"Un show documental sobre salud mental". Así definen Maruja Bustamente y Mariela Asensio a La casa oscura, el espectáculo que ambas escribieron y que bajo la dirección de Paola Luttini, tiene como materia prima la propia experiencia. Se trata de un show porque a través de canciones (con un trap del malestar y una cumbia a la Sertralina mediante), coreografías y videos, Asensio y Bustamante encuentran en el teatro un espacio para echarle luz a las cuestiones de la mente. También para exorcizar lo humano, demasiado humano, y darle lugar a la fragilidad de vivir sin garantías. Y es un documental porque son ellas, quienes, desde su propia experiencia, con sus propias dolencias y padecimientos buscan relatarse a sí mismas y tratar de iluminar la casa oscura.

“En general, cuesta entender la salud mental como una cuestión de salud. Siempre se asocia a la locura, al malestar. Nunca a la salud propiamente dicha. Por eso creo que es importante ponerle palabras a la cuestión, echarle luz”, cuenta Asensio sobre uno de los motivos que la llevó a hacer la obra.

El proyecto surgió en 2019, cuando en determinado momento de su terapia Asensio pudo ponerle nombre a ciertas conductas obsesivas compulsivas que la habían acompañado desde que tenía uso de razón. “Fue angustiante pero también liberador poder enmarcar lo que me pasaba en algo que existe y tiene un nombre, y pensé́ inmediatamente en hacer teatro, porque el teatro siempre fue mi forma de transitar la existencia”, relata. Luego llamó a Luttini para que la dirija, y un día hablando por WhatsApp con Bustamante se dio cuenta de que ese era el proyecto que debía unirlas artísticamente, algo que soñaban hace muchos años.

La propuesta navega entre dos personas, dos diagnósticos psiquiátricos y dos experiencias de vida muy distintas, así como formas de atravesar los padecimientos: desde la medicación psiquiátrica, el psicoanálisis y lo terrenal, hasta la astrología, el mindfulness, lo espiritual y la posición de los planetas. Pero, en definitiva, esos caminos no son más que distintas búsquedas para transitar de una manera más amable (si es que eso es posible) aquello que duele. "Me cuesta un montón estar bien", dicen ambas como un mantra que se repite más allá de ellas. Y es que, en tiempos de productividad, cuando todo parece funcionar por fuerza de voluntad, cuando el imperativo es el de la felicidad y el estar bien, “nadie soporta la tristeza de nadie, y a la tristeza se la calla con químicos o fórmulas mágicas”. Al menos así lo percibe Bustamante, quien recuerda que un amigo le dijo: "Si querés gustarle a la gente, tenés que estar bien o enojada. Nunca triste”.

-¿Por qué tomaron la decisión de abordar La casa oscura desde el humor?

Mariela Asensio: -Desde el humor porque es nuestra forma de encarar la vida. No solemnizamos lo que nos toca. Podría decirte que para bajón ya está el padecimiento en sí. Nosotras podemos reírnos de lo que nos pasa y lo hacemos sin el mayor esfuerzo. Casi que no lo elegimos, simplemente fue el recorrido orgánico del proceso. El humor fluía más allá de nosotras.

Maruja Bustamante: -Creo que no fue una decisión la del humor del estilo: “Che, que sea una comedia”. Las dos somos personas con humor. Escribimos la obra como hablamos, como solemos expresar nuestra dolencia, con cierta cuota de reírnos de lo que nos pasa. No estamos encerradas lamentándonos del dolor que nos causa, lo atravesamos. Y ahí aparece el humor, la gracia. También hay que tener en cuenta que la gente se ríe de las cosas que le causan extrañeza, dolor; se ríe de lo diferente, de lo que no es o de lo que cree que no es; se ríe cuando burla (por ejemplo, siempre que me refiero a mi cuerpo gordo, se ríen, es infalible). La gente es gordoodiante por defecto y esas pisadas de palito aprendí a capitalizarlas a mi favor para la risa.

-¿Cómo equilibraron el humor con el sufrimiento que padecen los personajes?

M.A.: -Creo que conviven. El humor está inmerso en todo, se desprende de cualquier cosa. La vida es un poco tragicómica. Tiene ambas cosas. Al tratarse de un material tan sensible, Maruja y yo no tuvimos tantas ideas preconcebidas, más bien todo fue aconteciendo de la mano de nuestra directora, guía magnifica en todo este asunto.

-En una parte de la obra hacen referencia a un cierto imperativo de la felicidad, ligado a la idea de superación personal... ¿Qué visión tienen sobre eso y las narrativas de autoayuda tan presentes hoy en día?

M.B.: -La felicidad enlatada es un peligro porque es tan antidemocrática como los antidepresivos. De pronto, se puso tan un privilegio de clase como algunos remedios y me empezó a hacer mucho ruido cierta espiritualidad. Hay mucha pequeña industria alrededor de estás máximas de felicidad y muchas personas "positivas" dando lecciones al borde de la discriminación.

M.A.: -Estamos en problemas como sociedad. El relato de la felicidad se ha convertido en puro ruido alienante. Ya nadie puede conectar con el dolor, la frustración, el miedo. Hay una especie de obsesión por volver productivo todo, y cualquier sentimiento o experiencia que no produzca algo en lo inmediato se lee como negativa. Es fundamental problematizar esta lógica. Todo este asunto de la superación personal le viene como anillo al dedo al capitalismo. Lo individual impera y se pierde contacto con las construcciones colectivas. Entre otras cosas, una de las potencias más grosas del movimiento de mujeres es esa: la construcción horizontal y colectiva. Nada más revolucionario para los tiempos que corren.

La casa oscura puede verse todos los viernes a las 21 en el Galpón de Guevara (Guevara 326).