Rosa Babel vació el alma completa para volverla a llenar con ron. Nada en su boca. Nada en su consciencia. Nada en su discurso. Nada en su estómago. Nada en la frutera. Nada en sus gestos. Nada en los huesos. Nada en sus intenciones. Nada en la jabonera. Nada en el karma. Nada en su lugar. Nada en el monedero. Nada en su naturaleza. Nada en los omóplatos. Nada en el pie derecho. Nada en su química. Nada en el rostro. Nada en el salero. Nada en su tiempo. Nada debajo de las uñas. Nada en su vieira. Borracho Lirio John. Evento galáctico. Pronto. Ahora mismo. Beben la sangre de sus heridas. Embriaguez entrópica. Entropía beoda en el sótano. Dame un chupito de ron. Llegan Rosas Babel de todos los tiempos a vaciarse por completo. Ratas y sardinas en un mismo frasco de escabeche. Lirio John de detrás del armario se mantiene sobrio. Parece que Rosa Babel quiere poner a prueba mi resistencia pero yo ya no resisto. Resueno. Que haga lo que se le cante con el karma y las moiras. Lirio John anda con un abismo en cada mano. Trata de embocar un abismo en un cesto de papeles y otro abismo en el macetero pero este último cae en el noveno cielo, y ahí no hay nada de carne. Oficial. No hay carne en el noveno cielo. Quieren ir las Rosas Babel de todos los tiempos porque no son de carne, pero la Rosa Babel de carne y hueso lo impide. Karmas y cornetas abstenerse. Los dioses, a sus covachas, ordena Rosa Babel. Karma-corneta y Moira-manguera se pusieron en primera fila para el escaneo de mitocondrias. Una cadena de sintagmas romperá el tiempo pero no abolirá el azar, estoy segura. Y romperá el espacio, estoy segura. Ochocientos mil dólares. Me gustan los ochocientosmil. De lo que sea. Librarme de los ojos viejos y llenarme de ochocientosmil pestañeos. Librarme del mensajero que repite siempre el mismo mensaje y atar ochocientosmil silencios con el hilo que me queda en el carretel. Lirio John va a atar ochocientosmil abismos en lo que queda de su carretel. Lirio John de detrás del armario tiene lista la bala de plata. En cuanto el corazón vampiro se pare en sus dos patas, zácate: le da un balazo. Rosa Babel cae cada vez en un pozo más profundo de ron. El perro negro no le es fiel y eso la tiene endemoniada. Vampírica. Se va a chupar la sangre de las ochocientasmil Rosa Babel que se le crucen por la memoria. Lirio John le trae ochocientos mil códigos akáshicos para quitarle el cerrojo al cerebro, para avanzar hacia el principio y dejar de retroceder hacia el futuro. Lirio John juega con los ochocientos mil abismos pensando en que las ochocientas mil Rosa Babel caerán en ellos, pero no. No van a facilitarle el trabajo. Cada abismo tendrá que tragarse a su Rosa Babel. Tendrá que mirarla a los ojos y tragarla. Y no verá miedo. Verá que cada Rosa Babel ve. Ve su abismo. Y así la serie Rosa Babel queda sanada y esta última Rosa Babel que vive en mi sótano sube al auto de Lirio John. Se siente una princesa ancestral que avanza hacia el origen y deja atrás el porvenir. He estado muy estresada. La llama violeta de la vela que me regaló Eduardo cubrió otras situaciones emergentes. Que sea lo que deba ser. Que llueva ron en el campo. Que llueva un ron macho y un ron hembra en el campo y en las Islas Caimán. En Villa Piolín y en la placita de Curuzú Cuatiá. Listas son las ochocientas mil Rosa Babel que saltaron el alambrado del cerebro. Podrían haber llevado a Lirio John al cadalso con tal de resolver todas las cagadas de la puta vida de esta Rosa Babel que debería sanar toda la serie, pero no. Momento culminante. No es más que una jodida vida personal en aporía. Todo lo demás, viento en popa. Oídos sordos, personas altas. Zapallito de tronco, trabajadora sexual. Lirio John de detrás del armario va hasta el fondo, guarda la bala de plata y se dispone a atascar toda la jodida genealogía Lirio John. El sótano es una papa caliente. Otro mundo de buenas a primeras. Favor de no molestar. Gente alta trabajando. Hola. Aquí oídos sordos. Esto merece un brindis. Zapallito y tanga. Igualmente Lirio John sigue con las manos llenas de abismos. Se pierde el brindis. Este brindis a mí me da náuseas. ¿Quién es? La llama violeta. No la dejes ir, no la dejes ir porque, te lo digo yo. Quién es Violeta, la que se va sin decir adiós. No se puede estar segura de nada. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Lanzadera cósmica hacia atrás y hacia adelante. Lirio John de detrás del armario me llama. Tengo que atravesar el sótano lleno de Rosas Babel enroscadas en los abismos de Lirio John. Movimientos en ocho destraban la rueda kármica. Noche suave y benéfica para la Rosa Babel que acepte su destino. Oficina de personas trabadas por el karma. Atiende las 24 horas, todos los días del año. ¿Qué? Costando, costando, costando y yo pagando, pagando, pagando. Yo tampoco me voy a tirar al abismo. Como lo dijeron todas las Rosas Babel, si el abismo me quiere que me chupe, que me chupe entera y después me trague. Llamativo crepúsculo de nunca nada siempre. Stop. Recuerdo que el matafuego está descargado. Hay siete señales que no sé cómo interpretar ni usar. ¿Qué sabe esa Rosa Babel por encima de todas las otras? Que un cristal de tiempo ilumina su camino. Será una súper nova. Buena decisión. Ex mujer convertida en súper nova. Gasto y golpe. Hiciste lo que pudiste. Puente extendido. El silencio es el puente. ¿Qué querés que diga? Nada. Por favor no digas nada nunca no. Servicios innecesarios. Que sea lo que deba ser. Que llueva ron en el campo.

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