El documental de Isabelle Solas, cineasta francesa, recorre la intimidad de dos figuras locales de la comunidad trans. Una de ellas es Violeta Alegre, antropóloga, dj, activista, docente de identidad de género y diversidad. La otra protagonista, Claudia Vásquez Haro, nacida en Perú, es creadora y presidenta de Otrans, una asociación civil que trabaja por la defensa de los derechos de la comunidad trans en Argentina. Además, es la primera travesti de nuestro país en doctorarse en una universidad pública, con el título de Doctora en Comunicación

La identidad travesti, una manera de nombrarse que escapa a las lógicas binarias y blancas, también es una forma de ocupar el espacio, de pensar las relaciones afectivas y de construir modos de vida en comunidad. Así se refleja en Nuestros cuerpos son sus campos de batalla, que entreteje escenas de la vida travesti: las amigas, el trabajo sexual, la calle, los amores, el vinculo con los hombres, la militancia, las muertas, los chistes internos entre planchitas de pelo y delineador. El documental de Isabelle Solas, cineasta francesa, recorre la intimidad de dos figuras locales de la comunidad trans. Una de ellas es Violeta Alegre, antropóloga, dj, activista, docente de identidad de género y diversidad. La otra protagonista, Claudia Vásquez Haro, nacida en Perú, es creadora y presidenta de Otrans, una asociación civil que trabaja por la defensa de los derechos de la comunidad trans en Argentina. Además, es la primera travesti de nuestro país en doctorarse en una universidad pública, con el título de Doctora en Comunicación. La directora las acompaña y comparte con ellas el último encuentro Plurinacional de mujeres y diversidades que se hizo en La Plata, durante el 2019, un viaje a Uruguay donde se encuentran con Angela Davis, la pista de una fiesta de música electrónica, comidas familiares y reencuentros con amores de la adolescencia. Con vidas y personalidades que se parecen muy poco, a Claudia y Violeta las une la misma resistencia, una lucha colectiva en la que convergen la aspereza y la dulzura.

¿Por qué elegiste a Claudia y a Violeta como protagonistas?

-Fue un proceso un poco largo, no conocía a nadie en Argentina. Yo había hecho otros documentales, uno por ejemplo trata sobre la lucha de los sindicatos en Francia. Conocí a Claudia cuando vine el primer año, y me parecía interesante su energía. Ella me abrió la puerta de su lucha de manera muy generosa, pude ver el grupo de Otrans, muchísimas chicas de La Plata, peruanas sobre todo, este encuentro entre el hecho de que sean chicas trans, que se prostituyen, y también que son migrantes. Había un grupo bien estructurado. Con Violeta nos encontramos porque ella era parte de la colectiva Lohana Berkins, que había escrito un manifiesto muy poético sobre su muerte, a mi me tocó el corazón ver cómo la teoría se mezclaba con la sensibilidad. Cuando la encontré le hablé de este texto, me acuerdo que ella dijo que no era una gran oradora pero que le gustaba escribir, pensar y repensar su identidad.

¿Y cómo fue tu vínculo con ellas dos mientras documentabas sus vidas?

-Con el tiempo nos pusimos bien amigas. Con las dos pienso que trabajamos juntas, yo proponía secuencias, un dispositivo dentro del cual ellas podían expresarse sin que sea demasiado pesado. A veces los documentales pueden seguir a las personas todo el tiempo, yo no quería eso. Yo quería que se entienda de manera colectiva, común, la intención de cada secuencia. Me estaba preguntando mucho lo que es la cultura, qué es femenino, qué es impuesto, qué es natural, qué es la libertad, todas preguntas más o menos filosóficas.

El documental se empezó a hacer en la época en que se sancionó el matrimonio igualitario en Francia. ¿Cómo fue ese momento para la sociedad francesa?

-Era tremendo. Se estaba estableciendo la ley de matrimonio igualitario, yo tampoco estaba a full con la idea de casarse para tener derechos. Pero la verdad había un contexto muy violento. Familias de derecha que tomaban la calle con sus hijos, familias enteras todos los domingos que protestaban para que las parejas gays no puedan adoptar niños. ¿Qué es esto de luchar para que los demás no tengan derechos? Estaban muy contentos con los carteles, las frases, las canciones, les daba mucha energía estar en contra de los demás. Eso me chocó mucho. Fue un contraste enorme cuando descubrí que en 2012 ya se había conseguido la ley de género en Argentina. Me dio ganas de hacer una película un poco decolonial, mostrarle que se equivocaban a los franceses que se sienten tan abiertos, tan en la vanguardia.

