Tras casi veinte años al frente de Rosal, la cantante María Ezquiaga acaba de publicar su disco debut como solista. Se llama Interacción, lo pueblan ocho temas y para quienes quieran revelar sus enigmas in situ, hay un día, una hora y un lugar: este jueves a las 20 en Thelonius (Nicaragua 5549). “Poner tu nombre en un disco es hacerse cargo de un montón de cosas. Por lo demás, no veo muchas diferencia respecto de lo que venía haciendo con Rosal. Lo único distinto, tal vez, sean los arreglos, la propuesta sonora”, asegura.

-La paradoja es que el disco se llama Interacción y esto supone una acción con otro. ¿Cuál o qué sería ese otro?

-Siento que varias letras del disco dan cuenta de con quién me estoy relacionando cuando hago música. Además, el hecho de salir a recorrer un camino distinto supone encontrar nuevas interacciones. Por otro lado, la pandemia demostró que fuera de las interacciones no podemos existir.

-¿Las canciones fueron concebidas durante la pandemia?

-Alguna sí, pero en realidad este es un disco que íbamos a grabar en abril de 2020. Por lo tanto, no fue concebido en pandemia. De todas formas, creo que ella influyó en la terminación del trabajo. Incluso, la letra del último tema (“Hoy”) tiene una referencia clara cuando dice “aunque el futuro no se ve claro, hoy es un día de sol”. Podría ser de cualquier momento, pero fue de la pandemia. El hecho de que las canciones tengan como una cosa bastante reflexiva y melancólica las conecta con el marco.

-Cantaste en Rosal durante dos décadas. ¿Qué fue esa banda para vos?

-Una casa, una escuela, una familia. Familia, porque Ezequiel Kronenberg y Martín Caamaño son dos hermanos con los que puedo contar siempre. Escuela, por el aprendizaje que implicó cada disco respecto de la cercanía para con la música, y casa, por la calidez. Creo que el mejor momento que atravesamos fue cuando hicimos La casa de la noche, porque veníamos de tres discos bastante pop, y en este nos habíamos propuesto hacer algo mejor que aquello. Entonces, dedicamos mucho tiempo tanto a grabar como a pensar de qué manera presentarlo en vivo. Además, es el disco por el cual he recibido muchos comentarios de colegas que admiraba. Recuerdo que cuando tocábamos los tres primeros discos, el comentario de afuera que nos llegaba era "Ah, Rosal, sí, la banda que escucha mi novia"… Sentía que se encasillaba al grupo ahí, algo que cambió con La casa…, porque fue un disco que integró, que abrió para otros lados.

-¿Por qué se separaron?

-Porque cada uno estaba con distintas inquietudes. Lo cierto es que siento mucha nostalgia por lo que me pasó con la banda, porque lo que pasó fue mi juventud, nada menos. Fue muy fuerte Rosal, en todo sentido.

-Las canciones de Interacción son melancólicas, despojadas y emocionales. ¿Tienen que ver estos sentimientos con la nostalgia de la que hablás?

-Sí, porque la decisión de no tocar más con Rosal me dejó en un estado de duelo, de tristeza. Y ese aire precisamente está en algunas canciones. Pero bueno, eso ya está, y ahora la idea es grabar otro disco con sensaciones renovadas. Lo duro fue el momento de transición entre lo grupal y lo solista.