Desde Santiago

Hay un solo tema del que se habla en el desconfinado Santiago de Chile: la acusación constitucional contra Sebastián Piñera presentada por la oposición el miércoles. Esto tras conocerse en detalle las irregularidades de la venta de la Minera Dominga aparecidas en los Pandora Papers. La operación fue hecha usando el paraíso fiscal de las Islas Vírgenes Británicas y con el pago condicionado de la tercera cuota a cambio que durante su gobierno no hubieran cambios regulatorios. La falta a la probidad y comprometer el honor de la nación fueron las razones principales, aunque hay un detalle que posiblemente utilice legalmente el equipo judicial de Piñera: todo esto ocurrió en 2010 durante su primer mandato, no en el actual. 

Los chilenos no están demasiado sorprendidos: el presidente trasandino es célebre por salvarse de todas las amenazas: mientras algunas estaciones de metro se incendiaban por autores aún desconocidos durante la primera jornada del Estallido Social hace dos años, él estaba comiendo pizza en el barrio alto de la ciudad y cuando quisieron acusarlo constitucionalmente algunas semanas después, se logró el Acuerdo por la Paz, que terminó en la redacción de la Nueva Constitución que reemplazará a la de Pinochet de 1980.

Piñera: “la política no es sólo confrontación"  

Junto con su buena fortuna está su capacidad casi sobrenatural para hacer negocios al filo de la ley como el que provocó la quiebra del Banco de Talca en 1982 donde Piñera —como gerente general— fue responsable de pagos dudosos a empresas “fantasmas” estando incluso prófugo de la justicia (aunque él acusa persecución) o en 2011 cuando su family Office Bancard compró acciones de la pesquera peruana Exalmar en pleno litigio con Chile por límites marinos en el norte, aprovechando los 22 mil kilómetros asignados a Perú por el tribunal de La Haya, siendo finalmente sobreseído.

En una conferencia de prensa, fiel a su estrategia de bajarle el perfil al asunto, pidió  ahora volver a los problemas reales de los ciudadanos chilenos. “Es bueno, en medio de tanta crispación y confrontación, recordar que la política no es solo confrontación entre Gobierno y oposición, o entre partidos políticos o candidatos con distintas posiciones, la política debe privilegiar siempre el bien superior de Chile y trabajar sin descanso por mejorar la calidad de vida de todos nuestros compatriotas".

Lo dijo mientras presentaba el plan “Anti bandas, armas y narcotráfico” que sumado al decreto de Estado de Emergencia de la región del Bíobío y la Araucanía busca desviar la atención hacia temas de seguridad y supervigilancia policial, un comodín histórico de la derecha chilena.

Sichel, en baja

Aunque todas las encuestas señalan que el favorito para las presidenciales del 21 de noviembre es Gabriel Boric de la coalición Apruebo Dignidad que incluye al joven Frente Amplio y al Partido Comunista, sus rivales han cambiado. Si hace un par de meses, el independiente y camaleónico Sebastián Sichel --favorito de Piñera, el oficialismo agrupado en el conglomerado Chile Vamos y el gran empresariado-- se paseaba por los medios amenazando a quienes buscaran tomarse fotos con él para luego aprobar el cuarto retiro del 10% fondos de las AFP —el sistema de pensiones chilenos— ahora debe aguantar golpes desde todos los frentes, incluyendo la situación de Piñera de la que él busca desmarcarse aunque cuidándose de no condenarlo, algo bastante complejo.

Primero apareció Saúl Iglesias, el que hizo las veces de su padre cuando chico diciendo que su historia de niño pobre, que llegó a tomar “sopa de pulgas marinas” y que logró avanzar a puro esfuerzo, era solamente un argumento de venta de su figura pública. Luego, fue presionado a reconocer que efectivamente retiró el 10% de las AFP a pesar de mostrarse contrario a la iniciativa. Y ahora se da a conocer que actualmente ha recibido financiamiento de empresas del mercado del gas y también en su fallida aventura como candidato a diputado por la DC (y cuando ostentaba el apellido “Iglesias”) aunque él mismo se ha manifestado contrario a este tipo de aportes que evidentemente, buscarían una retribución una vez en el poder.

Justamente la candidata Yasna Provoste (DC) de Unidad Constituyente –que incluye a otros partidos de la ex Concertación como el PS, PPD y Radical— lo acusó en el debate presidencial del lunes de “lobbysta” a lo que él contestó enfurecido y sin mucho sentido que era abogado.

Kast: el Bolsonaro chileno que evade

José Antonio Kast, del Partido Republicano, es el candidato ultraderechista que cree que el comunismo es peligroso, que es amigo de torturadores de la dictadura de Pinochet como el bestial Miguel Krassnoff y que señala, con mucha calma, que los gays no deberían casarse y que se deberían cavar zanjas para impedir la llegada de inmigrantes. Porque él cree en Dios, la patria y las redes sociales, donde es capaz de movilizar al mismo tipo de seguidor de Trump, Bolsonaro o Milei para que postee a su favor o diga que “destrozó” a sus rivales cuando claramente ocurrió lo contrario.

Con ese discurso, provocador y que apela a cierta obsesión del chileno por el orden, los viejos valores y lo alemán —en el país la nación europea fue clave en el proceso de industrialización del sur— ha logrado desplazar a Sichel como favorito. Según la encuesta Data Influye dada a conocer el 7 de agosto, Boric lidera con un 27,5%, seguido por Kast (16,1%), Sichel (12,1%) y Provoste (11,5%).

La estrategia de Kast para “conquistar” votos es la misma de Trump o Bolsonaro: pillar por sorpresa a sus contrincantes con datos de dudosa procedencia (por ejemplo, que en los países donde el aborto es legal hay mayores índices de mortalidad materna), apelar a los valores patrios y mandar a estudiar historia a los periodistas que intentan indagar sobre el origen de su familia, porque en su lógica su padre no fue nazi… aunque fue soldado en la época de Hitler. Sin embargo, en el debate del lunes se le vio perdiendo el control cuando un inteligente Boric, usando su misma estrategia, le preguntó por “Cecilio Roberto Moreno”. Kast, incómodo dijo que no, mientras el candidato explicaba que era el notario de Panamá que validó sus inversiones en paraísos fiscales. Algo que, evidentemente desmentiría su “patriotismo” a lo que, sin poder dar una mejor respuesta, lo invitó a hacerse un test de droga. Después del debate, Boric diría que se lo haría con mucho gusto, cuando él se traiga esos 21 millones de dólares a Chile y pague impuestos.