“Un grito íntimo, personal, profundo pero que clama por compañía, que pide unir a la tribu, llegar a la manada”. De ese modo define la compositora, guitarrista y cantante Florencia Ruiz a su nuevo disco, Aullido (2021), editado en vinilo en la Argentina, Europa y Japón por el sello suizo Tara Records. En estas once canciones, Ruiz entrega un viaje sonoro intimista, visceral, honesto y con una dosis fuerte de experimentación y espontaneidad. “Es un disco bastante poco pensado, como muy improvisado, muy animal. Algunas canciones sí tienen un laburo pensado. Pero en la confección, en la hechura, son muy viscerales. Y creo que eso forma parte de la identidad un poco de mi música y otro poco bien marcado por este aullido”, cuenta la artista, quien so ocupó de grabar todos los instrumentos.

En formato trío, con Marcelo Lupis en teclado y percusión, y Bruno Marchetti en guitarras, Ruiz presentará el disco el sábado 20 de noviembre a las 20 en Quetren Quetren (Olazábal 1784). El grueso de estas canciones fueron forjadas en el estudio de grabación e incluso algunas fueron compuestas y registradas en primeras tomas. Hubo un claro componente lúdico y una necesidad de sacar afuera una verdad. “Es el estudio de un amigo, Mariano (Keselman), y no tenía presiones de ningún tipo. Pero sí quería que fuera un disco muy fresco. Entonces, fue tocar y cantar, y de repente grabarle alguna cosita más. Decir lo que tenía para decir y retirarme”, resalta Ruiz. “Es un disco muy luminoso, también, en el sentido de que no tiene bronca, no tiene rencor, sino más bien trabaja con la aceptación. También porque el contexto de pandemia pone en valor muchas cosas que a veces nos olvidamos. Tanta pérdida alrededor, demasiado dolor. Amigos y amigas que partieron, ¿no?”, se pregunta. “En vez de pegarme por el lado de ‘apocalipsis, fin del mundo’, intenté aferrarme a las cosas lindas, a lo bueno. Salvo la primera, ‘Alguien que no’, que habla sobre la violencia de género…”

-¿Está inspirada en un caso real?

-Es una chica conocida que veo que está con el ojo en compota. Y me cuenta que se metió en una pelea de una cuñada con un sobrino... y yo no sabía qué hacer. Es horrible meterte, pero también es horrible no decir nada. Resulta que el marido la fajaba sistemáticamente. Entonces, me quedé pensando en mi casa. Después me acerqué y le dije que me disculpe, que no me quería meter, pero que las cosas había que hablarlas, que a veces pensamos que nos ocurren a nosotras solas pero le pasan a mucha gente. Después ella me agradeció. Entonces, pensé en una imagen: ella sola, que empieza a llamar a la tribu de mujeres y aparecen todas. Aparecen las que murmullan, las que acompañan, las que aúllan, las que aplauden y se empieza a armar la tribu. Pensaba en la transformación, no en quedarme con la idea de "es lo que hay, ya está", sino poder juntarnos y acompañarnos. Abrir la mochila y sacar todo. Podemos encontrar los caminos de la alegría y el amor.

-¿La idea del nombre del disco viene por el lado de la tribu de mujeres?

-Sí, después me di cuenta que en esa canción estaba aullando, en el momento no lo había asociado. Un día dije "vamos a escuchar todo lo que tenemos" y ahí me di cuenta. Me sentí también identificada con mi perro, que lo fui a buscar a José Mármol, y la primera anoche aulló toda la noche (llamando a los suyos). Y ahí me di cuenta: yo también me siento así. Y también tiene que ver la pandemia. Antes de encontrar el nombre del disco hicimos el video de "Bienvenide a irte", en el que participan mujeres amigas. Yo las junté con la idea de dejar cosas atrás y seguir el camino. Una amiga, por ejemplo, trajo una cajita con "recuerdos que no van más". Cada una pudo exorcizar algo. Pensé en la cosa de la comunión, porque en el tema estoy yo sola. Y ahí entendí un poco qué era lo que nos estaba faltando: lo colectivo, juntarte con amigas, ayudar al otro. Era algo que no existía más porque tenías que estar sola en tu casa. No es que la pandemia me hizo hacer un disco sola: el disco sola iba a venir, era una necesidad. Está muy ligado al deseo: cuando estás sola en tu casa, hacés lo que se te antoja.

-¿En qué sentido este disco está “muy ligado al deseo”?

-Sí, los otros discos también. Pero acá lo asocio con algo puntual: cuando vos tocás con otra persona hay cosas que le gustan y otras que no. Una cosa de dar y recibir. En cambio, acá vos misma tenés que generarte una cosa circular, darte para recibirte. Porque después sin gente no hacés nada. Sin Mariano López que lo masterizó o sin Nora Lezano, que hizo las fotos del arte. En Rumiante (2018) le di la mitad al Mono Fontana y a Sebas Landro. A mí me encanta tocar con gente. Pero este disco es la fiesta de la soledad, porque pedía eso. Para mí era importante regresar a mis primeros discos, al modo de hacer las canciones. Es decir, grabar en un casetito, tocar instrumentos que no sé tocar. Vengo tocando con músicos y músicas que son muy geniales y se nota mucho.

"Esta canción, porque no puedo verte / Es mi canción de amor para vos", canta Ruiz y no se refiere a una persona. "Canción de amor" está dedicada a Japón, su segunda casa. La artista oriunda del oeste del Conurbano viajó ocho veces a ese país para mostrar su música. La primera vez fue en 2008 y desde 2011 viajó todos los años, salvo en tiempos pandémicos. "Allá tengo mucha gente querida... Tantas ganas de ir, tantas cosas lindas que pasan... Es un lugar donde la música que compongo tiene un espacio y es celebrada", dice ella con brillo en los ojos. Hasta incluso tiene una banda japonesa que la acompaña en cada gira por tierras orientales. “Empecé a vender los discos en 2003 en Japón y al toque vendí muchísimo. Y enseguida me llegó una propuesta para editar y luego una invitación, pero me costó bastantes años decidirme a ir. No soy intrépida a lo desconocido ni tenía tanto escenario acá como para ir allá. Siempre hice las cosas cuando me sentí preparada, espero a que se den de manera natural”, dice.

-En tu música aparecen el silencio y la contemplación, rasgos que predominan en Oriente. ¿Eso ya estaba en vos o fuiste llegando a través de los viajes?

-Eso lo tuve siempre, es algo de mi esencia. No decir de más, ser bien reservada. Y también una cuestión austera. Me interesa que me pasen en la radio, pero en un programa en el que la gente esté escuchando. Yo quiero tener un público bueno, profundo, buscador. No quiero darle algo así nomás. O por lo menos intentarlo.