“Una verdadera oportunidad para cualquier superfan de Ana Bolena, madre de la espléndida Isabel I, se ha lanzado en el mercado: el Castillo Thornbury, del siglo XV, donde la icónica reina consorte y su esposo Enrique VIII pasaron varias noches durante su luna de miel”, avisa la web Jezebel, no sin advertir que “acaso sea mejor que eviten la compra los recién casados, considerando lo mal que acabó la unión para la pobre Bolena”. Terriblemente mal, en honor a la memoria, porque tras apenas tres añitos de matrimonio, padeció cargos de presunto adulterio y traición a la corona, pereciendo en tiempo récord en el cadalso. Apresurándose luego el bravo Enriquito a contraer nuevas nupcias con Jane Seymour, no sea cosa de olvidar… Lo cual no quita –al menos, no necesariamente– que algún devoto millonario disponga de los 8.5 millones de libras esterlinas para hacerse de la histórica propiedad, originalmente construida para el Duque de Buckingham Edward Stafford, que se viera obligado a entregarla al rey por sospechada deslealtad (otro ejecutado). Y que, ni lento ni perezoso, Enrique VIII usó como nidito de amor con la –históricamente reivindicada– Bolena durante poco más de una semana. Empero, según cuenta el cuento, años más tarde la propiedad volvió a manos de los descendientes de Stafford, que decidieron no ocuparla durante dos siglos y dejaron que cayera en ruinas. Hacia mediados del siglo XIX, por fortuna, nuevas manos se encargaron de darle renovada vida, volviendo a la mansión espectacular casa familiar; que, refacciones van, refacciones vienen, ya devino reputado, lujoso y multipremiado hotel hacia el siglo XX, con sus 28 habitaciones en suite, su encantador estilo Tudor, un restaurante premium, sala de conferencias, un viñedo y extensos jardines, entre otras bondades. Bondades que hoy pueden ser de quien decida depositar los 8.5 millones requeridos. Una ganga para quienes premien la herencia inglesa, inclusive –o especialmente– del tipo que hace rodar cabezas.