En el marco del congelamiento de precios que instauró el Gobierno por 90 días, el secretario de Comercio Interior, Roberto Feletti, les planteó a las empresas que fabrican productos de la canasta básica que la idea, en el corto plazo, es que obtengan ganancias por volúmenes de ventas y no por precios. Esa teoría se juega buena parte de su éxito o fracaso en el último trimestre, la parte más caliente del año en la que los comercios concentran casi 8 de cada 10 pesos de su facturación total anual.

A priori, y observando datos privados de una de las consultoras más serias del sector retail, hay un escenario a confirmar en el que el gasto hogareño crece, aunque por ahora poco y en un contexto donde habrá que ver cómo juegan los salarios en relación a los precios. La foto favorece una lectura positiva del consumo de cara a lo que viene: Scentia es una firma que hace mediciones de mercado en todos los canales, unos 2800 grandes supermercados de manera presencial y casi la totalidad con scanning, más 19200 autoservicios y comercios de cercanía. La compañía midió un alza en septiembre de 2 por ciento en todos los canales, que todavía no logra revertir un año que muestra un rojo de 4,7 por ciento, pero es la tercera alza en lo que va del 2021. Vale decir que estos tres meses de alza cortaron 14 meses de números negativos en el gasto de los hogares. Antes de eso, en febrero, marzo y abril del 2020, hubo subas incluso superiores al 20 por ciento en el inicio de la pandemia, cuando se dio aquel fenómeno de consumo pre apocalíptico en el que los consumidores que pudieron, acopiaron bienes.

La pregunta que se impone en este contexto es si el ejercicio de los últimos tres meses irá en la línea. Sin muchos más datos que la foto de la primera quincena de octubre, los comerciantes se inclinan más por un amesetamiento del consumo, que depende no sólo de la inflación y los sueldos, sino también de la evolución de uno de los planes de asistencia. “Habrá que ver qué pasa con el cambio en la Tarjeta Alimentar”, contó a Página I12 una fuente del supermercadismo. Es que el plástico ahora habilita que el uso de ese dinero se use para todos los fines, no sólo para comprar comida. Y el dato no es menor, porque ya ese plástico estaba explicando hasta 10 puntos en la venta, sobre todo, de los grandes supermercados, que contaban con sistema de posnet. En la otra esquina, desde los comercios de cercanía y supermercados chinos consignan que, ahora, la demanda va a estar más repartida, saldrá de las grandes superficies y volverá a tener volumen en los comercios de cercanía.

Hoy, hay que mirar también cómo se está moviendo el gasto entre los grandes comercios y los más chicos. Según el trabajo de Scentia, el total de la canasta de septiembre, que creció 2 por ciento, cayó 2,5 en la zona del AMBA y creció 5,6 por ciento en el resto del país. Si se ve por cadenas y en la comparación interanual septiembre del 21 vs el 20, en los comercios de cercanía hubo una caída general de 0,9, que llegó a bajar más de 10 puntos en el AMBA y tuvo un crecimiento de 5,1 por ciento en el interior de país. En cambio, en las grandes cadenas, el crecimiento general de las ventas fue de 5,7 por ciento contra el año anterior, con un alza de 5,3 en el AMBA y de 6,2 por ciento en el Interior. 

Estos números muestran dos cuestiones: la primera, que como el Gobierno tiene monitoreados los precios con Cuidados y otros acuerdos en las grandes superficies, allí las ventas crecieron fuerte. La segunda, que hay un desborde de precios en el lado ciego del Gobierno, los comercios barriales y chinos, un fenómeno que es incluso visible cuando se compara al AMBA con el Interior, en ese segmento. En el Interior, los precios de cercanía son más baratos que en la zona metropolitana de Buenos Aires, que es la de mayor demanda. Estos datos se leen además en clave política, y muestran la relevancia que deberían tener los controles y monitoreos al cumplimiento del congelamiento de precios, sobre todo en los municipios del Conurbano bonaerense.