También desde las generaciones más jóvenes, el jazz que se hace por estos tiempos en Argentina ofrece óptimas muestras. Interior, por ejemplo, el disco debut del guitarrista y compositor Javier Madrazo, sorprende por equilibrio y madurez. Con Ernesto Jodos en el piano, Jerónimo Carmona en contrabajo y Fernando Moreno en batería, Interior se articula en siete temas, cinco propios y dos standards. Con veinticinco años, Madrazo es uno de los nombres que asoma desde estas nuevas promociones del jazz local, con una música que conoce la tradición de la que proviene pero que se diversifica en riegos propios y búsquedas personales.

Hace años que me estoy formando, estudio continuamente y siempre trabajo con la idea llevar mi música al disco”, comenta Madrazo al comenzar la charla con Página /12. “Pero por varios motivos en un momento me encontré estudiando y tocando casi exclusivamente para distintas propuestas de las que soy parte, sin poder profundizar una búsqueda personal, indagar mi propia voz. Y eso demoraba la decisión de sacar un disco. En la pandemia, sin poder salir a tocar, ocupé mi tiempo en profundizar algunas ideas. Este trabajo encapsula eso”.

La música de Madrazo suena abierta y franca, logra equilibrar diferencias y hacer concluir su variedad hacia un punto común. Gran parte del mérito es de un cuarteto notable, que en sus elaboraciones controla con sabiduría y experiencia esa forma de energía desmesurada que suelen tener los discos debut. Jodos, Carmona y Moreno componen una compañía excelente para el guitarrista, que sin renunciar a su rol de líder habilita los diálogos y los contrastes que sostienen la dinámica del grupo. “¡Se armó un cuarteto que me hizo ponerme las pilas! Era el mejor lugar donde podía estar y resultó un momento de crecimiento maravilloso, porque estos músicos sacaron lo mejor de mí”, asegura el guitarrista y compositor.

Madrazo cuenta que cuando decidió hacer su disco contactó primero a Jodos, para que lo aconsejara sobre cómo abordar un trabajo como líder. “Ernesto es una de las grandes figuras de jazz actual, lo escucho desde siempre, un músico de una versatilidad formidable y director de la carrera donde estudié (en el Conservatorio Manuel de Falla). Es un gran ejemplo de cómo ser músico. En principio lo consulté de manera muy general. Yo no tenía experiencia en hacer un disco propio. Cuando vas a grabar a una sesión como músico recibís todas las indicaciones, ahora tenía que darlas yo. Nadie mejor que Ernesto, que participó en infinidad de grabaciones, para orientarme. Mucho después, cuando el proyecto empezaba a tomar forma, me animé a proponerle ser parte como pianista. Cuando me dijo que sí, casi muero de felicidad”, recuerda.

Black Hope, del saxofonista Kenny Garret y el único disco personal del pianista Kenny Kirkland – que además toca en el de Garret–, son las referencias de Madrazo para su Interior. “Lo que me llamaba la atención de estos discos era la diversidad. Y yo quería encarar un trabajo desde ese lugar”, explica el guitarrista. “Ernesto me ayudó a ordenar las ideas, pensar un repertorio, organizar la grabación, darle un orden y una dirección estética al disco. En un punto había que armar un cuarteto a la altura del proyecto y además de invitar a Jodos se me ocurrió llamar a Jerónimo Carmona, con quien ya había tocado. Él también podía aportar nivel y experiencia, y es de esos tipos que siempre tira buena energía”, agrega. “Para cruzar generaciones convoqué a Fernando Moreno, un baterista joven pero muy experimentado. Él tiene eso que tienen muchos de los músicos de la nueva generación, la apertura hacia otros géneros. Fernando es un baterista que se mueve en el rock, el pop, tiene proyectos de hip hop y también en el jazz. Conoce muchos lenguajes siempre a altos niveles”.

Entre la quietud de temas como “Inmutable” y “Mantra”, la agitación de “Conflicto” y el funky de “El Don”, por señalar algunos momentos de Interior, se despliega la pluralidad de un músico inquieto, que después de las travesías con el cuarteto es capaz de concluir el disco con una notable versión en solitario de “Look for the silver lining”, balada de Jerome Kern. “El proceso de selección de los temas fue muy arduo. Más allá de la diversidad busqué coherencia y elegí en función de un relato, no de un simple muestreo”, asegura Madrazo.

A la hora de armar su sonido y enumerar sus influencias, no aparecen solo guitarristas. “Muchas cosas de otros instrumentos me resultan interesantes, por eso tengo referentes en una gran variedad de músicos. También hay guitarristas, claro, como Mike Moreno, con él tomé clases en Nueva York, o Kurt Rosewinkel, admiro su sonido. Pero miro más al piano y al saxo, incluso a la batería. Hay mucha gente que toca muy bien y el jazz está en todos lados”, concluye. En tiempo de regreso al vivo, Madrazo tuvo oportunidad de mostrar su trabajo, con un cuarteto que se completa con Oscar Giunta en batería, Leandro García de la Maza en piano y Sebastián de Urquiza en contrabajo, el mes pasado.