Ale Gutiérrez Saracho y Alejandra Reinoso cuentan al menos 16 años de lucha en una Catamarca que cumple todas las condiciones estructurales del conservadurismo, con una fuerte presencia del poder de la Iglesia que aún hoy pretende mover, más allá de la fe, los modos en los que se imparten derechos.

“En este Bicentenario de Catamarca, una deuda es poder reconstruir una memoria y las voces de las llamadas disidencias sexuales, porque si no lo hacemos seguimos reproduciendo discursos de negación y contamos una historia a medias. Sin las voces de les cuerpos disidentes, hablando en primera persona, no podemos hablar de un bicentenario”, dicen.

Algo en su lucha ha dado frutos: “Pasamos del calabozo a estar en mesas de diálogo con instituciones que nos violentaban y torturaban. Esta renovación que se está dando en algunos espacios, hace que se vean algunos micros cambios”.

Las disidencias, en esta nueva entrega de "Las otras voces del Bicentenario", de Catamarca/12.

¿Por qué incluir a las diversidades en las voces del bicentenario?

La negación de la otredad siempre ha sido parte constitutiva de la historia de los Estados Modernos; hasta el día de hoy esa idea prevalece y está somatizada en el cuerpo social. El Estado siempre veló por un cuerpo nacional, es decir un cuerpo blanco, heterosexual, reproductor y heroico, ese sigue siendo el motor que mantiene toda esta estructura social. En contraposición a la aceptación de éste constructo de cuerpo Nacional (sano), las corporalidades disidentes (sexo-afectivas y de géneros) fueron perseguidas, sometidas, clandestinizadas, invisibilizadas en el menor de los casos, cuando no eliminadas porque se presumía que no aportaban a ese constructo de proyecto de Nación.

Hay testimonios de culturas ancestrales que dan cuenta de la convivencia armónica con los cuerpos disidentes; en las culturas de los Andes las llamadas “diversidades sexuales” tenían un papel central en el aspecto que hacía a la organización social. La cultura Moche del Perú, da cuenta de la expresión en su arte, en la alfarería los dominios de la sexualidad disidente. En los pueblos precolombinos del actual territorio del norte de Argentina, seres travestidos estaban investidos de cierto carácter mágico, es decir que en las culturas cordilleranas existía un vínculo entre ‘travestismo’, ‘homosexualidad’ y religión, pero el proyecto de la modernidad colonial y patriarcal suprimió estas otras formas de ser en el mundo.

En este Bicentenario de Catamarca una deuda es poder reconstruir una memoria y las voces de las llamadas disidencias sexuales, porque si no lo hacemos seguimos reproduciendo discursos de negación y contamos una historia a medias. Sin las voces de les cuerpos disidentes, hablando en primera persona, no podemos hablar de un bicentenario.

¿Cuál ha sido el trayecto hasta aquí de las diversidades en Catamarca?

Se diferencian dos escenarios sociales tomando como punto de partida el 2006, antes de esta fecha se puede dar cuenta que en el territorio provincial, las corporalidades disidentes se mostraban y expresaban a través del carnaval como un modo de visibilización de nuestras identidades, las resistencias maricas, como se autodenominan en el interior de la provincia, pero ésta visibilización no se daba en términos de organización como acción colectiva y de demanda hacia el Estado.

Cuerpos históricos que fueron violentados por las lógicas heteronormativas, pero que a la vez el silencio y el ocultamiento fueron una estrategia de resistencia y sobrevivencia ante estas envestidas. Desde lo Institucional en el ámbito de la Facultad de Humanidades de la UNCa, les doctores Carlos Fígari y Elsa Ponce, generan un momento significativo tematizando por primera vez la relación entre sexualidad y política, impulsaron iniciativas tendientes a problematizar la categoría sexualidad como constructo político-social, entendiendo que en cada administración del Estado provincial se instaló una política de gobierno de la sexualidad, es decir formas de gestionar el cuerpo sexuado y el deseo.

