La doctora en Psicología Bettina Calvi indagó a lo largo de su extensa trayectoria como psicoanalista la grave problemática del abuso sexual contra niños y niñas. De hecho, su tesis de doctorado fue “Efectos psíquicos del abuso sexual en la infancia”. Como consecuencia de haber escuchado a niños, niñas y adolescentes, Calvi se ha formulado numerosas preguntas. Muchas de ellas intenta reflexionarlas en Los sonidos del silencio en el abuso. Lecturas clínicas con niñas y niños (Lugar Editorial), donde se permite repensar el traumatismo y el impacto que produce. ¿De qué manera se ve afectada la subjetividad ante el trauma de un abuso sexual en la infancia? “Es bien complicado explicar la magnitud del impacto en el psiquismo de una niña o un niño frente al abuso. La mejor forma de graficarlo es pensar en un tsunami o en un terremoto, cómo queda un espacio después de una catástrofe como esa. Así queda el psiquismo infantil luego del abuso”, grafica Calvi en una entrevista de Página/12

--Ese impacto traumático varía si la víctima es un niño de 2, 3 años o de 7 u 8?

--El abuso es arrasador, fuertemente traumático a cualquier edad. No importa si ese niñe tiene 2, 3, 4, 6, 10 o 15. Siempre esta afectación de la que estamos hablando es singular; es decir, depende del momento en que encuentra esta catástrofe a ese chiquito, a esa chiquita o a esa adolescente. Es decir, en qué trabajo psíquico estaba esa persona en ese momento y, además, de la respuesta del entorno. De lo que no cabe duda es que siempre significa un impacto traumático grave.

--¿Cómo impacta en la víctima ese espurio pacto de silencio al que lo obliga el agresor?

--Esa es uno de los sesgos más particulares y más complejos de esta problemática que en sí misma es terrible y que, lamentablemente, tiene una incidencia altísima, mucho más de la que creemos. El tema es que por más que el abuso no salga a la luz en el momento en que se produce, ese profundo cataclismo en el psiquismo se hace escuchar de alguna manera.

--¿Cómo se hace escuchar?

--De múltiples formas de acuerdo a la singularidad subjetiva y a la historia de cada niño, cada niña y de los recursos de cada uno, pero aparecen marcas en el cuerpo, aparecen diferentes síntomas en cada una de las áreas de la subjetividad. Esos síntomas son totalmente diversos. Por supuesto que hay indicadores establecidos que permiten reconocer algunos de esos síntomas, como los que aparecen más frecuentemente en estos casos, pero no hay manuales estandarizados.

--¿Por qué la mayoría de los abusos son intrafamiliares?

--Porque le resulta mucho más fácil al abusador acercarse al niñe en una relación de confianza y en una relación --y esto es lo terrible-- afectiva. Por eso destruye la lógica infantil porque aquel que debería protegerlo es quien lo está agrediendo. Además, ¿cómo desconfiar? Le cuesta al niñe caer en cuenta de que eso que le están haciendo está muy mal porque se lo está haciendo alguien con quien está unido afectivamente.

--¿Por qué suele suceder que una madre cuyo hijo o hija ha sido abusado sexualmente por su pareja trate de desmentir el hecho?

--Es muy interesante esto que pregunta. Muchas veces se sostiene que hay muchas falsas denuncias en relación al abuso sobre niños. Y, en realidad, muchas veces a las madres les resulta muy difícil creer que sus parejas, alguien a quien ellas quieren, pueda ser capaz de dañar de esta manera a su hije. Muchas veces es un mecanismo inconsciente; o sea, desmienten el hecho. Prefieren pensar que eso no puede ser. La cuesta porque realmente es enloquecedor. Entonces, les cuesta mucho caer en la cuenta de que eso es real, que su niño, o su niña está profundamente afectado por un acto de este adulto, que es su pareja, que no ha dudado en utilizar a ese niñe como objeto para obtener placer sexual.

--¿El abuso sexual en niños es siempre también un abuso de poder?

--Siempre. Es un abuso de poder porque involucra a la asimetría. Siempre se trata de un adulto o de alguien que está en una posición de poder y de saber respecto a la sexualidad. Entonces, siempre hay asimetría.

--¿Por qué es un error ubicar psicopatológicamente al agresor? ¿Es tal vez una manera de quitarle responsabilidad?

--Sí. Ya no es tan frecuente pero todavía se escucha que los agresores son personas totalmente fuera de la realidad, o son psicópatas que andan seleccionando sus víctimas como en una película yanqui de suspenso. O que son adictos profundos. Y, en realidad, si nos fijamos un poquito simplemente en lo que aparece como noticias al respecto en el campo social encontramos que no hay un perfil del abusador. Hagamos memoria: por ejemplo, el cura Grassi, Darthés, más todos los que vemos a diario, personas dentro de nuestro propio campo psi que han sido muy reconocidas en el estudio de la violencia y demás, sin embargo, luego se han conocido sus historias como pedófilos. No hay un perfil. Son varones en un posicionamiento absolutamente patriarcal, perversos en el sentido de un concepto amplio de perversión, que conocen la ley, pero aun así la transgreden para lograr ese goce que están buscando en el cuerpo de les niñes. Usan a les niñes sin importar los efectos que provocan en ellos.

--¿En qué difiere si el perpetrador es un adolescente y no un adulto?

--Es bien problemático el tema. Yo creo que en lo que difiere es que cuando se trata de un adulto es un delito que debe ser castigado y debe tener una condena porque eso es parte del resarcimiento para las víctimas. Pero cuando se trata de un adolescente, si bien el abuso existe, el abordaje tiene que ser distinto porque estamos hablando de alguien que aún es un menor de edad también. Entonces, también le cabe la ley de protección integral de niños, niñas y adolescentes. Entonces, hay que hacer un doble abordaje para la víctima, sanción también para el agresor, pero ese adolescente también debe ser atendido en relación a lo que es: un adolescente que, por alguna razón, está en esa posición. Habrá que investigar y habrá que evaluar. Pero hay muchas más posibilidades de que haya un tratamiento y una modificación en la posición subjetiva de ese chico con tratamiento. Muchas veces se trata de pibes que han sufrido en sí mismos abusos anteriormente.