La transexualidad ¿a qué lógica obedece? ¿De qué manera se sitúa este problema de identidad sexual? Poder situar lo heterogéneo y singular de cada trans será una de las maneras de poder trabajar en esta nueva clínica. Ser un hombre, ser una mujer, es ser esa mujer, ese hombre en particular. Tener una conducta adecuada en función de ciertas normas sociales impide que cada quien pueda reconocerse a sí mismo de una u otra manera. Se trata de elaborar respuestas que se centren en los casos y su relación con el axioma de estructura que está en el origen de las diferentes soluciones.

Este tema está desarrollado con exhaustividad en el libro Género, Cuerpo y Psicoanálisis, del cual soy compiladora y autora junto con otros colegas. Con algunos de los cuales presentaremos el libro en el marco del Congreso de la Asociación Argentina de Salud Mental que se realizará la semana que viene.

Estamos en un mundo que coloca al psicoanálisis frente al desafío de lo contemporáneo. El psicoanalista debe considerar los cambios con que se encuentra en su clínica y estar acorde a los tiempos que le toca vivir.

El acto sexual en los seres humanos no responde como en el campo animal “a cada una su cada uno” donde prima lo instintual sino que responde a algo totalmente distinto. El ser parlante ha perdido su relación sexual (instintual), pero sí tiene un goce sexual ligado a un significante predominante, el falo. Esto nos lleva a preguntarnos sobre qué es el cuerpo para el ser parlante.

El cuerpo imaginario es en principio una envoltura, en el sentido de una bolsa. Es una imagen llamada “imagen del cuerpo que figura como una unidad. Cuando el ser parlante se mira al espejo el cuerpo parece uno, esto responde al momento de unificación en el estadio del espejo. Estadio donde el sujeto se identifica a una imagen, la imagen del otro, la imagen del espejo, que no es él pero que le da la posibilidad de parecer uno en el espejo, en el Otro.

En la misma época, Lacan afirmaba que el cuerpo nos es otorgado por el lenguaje, incorporación del lenguaje en el cuerpo que hace al cuerpo simbólico. Y también tenemos un cuerpo real, que es en principio el cuerpo que goza. Un goce que no entra en ninguna normalidad. El género que se tiene en la mirada del otro no remite a ninguna naturaleza ni a nada del orden convencional. Es una cuestión de un deseo de ser o no ser, pero también de goce que pone en juego el cuerpo.

A partir de estas primeras nociones y distinciones podremos ir metiéndonos de a poco en el tema: el transexualismo. Podemos ubicar algunos rasgos que nos orientan en la actualidad de nuestra época. En primer lugar el vértigo que nos producen las modificaciones sobre las diferencias de los sexos que, aunque no es algo nuevo, presentan transformaciones importantes.

La cuestión del origen implica un enigma para cada quien. Un real difícil de subjetivar. ¿Por qué soy yo y no soy otro? ¿Por qué nací en esta época y no en otra? ¿Por qué nací en un cuerpo de mujer y no en otro? Todas estas y otras preguntas nos dicen de la arbitrariedad del origen. Algunos sujetos dicen haber nacido en un cuerpo equivocado. Otros afirman que el cuerpo no es el equivocado sin embargo se sienten que pertenecen a otro sexo y no el que sería acorde al cuerpo que tienen.

¿De qué se trata en todo esto? Dice Ansermet preguntándose: ¿De qué se trata? ¿De una convicción, de una creencia? ¿De una certeza?

Estamos en la práctica del malentendido y tocar la diferencia sexual es tocar la cuestión del lenguaje. Podríamos sostener que hoy se trata de una práctica a partir de lo que cada sujeto construye. Las soluciones originales de cada uno.

 

* Psicoanalista. Miembro EOL y AMP. Entre otros libros es autora y compiladora de “Género, cuerpo y psicoanálisis”, editado por Grama.