Alejandro Alvarez, cantante y guitarrista de Barco, no come carne. Pero espera a sus compañeros de cuclillas en una esquina de Palermo en la que se postra una carnicería. Quizá no se dio cuenta de la paradoja, porque está en otra: es su cumpleaños. Su mejor regalo lo recibió días atrás, cuando se enteró de que el nuevo disco de su banda, Era es será (2016), está nominado en la categoría “Mejor álbum grupo pop” de los Premios Gardel. “Si hay un espacio en el que reconocen lo que hacemos, bienvenido”, opina. “Estaría bueno que tuviesen un recambio, eso es lo que hace ruido. Pero la renovación se viene porque no les queda otra.” Cuando aparecen los otros tres Barco, se adentran en un bar. Mientras llega el pedido, Ale explica que al abordar su segundo material no los inhibió el éxito de su debut, Antes del desmayo (2013). “Es borrón y cuenta nueva. Nos propusimos hacer las canciones que nos divierten, así como las que nos conmuevan y gustan.”

Después del arribo de café, té y cerveza, el tecladista Ramiro Cremona recrea Era es será. “En el primer disco los sintetizadores están muy presentes. Pero entre un trabajo y otro vinieron años de mucho toque en vivo y ensayo, y ese sonido orgánico representa la novedad.” Si bien lo nuevo es fiel a la naturaleza musical del cuarteto, hilvanada por un GPS melódico aceitado, arrebato pop, texturas sintéticas y viola funky, el tema que abre el repertorio, Buen trato, a fuerza de tracción rockera, se alza como una advertencia sobre la reinvención. “Lo hicimos para demostrar que también podemos tener una guitarra distorsionada”, dice Alejandro. “Era cortar un poco con esta estética, aunque sin salir de lo que somos.” Ramiro añade: “Pese a las influencias, buscamos autenticidad”. Y el bajista Justo Scipioni tercia: “Que prime la canción. De a poco nos sacamos los preconceptos y vamos hacia eso”. Al fin, el líder grafica: “Hay un espíritu de embarrarse, pero que quede lindo”.

Aunque no es un trabajo conceptual, las canciones de este disco cuyo título versa acerca de la evolución están relacionadas entre sí. “La idea es que escuchés el disco y un tema te pueda remitir a otro”, traduce el tecladista. Pero Alejandro, hermano del baterista de la banda, Francisco, e hijo de Jorge Alvarez, ex Suéter, va más allá. “Son letras que intentan contar algo y que también quieren ser sensoriales. Es lo terrenal e ir un poco más allá.” Algo propio de la escuela ceratiana. No obstante, pese a que son considerados el Soda Stereo del indie argentino, Barco se corre del símil y la escena. “Es muy lindo que te comparen con el número uno, pero es demasiado”, asegura el guitarrista y cantante. “Indie viene de independiente, y no lo somos, estamos en un sello.” Ajeno al nicho y al fenómeno, la agrupación vicentelopense supo hacerse de un público a partir de un alud de shows, canciones hiteras y buen trato a sus fans. “Fue de a poquito. Nos la jugamos a ver qué pasa. Tenemos fe y muchas ganas.”

* Sábado 20/5 en Teatro Vorterix, Federico Lacroze 3455. A las 19.