El campamento es un ciclo audiovisual que reúne una serie de conversaciones que ponen en escena la pluralidad de los feminismos. Se trata de cinco programas conducidos por María Pía López y Camila Belizán, quienes llevan adelante las conversaciones de cada capítulo pensadas en torno a un tema. Con Jimena Iparraguirre en la producción, buscaron a quienes vienen trabajando las cuestiones que les interesan de la agenda feminista: la ruralidad y el campesinado, la militancia disca y el reconocimiento de la diversidad corporal, el racismo y las organizaciones para desarmarlo, la postulación de formas de vida en ruptura con las lógicas de la individualización competitiva, la crítica al punitivismo y la idea de justicia feminista. Así invitaron a Deolinda Carrizo, Ayito Cabrera, Sandra Hoyos, Moyi Schwartzer e Ileana Arduino, invitades de este primer tramo de charlas. “Son quienes configuran el escenario de los problemas que queremos considerar como parte de la agenda y de la pluralidad de sensibilidades y corporalidades que queremos que la compongan. Porque pluralidad no es de opiniones sino de experiencias, trayectorias vitales, cuerpos marcados. Hay personas trans y cis, campesinas y urbanas, en este primer grupo”, expresó María Pía.

El primer programa se emitió el martes 23, a las 19, por el canal de la Universidad Nacional de General Sarmiento. Fue una conversación con Moyi Schwartzer, que trajo la pregunta por cómo habitamos con otras personas el mundo, con qué tramas, inteligencias, cuidados y tensiones. “Hay una alegría en Moyi y en cada une de les entrevistades, una suerte de afectividad alegre, surgida no del conformismo o del consumo sino de la afirmación vital, del deseo”, reveló María Pía.

--El campamento puede ser una invitación a acampar, un acampe para tejer compli-cidades e inventar conjuras, ¿cómo interpelan los feminismos en estos contextos, en estas coyunturas?

--Cuando comenzamos a pensar El campamento, estábamos -y estamos- conmovidas por el planteo de Donna Haraway en Seguir con el problema: estamos habitando un planeta dañado y de algún modo es necesario contar cuentos, hacer circular narraciones de otras formas de habitarlo, construir esas otras formas de habitarlo, salir del esquema de la conquista para pensar en las complicidades, en los vínculos interespecies. Pensar desde los restos y retazos, caminar con una bolsa para recogerlos. También por eso nombrar El campamento: lo provisorio de nuestro habitar en el mundo, lo frágil de una carpita. Con Jimena y Camila teníamos esa intuición, que son los feminismos el laboratorio de las apuestas más profundas a la emancipación. 

--¿Cuáles son esos feminismos emancipadores?

--Feminismos siempre en plural y con atención a su caracter querellante, porque no son los feminismos liberales, biologicistas, punitivistas, los que alimentan esa apuesta. Si los feminismos interpelan el presente, es también para afirmar la reproducción de la vida, poniendo en el centro la cuestión del trabajo reproductivo, de los cuidados comunitarios, de la composición con todas las formas de vida, sino también la construcción de una vida digna de ser vivida para todes, y en ese sentido desborda el horizonte de lo existente, abre una pregunta por la transformación radical que dialoga, crítica y polémicamente, con las identidades políticas populares.

--¿Cómo traman estas conversaciones junto con Camila Belizán?

--Camila es una radialista con mucha experiencia en FM La Uni (la radio de la Universidad Nacional de General Sarmiento) y en la Tinku, pero también es militante comunitaria. Es joven y conurbana, y eso pone otro tono en la conversación. Aprendo y me divierto con ella. Por ejemplo, le pregunta a Deolinda Carrizo por la sexualidad y a mí no me sale eso. Mi lengua es más teórica y a la vez más pudorosa en plantearle temas a les entrevistades. Pero pensar juntas es también insistir en los anudamientos, las complicidades, el tráfico entre esos lenguajes, la confusión alegre.

--¿Qué es lo que más te gusta de habitar la palabra?

--Lo mejor es salir de cada conversación rumoreando, anotando cosas, pensando que lo que dijo tal o cual nunca lo habías pensado, haciéndote un nudito en el dedo para acordarte de lo que te había pasado desapercibido. No sé, no tenía nada pensada la cuestión de la discapacidad, y conversar con Ayito Cabrera fue muy revelador, o escuchar a Ileana Arduino desmenuzar el problema de la reparación me dejó días dando vueltas sobre eso. Escuchar a Sandra Hoyos pensarse y pensar el racismo estructural o a Deolinda explicar su devenir feminista, fueron momentos muy intensos. Que te quedan como huella. También con las ganas de que lo mismo que nos afectó a nosotras, les pase a otres. Que quienes lo vean se sientan invitades a conversar, a disentir, a circular esos sentidos.

--Hablando de construir narraciones y de disputar sentidos, salió tu último libro, Quipu, ¿cómo lo definís?

--El libro lo presentamos ahora, porque tenía ganas de no hacer presentación virtual, pero salió hace algunos meses. Es un libro sin género, que se deja ir hacia una zona de la escritura que es ensayística y literaria, quizás el más libre que escribí. Tomé la idea de nudos de Julieta Kirkwood, una idea que no termina de definir, que va rozando como roza los nudos mismos, para entender cómo se anuda el cuerpo y el mundo, la afectivi-dad y la política, el poder y el saber. Pero también la idea del quipu como serie de nudos que permite contar en todos los sentidos de la palabra, de cuenta y de narración. Creo que los feminismos son un laboratorio formidable, que no cesan de poner nuevos pro-blemas, de tener consecuencias inesperadas e incluso indeseadas -como los retornos esencialistas o los entusiasmos por el castigo-, pero a la vez hay muchos esfuerzos para pensar esos problemas, mucho riesgo, mucha apuesta vital, mucha desobediencia.

--En el libro incorporás la práctica del yoga, ¿qué te modificó, qué te hizo pensar?

--Me hizo pensar de otros modos. Que no es solo hacer una u otra posición, una asana más o menos compleja, sino lo que te abre de percepción, el tipo de materialismo al que te obliga esa conciencia, porque el cuerpo te obliga a la humildad y a la vez a la exploración de su enorme potencia. De algún modo, conventilleo también entre practicantes de yoga, por eso el libro está dedicado a mis amigas y entre ellas a mi maestra de estos años.

El campamento se emite los martes, a las 19, en unitv.ar, el canal de la Universidad Nacional de General Sarmiento.