No sorprende que el actor de Shithouse, Cooper Raiff, sea también su guionista y director. Alex, un chico texano recién aterrizado en Los Angeles, se siente sapo de otro pozo en el college. Tiene 19 aunque parece varios más (Raiff tiene en verdad 23 y la diferencia se nota), sostiene videollamadas con su mamá y su hermana en busca de consuelo, usa una camisita bastante formal y, para citar el título de una vieja película, “no bebe, no fuma, no se droga”. Salvo su noviecita del high-school, nunca estuvo con ninguna chica. Con poca experiencia previa (éste es su primer largo), a Raiff, el director, se lo nota cinematográficamente tímido, tentativo. En proceso de formación. Bastante abstemio en términos de estilo, recatado, entre bueno y buenudo. Por momentos toma un poco de envión y se suelta. Pero en general no se saca su camisita estética, a la que dan ganas de desabrocharle los botoncitos del cuello.

Shithouse revisita todos los tópicos del género-college, que se repiten de película en película como monolitos: el edificio donde están los dormitorios, las fiestas en las casas de las distintas fraternidades, el béisbol, el alcohol, el porrito, la promiscuidad. Hay, sin embargo,un espacio fundamental que, en la que tal vez sea la decisión más arriesgada de Raiff como guionista y director, queda fuera de campo de una punta a otra de la película: el de las clases, los profesores, el decano o decana, el estudio en general. Es como si la universidad consistiera sólo en la convivencia entre pares, sin que haya a la vista ni un maldito apunte. Alex tiene por compañero de cuarto al típico fumón, que en las fiestas se toma todo, y cuando llega al dorm vomita y se caga encima. Una de las cosas más graciosas de la película es, paradójicamente, la falta de gracia de Sam, que cree tener condiciones para cómico de standup y es tan divertido como López Murphy en un mal día.

Un poco muy recontra too much, Alex tiene un osito de peluche que es como su amigo imaginario. Okey, mejor pasar a Maggie (Dylan Gelula), su “asistente de residentes”. Después de haber fracasado con un amante demasiado rápido, Maggie invita a Alex a su cuarto, y el dueño del peluche, sorprendido, objeta que ella ni siquiera sabe su nombre. Okey, mejor dejar también este punto. El romance de Alex y Maggie, obligado porque si no no habría película, tiene de distinto justamente eso: él se comporta como un virgencito y después de la primera noche quisiera quedarse a vivir con ella. Hubiera sido más divertido que Maggie no fuera también bastante moderada sino torrencial. Pero daría la impresión de que Raiff no pretendió ser divertido. Salvo lo mejor de la película, una persecución muy graciosa, de comedia muda, que es como si a la camisa de Alex se le hubiera desprendido un botón.

SHITHOUSE 6 PUNTOS

EE.UU., 2020

Dirección y guion: Cooper Raiff

Duración: 100 minutos

Intérpretes: Cooper Raiff, Dylan Gelula, Logan Miller, Olivia Welch, Abby Quinn

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