En toda la región de Hakone es común ver, en las tienditas de recuerdos donde se reúnen desde cuencos para té hasta pequeñas réplicas del Fuji-san, unos curiosos huevos negros que son prácticamente un símbolo de esta zona volcánica. Se trata en realidad de huevos comunes, de gallina, cocidos en los afloramientos de aguas sulfurosas del valle de Owakudani –el “valle del infierno”– después de dejarlos un rato sumergidos y sujetos con redes. ¿Su gran virtud? Dice la leyenda que cada uno brinda siete años más de vida.