A caballo de una tasa de homicidios de 16,4 cada 100 mil habitantes, de casi 180 asesinatos en lo que va del año, más la repetición de balaceras y disputas violentas del territorio, Rosario volvió a los principales titulares de la prensa porteña. Encima, en un solo día esta dinámica les deparó la salvaje ejecución de un joven en silla de ruedas a manos de un grupo vestido como policías, dos homicidios más, y el desenlace del juicio a Guille Cantero por los atentados a tiros contra objetivos judiciales. Esta nota buscó algunas voces que le dan contexto y análisis a esta singularización de Rosario como una ciudad bajo control del narcotráfico y de la violencia urbana que genera.

El docente de la Facultad de Ciencia Política (UNR) Andrés Rolandelli e investigador académico en narcotráfico, trazó la perspectiva histórica del asunto. "Esto se encastra en la caracterización que hizo La Nación hace 90 años tras el asesinato de Abel Ayerza, hijo de un funcionario, a manos de la mafia siciliana (1932): tituló 'Nunca como hoy Rosario merece ser llamada la Chicago argentina'". Repara en el carácter de ciudad plebeya, sin patriciado, que emerge como centro económico en 1850 con el proyecto urquicista enfocado en el puerto como motor. "Sin embargo nunca fue capital de nada. Generó un mito de sí misma que tiene visos de realidad, de que se hizo a sí misma. Quienes triunfaron son gente sin abolengo. Por eso no tiene demanda agregada, o sea, no tiene un colchón de empleo público y así cuando la actividad económica se resiente, Rosario sufre más que el resto de las ciudades que sí son capitales. Entonces la criminalidad organizada es una forma de compensar esa realidad, vinculada a dinámicas que son transnacionales. El puerto exportador por ejemplo". "Rosario es una ciudad plebeya y bandida", analizó Rolandelli, que además es subsecretario provincial de Capacitación en el Ministerio de Seguridad.

Mariana Maestri, profesora de la carrera de Comunicación Social e integrante del Centro de Investigaciones en Mediatizaciones (UNR), asume que el tema impacta y lo torna inevitable para cualquier agenda periodística. "Lo de Rosario tiene fuerza para ser titular porque une problemáticas que llaman la atención, tematizables para cualquier medio de comunicación. Desde Buenos Aires se puede construir un relato en torno a Rosario como aquella Chicago. La idea de que acá siempre hubo violencia, imaginario que también se construyó mediáticamente y fue reforzado con titulares como aquello de que acá se comían los gatos. Ahora, que la ciudad está controlada por narcotraficantes. Y lo pueden hacer supongo porque no tienen presión política que sí deben tener en provincia de Buenos Aires que, recordemos, es allí donde existió la Maldita Policía, como si no existiera droga, prostitución, delito, violencia". 

Rolandelli discrepa con el convite periodístico de pensar el enfoque porteño sobre la violencia urbana rosarina. "¿Por qué importa tanto cómo nos miran los porteños. Hay datos objetivos que marcan que Rosario está complicada en términos de violencia, la pregunta es por qué. Porque también se puede decir que es una ciudad que se basta a sí misma y que le escatiman los recursos que ella produce, entonces decí lo que quieras de mí pero dame lo que me corresponde. Para no caer en la victimización, que es la operación clásica que se hace desde Rosario y ya está gastada", distinguió.

Rolandelli justifica el hecho periodístico por la tasa superlativa de homicidios por habitantes que exhibe Rosario. "Es una ciudad violenta, ok, pero decir eso y nada más sin explicar motivos, no sirve. Hay ciertas retóricas que están vetustas, hay que innovar. Buenos Aires también tiene su cuota de responsabilidad. Dale la plata y dejala tener su propio sistema de seguridad, y en todo caso luego criticala por eso", planteó. Y además, cuestiona: "Los porteños nos miran así, pero los rosarinos también somos raros: somos duros con nuestros emergentes culturales, no pagamos una entrada para ir a ver una banda de acá. Es una ciudad burguesa en el sentido estricto de la palabra. Cosmopolita, sin esa identidad fuerte de 400 años que tiene Santa Fe o Buenos Aires; y eso deja una marca".