El 2006 es el año donde las poblaciones disidentes comenzamos a pensar en la necesidad de organizarnos y emprender movimientos de resistencias y de lucha colectiva. Un escenario marcado por el aumento de innumerables crímenes de odio hacia nuestras poblaciones, sumado al aumento de la violencia institucional por parte de la policía, con incontables razias sistemáticas, fue el punto de partida para comenzar a marcar una agenda política y comenzar a irrumpir dentro de las instituciones, tanto del ejecutivo como del legislativo. Dejamos de ser los cuerpos disidentes que participaban de carnavales para ser los cuerpos disidentes que generaban sus propios eventos. Fue el inicio de las marchas de la diversidad, los festivales por la diversidad, la creación de espacios institucionales específicos para trabajar sobre los derechos y necesidades de las poblaciones diversas, como fue la creación del Consejo Municipal de la diversidad en Catamarca, el segundo espacio para disidencias en el territorio Nacional. La organización colectiva que gestamos territorialmente se expandió a nivel nacional tomando contacto con organizaciones sociales como la Red Nacional ATTTA que a la fecha se encuentra trabajando territorialmente en la provincia

¿Cómo influye en el desarrollo de grupos de diversidad el contexto social conservador?

Frente a lo conservador hay que ocupar espacios y visibilizar. Los espacios conservadores siguen operando discursos de odio; la respuesta a estos discursos es continuar creando agendas desde los espacios que ocupamos, colectivos o individuales. Hace unos días la jefatura de Policía de la provincia convocó a las compañeras de la Red Nacional ATTTA para trabajar en una agenda conjunta, pasamos del calabozo a estar en mesas de diálogo con instituciones que nos violentaban y torturaban. Esta renovación que se está dando en algunos espacios, hace que se vean algunos micros cambios. Ante las envestidas del conservadurismo, la resistencia y las disputas con sentido de transformación siguen siendo la respuesta.

¿Qué se puede rescatar de los avances en cuanto a leyes?

En una provincia conservadora como la nuestra, la visibilización de las disidencias implicaba enfrentar los prejuicios y estigmas de la sociedad, por lo cual fueron muy pocos los cuerpos gay y lésbicos que asumían un rol de militancia. Al ser las poblaciones Trans las más visibles socialmente, asumimos la responsabilidad de bregar por la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario para poblaciones gay y lésbicas.

Recién con la ley de Identidad de Género marcamos un escenario favorable mediante el reconocimiento legal de nuestras identidades y corporalidades, aunque todavía falta que algunas instituciones del Estado tanto nacional como provincial y el sector privado conozcan la ley de identidad de Género y tengan un trato acorde hacia nuestras identidades.

También podemos mencionar el impacto del DNU 721/20 de Cupo Laboral, como una política del Estado Nacional para reparar la segregación histórica a nuestras poblaciones, a lo cual a la fecha, muy pocas instituciones nacionales han cumplido con la implementación de dicho decreto presidencial. Así mismo varios organismos provinciales se hicieron eco de esta medida para incorporar a personas Trans en diferentes espacios laborales. Las leyes son puertas para mejorar las condiciones de existencia, pero falta mucho para que se cumplan y se efectivicen.

Desde el año 2014 hubo varios intentos de proyecto de leyes que pretendían reparar la deudas históricas, como el accedo al trabajo, la vivienda, la salud, educación, proyecto que tienen media sanción en Cámara de Diputados, pero que perdieron estado parlamentario en la Cámara de Senadores. Dicha cámara tendrá que explicar en algún momento a la comunidad Travesti y Trans, porque no legislo para restituir derechos que hasta el día de hoy nos niegan.

¿Qué desafíos son necesarios para un futuro cercano?

La implementación efectiva de la transversalización territorial de las Leyes sancionadas. Que los Estados Provinciales y Municipales rompan con la precarización laboral de las becas como instrumento para disfrazar la inclusión. Articulación entre Estados, gremios, empresas, cámaras de comercios, sindicatos en la elaboración conjunta de protocolos de acción para la implementación de políticas públicas de trabajo genuino.

Mantenemos la utopía intacta de que la justicia provincial de cuenta de una vez por todas de los crímenes de odio cometidos en el territorio provincial.

La creación del museo de las memorias de la disidencia como un espacio reivindicativo de que nuestras luchas son parte de esta historia del Bicentenario.

Por último, el desafío en cuanto a organización social y colectiva como poblaciones disidentes, radica en el repensar y rearmar cuadros de militancia para replantear la agenda local y tejer vínculos firmes para el cambio. Debemos separar nuestras luchas disidentes, que van más allá del reconocimiento de derechos sino también de los cuerpos, de las luchas feministas que utilizaron nuestras reivindicaciones sociales para posicionar a sus militantes en puestos de poder dentro de los diferentes estados, y desde los cuales continúan hablando por nosotras, sin nosotras.