Los hinchas de Newell's se enfrentaron a la policía al finalizar el clásico. Los disturbios se produjeron cuando un grupo de simpatizantes intentó acceder al campo de juego, donde Central festejaba el triunfo. Otros hinchas, por su parte, arrojaron piedras a la cancha. Una de ellas le pegó al línea Ezequiel Brailovsky en la cabeza y el árbitro Federico Beligoy decidió dar por terminado el partido cuando faltaba poco más de un minuto para que se cumpliera el tiempo adicionado. Con el partido finalizado la policía empezó a disparar balas de goma el público se dispersó, aunque el campo de juego no paraban de caer objetos contundentes. En la desconcentración de los hinchas, por los alrededores del estadio, el público rompió vidrieras y autos. Aunque el primer momento de conflicto fue en el primer tiempo, cuando en la tribuna del Palomar un efectivo policial celebró el gol de Marco Ruben. Los hinchas leprosos enardecieron y salieron a su búsqueda pero el uniformado logró salir corriendo a tiempo de la tribuna para evitar ser linchado.