Tenía 91 años de vida y más de 60 de trayectoria, pero vivió una existencia tan vertiginosa que incluso esos números, inmensos, pueden llamar a engaño. La cantante brasileña Elza Soares, que murió este jueves en su casa de Río de Janeiro, vivió mucho más que cualquiera. La salud venía pasándole factura de esa intensidad desde hacía tiempo, pero no había logrado alejarla de los escenarios. Tampoco había mellado su capacidad para reinventarse siempre: algunos de sus últimos discos, entre los 34 que publicó, marcan su vocación por expandirse hacia otros sonidos, incluyendo la electrónica y el hip hop. 

Pero su vida estuvo marcada, desde los años 50, por el samba y la bossa nova, fusionados con otros elementos como el jazz y el funk. Tenía una voz áspera, de mujer dura y sufrida. Eso en el plano artístico. En el personal, la pobreza, la fama temprana, las tragedias familiares y los escándalos mediáticos la acompañaron desde temprano. Con un hito que significó un punto de inflexión: su vínculo con el sensacional futbolista Mané Garrincha. Soares ya había quedado viuda a los 21 años de su primer esposo, con quien tuvo cinco hijos. Pero la relación con el delantero, que ella definió como atravesada "por el deseo y el dolor" resultó traumática: Elza sufrió violencia física y psicológica a manos de  Garrincha, que era alcohólico. Tuvieron un hijo en 1976 y al poco tiempo la cantante dejó al futbolista. Garrincha moriría también un 20 de enero, pero de 1983, y el hijo de ambos, "Garrinchinha", perdería la vida tres años después en un accidente automovilístico, hecho que provocó una fuerte depresión en Soares. Estuvo al borde del suicidio. 

Se fue de Brasil y volvió recién en 1994 para relanzar su carrera. Tres años después publicó Trajetória y ganó el Premio a la Mejor Cantante de Samba. Un dato curioso de su vida artística: el más vanguardista de sus discos lo grabó a los 85 años. A Mulher do Fim do Mundo, un álbum moderno en todos los sentidos, con una temática que abordó la violencia de género y el ambiente de los bajos fondos brasileños. 

El título de la biografía que escribió José Louzeiro grafica de manera notable lo que fue el recorrido de Elza Soares, una mujer que vivió "cantando para no enloquecer".