“La española que transforma sus recetas en obras de arte”, coronan medios ibéricos al momento de hablar de la catalana Vega Hernando, diseñadora textil con peculiar afición: pergeñar estampados con ingredientes verdaderos, previo –dicho sea de paso– a pasarlos por la sartén y embuchárselos. Un proyecto intitulado Eating Patterns, que comparte vía Instagram, y que le permite aunar sus dos grandes pasiones: el diseño y la cultura foodie. “Siempre me ha gustado mucho la cocina pero me di cuenta de que más disfrutaba dándole un valor estético a mis recetas. Después de varias pruebas di con la idea de crear composiciones tipo pattern con ingredientes reales, vi que funcionaba muy bien y que me servía para lo que quería expresar”, ofrece la joven de 26, y aclara enfáticamente que, en tanto detesta desperdiciar comida, lo que presenta en imágenes “es una cena, o al revés: desarrollo una idea y luego la aprovecho para comer”. 

   De hecho, buena parte de su tiempo lo invierte buscando recetas que, sobra aclarar, tengan atractivo visual; pensando además qué gamas habrá de utilizar; tiñendo, de requerirlo la imaginería, atípicos bocados, siempre con colorantes naturales como remolacha, cúrcuma o tinta de calamar. Y favorece, según propia aclaración, productos de estación al momento de lanzarse al arte culinario. “Las recetas las pienso mucho, pero las composiciones me salen de una forma más intuitiva”, subraya al sitio S Moda la muchacha que expresa su veta creativa de diversas maneras (diseñando patrones para clientes, como analista de tendencias, colaborando contenido que mixtura comida y dinero para otras firmas). Sin dejar de mencionar influencias variadas; por caso, Matisse y Miró, “que utilizaron el color de una manera significativa”, o el Grupo Memphis, “por sus formas, colores y texturas”. En fin, una delicia florida que constata cierta regla inmortal... Porque si la comida en efecto entra por los ojos, sus auspiciosos –y deconstruidos– platos seguramente satisfagan cualquier exigente paladar.