¿Con qué similitudes o diferencias te encontraste aca en Argentina, en relación al activismo trans y a las comunidades trans?

-La verdad no voy a decir mucho porque soy una sencilla directora de cine, y no es un tema que controlo, pero lo que puedo decir es que no hay visibilidad de la comunidad trans en Francia como acá. No hay voces, no hay lugar, está empezando un poco, pero hay un tabú muy grande. Tampoco hay personas trans mediáticas, pero si surge el día de ExisTrans, es una marcha importante, y también las nuevas generaciones están arrancando con todo este tema. Pero es muy nuevo. La militancia trans en Francia esta viva gracias a chicas trans latinas, que se pusieron en marcha para proteger a sus compañeras que están en el trabajo sexual.

Con esa misma mirada detallista que la lleva a retratar escenas afectivas que se superponen y trazan capas de sentido en la cotidianidad travesti, la directora también documenta las discusiones políticas. En alguna esquina de Buenos Aires, por la noche, Violeta Alegre acompaña a las activistas de VOICOT, conocida agrupación vegana, a recorrer la ciudad interviniendo publicidades de McDonalds. Sobre las fotos de hamburguesas, pegan posters en los que se lee: violencia es comer animales. Cuando el diálogo toca el tema de la prostitución, el clima se torna denso, se diluye la complicidad. 'Ningún trabajo está exento de explotación en un mundo capitalista, tampoco es un trabajo copado limpiarle el inodoro a la clase media', dice Violeta, sin convencer del todo a sus interlocutoras tensas, que insisten: el noventa y siete por ciento de las mujeres que ejercen la prostitucion lo hacen por una necesidad económica, no por una cuestión de libre elección. 'Elegir la prostitucion me parece raro, dice otra'. La teoría, sólida y fría, se extiende como una capa de hielo que no deja demasiado lugar a dudas.

En la escena que sigue, Claudia se arma bucles en el pelo mientras habla con una integrante de Otrans, una chica que está a punto de festejar sus 21 años en una fiesta al mejor estilo quinceañera. Mientras le pinta los labios, una Claudia seria, en rol materno explica: sabemos que cuesta pero vos tenés que terminar tus estudios, nena, la calle no es un proyecto a futuro, y lo más probable es que termines en un ataúd. Quizás el contraste más interesante entre este diálogo y el anterior sea la contraposición entre los tonos manejados: en su voz se oye el consejo de una madre que, lejos de hablar desde el prejuicio, comparte una vida de supervivencia.

Hay una serie de debates que surgen en el documental, el trabajo sexual, el feminismo radical que excluye a las mujeres trans, que son discusiones muy candentes dentro del feminismo. ¿Ya tenías una postura sobre estos temas, habías planeado que formaran parte de la película?

-Yo venía con un dilema sobre la división en el feminismo. Y lo encontré de nuevo en la peli. El tema del trabajo sexual surge porque es lo que divide de manera histórica a las feministas. Yo elegí hacer este doble retrato entre dos maneras de verlo. Violeta puede decir que no es abolicionista, Claudia está todo el día trabajando con trabajadoras sexuales. En Francia yo formo parte de movimientos que no son abolicionistas, pero estoy de acuerdo con lo que dice Violeta en la película: puedo tener una opinión, pero como no soy trabajadora sexual no puedo juzgar a los demás en lo que hacen. Las feministas radicales también son un tema universal y problemático del feminismo, que para mí es una lucha revolucionaria y no tiene que ver con el biologicismo, con el esencialismo. Pasé mucho tiempo en Francia con chicas que luchan por los derechos de las madres, o por la paridad en los salarios, cosas muy esencialistas, no es mi lucha. Para mí el feminismo es algo mucho más exigente. Un cambio de paradigma. 

Se proyecta el jueves 28 de octubre a las 20.30 en el Malba, Av. Figueroa Alcorta 3415. También se podrá ver con entrada gratuita el martes 2 de noviembre, a las 20.30, en el C. C. de la Memoria Haroldo Conti. Y del 30 al 31 de octubre se podrá ver gratis por la plataforma Cont.ar todo el país. Para reservar entradas: festivalasterisco.com.ar