La mirada de Reynaldo Sietecase se valida en su condición de periodista, rosarino y radicado en Buenos Aires. "Percibo que, en promedio, la prensa porteña ubica a Rosario como si fuera Sinaloa y es una exageración, una mirada un tanto maniquea, pero también es cierto que en Rosario se da un enfrentamiento entre bandas por el territorio que no se da en otros lugares y que la policía participa de esa confrontación. Eso genera una gran cantidad de víctimas fatales y eso para los medios es muy atractivo. Si ocurriese en otro lugar también se lo miraría así", meditó. 

Acepta que la espectacularización de la violencia rosarina "contribuye a estigmatizar Rosario, porque la ciudad no es solo eso y, además, en Buenos Aires hay lugares donde también se dan situaciones parecidas, lugares cercados por la policía o la Gendarmería, donde no se puede salir de noche. Lo que pasa es que la policía en algunos lugares de CABA y AMBA oficia como ordenador de esos conflictos, porque controla, recibe una parte del negocio, y en Rosario por diversas razones la confrontación es directa". 

Maestri confronta con esa línea periodística porteña. Vislumbra acaso que Rosario represente un chivo expiatorio. "La etiqueta de violenta viene de la ciudad de Rita La Salvaje, una mirada romántica quizás, y hoy con el narcortráfico es estigmatizante". Descree de los sucesivos envíos de agentes federales como simulacro de militarización urbana. "Después no pasa nada, ya lo vimos. Es un tema muy mediatizado que toma fuerza a raíz de la disputa política. Llegan los gendarmes porque hay un acuerdo político del gobierno provincial y Nación que se transparenta con las elecciones primarias", relacionó. La presencia de la narcoviolencia rosarina en portada le supone "un relato mediático y sesgado en el que no hay análisis de fondo, solo la espectacularización y, por ende, sensacionalismo del que no se sustrae Crónica pero tampoco Clarín". 

"Los medios que consume el país ni siquiera son porteños; en su gran mayoría están situados en Palermo Hollywood, unas cuantas manzanas en las que se disputa el sentido de todo un país", advierte Cecilia Pelliza, doctoranda en Comunicación Social e investigadora en violencia y mediatización. "Son pocos lo que no hablan desde y para ahí. Explican el narcotráfico, la violencia rosarina, pero también la política santafesina desde esas manzanas. Yo creo que lo que se pone nuevamente en evidencia es la necesidad de una federalización de los medios de comunicación y de volver a debatir una ley de medios, jamás aplicada", postuló.

La periodista Karin Cohen (Diputados TV, ex América y Radio Mitre), desde Buenos Aires lamenta la asociación mental de Rosario "con el Monumento y el narcotráfico", y rescata que "la salvan los periodistas rosarinos que están acá y nos cuentan la otra ciudad, la de su cultura, su música, su río". Y deja como ejemplo un tip que tiene aprendido en caso de viajar para estos lares: "Sé que para entrar a Rosario debo tener cuidado con una avenida de circunvalación que no se bien dónde queda pero todo el que va me previene de eso". Y supone: "Da que pensar que hay complicidad del Estado, pensaba que con la detención de los Monos esto iría disminuyendo, pero no. Cuesta entender el problema sin pensar en que hay connivencias".

Para Sietecase no hay mayores misterios. "Lo de Rosario es insoslayable, pero el problema no es solo suyo, es de Argentina. El crimen organizado avanza donde puede, está enquistado en las barras bravas, conectado con la política, con la justicia, y en Argentina no se establecen los acuerdos básicos para generar una respuesta ante el mayor desafío que tendrá la democracia en el continente en los próximos años. Esto va más allá de Rosario. Se da hoy por múltiples factores, el ingreso a los puertos, que no se controlan debidamente, que se paga el tránsito con droga y termina en los lugares cercanos. Es de gran complejidad y la respuesta también debe ser también compleja, eficaz y sin especulación política", concluyó.