés Jussi Koivula) y como Rose. Pero así como está, no le alcanza para dar el gran salto hacia el título del mundo. De esa exigencia, Maravilla sigue estándo lejos. Lo reconoció en público. Y eso acaso haya sido lo único positivo de la noche.