El verano del 2022 trae para la sala Caras y Caretas 2037 (Sarmiento 2037) dos reposiciones de indiscutible relevancia en la cartelera teatral de Buenos Aires: Terrenal (Pequeño misterio ácrata), escrita y dirigida por Mauricio Kartun; y Othelo (Termina mal), la tragedia de William Shakespeare adaptada y dirigida por Gabriel Chamé Buendía. Dos obras para ver por primera vez o para repetir si ya se han visto, porque se trata de materiales que renuevan su sentido y actualizan sus metáforas permanentemente.

“Para nosotros las obras Terrenal y Othelo son dos clásicos del teatro de nuestro país, y al pensar en clásicos debemos tener en cuenta algunas ventajas puntuales. Primero y principal, uno sabe que va a sentarse en una butaca a ver un clásico y está seguro de que no la va a pasar mal. Y como la pasó bien o muy bien, la puede ver varias veces (como todo clásico). Además, uno puede recomendar un clásico con la seguridad de que no va a defraudar a nadie”, destaca Marcelo Melingo, a cargo de la dirección artística y la producción ejecutiva de CC2037 junto a Horacio David.

Othelo lleva por subtítulo el spoiler de toda tragedia: termina mal. Shakespeare creó a partir de los personajes de Othelo, Desdémona, Yago y Casio un relato sobre el poder destructivo de los celos que sigue teniendo resonancias en la actualidad y que puede ser leída a la luz de las nuevas reflexiones que trajeron los movimientos feministas. Chamé Buendía elaboró su propia versión a partir del clown, el teatro físico y el burlesco para explorar las fronteras (siempre difusas) entre lo cómico y lo trágico. En una puesta despojada de todo realismo cotidiano, el gag cómico del slapstick se convierte en protagonista y con ironía demuestra que la solemnidad no es la única vía para acceder a los clásicos.

“Creo que Shakespeare está vigente desde hace más de 500 años, y Othelo encaja en esta actualidad del autor. He intentado generar algo lúdico con respecto a lo shakesperiano respetando su palabra y su idea, sin transformarlas. Es impresionante el modo en que la obra toma cada vez más fuerza con todo lo que viene pasando respecto al racismo en el mundo, los femicidios y la opresión femenina en general. La puesta se vuelve a poner en vigencia por el eco que tienen estas problemáticas en la sociedad”, señala Gabriel Chamé Buendía en diálogo con Página/12.

Cuatro actores interpretan los distintos personajes de la pieza: Matías Bassi es Othelo; Elvira Gómez da vida a Desdémona, Brabancio, Montano y Bianca; Nicolás Gentile es Yago pero también el Duque; Andrés Soler encarna a Rodrigo, Casio, Emilia, Brabancio y Ludovico. El crítico teatral Juan Carlos Olivares Padilla de El País definió al elenco original que se presentó en la Sala Villarroel de Barcelona como “cuatro comediantes sin piedad por el plexo solar”, y describió la reacción del público barcelonés como “una masa de cuerpos rendidos y convulsionados por la física risotada”. Se trata de un montaje heterodoxo que con múltiples recursos desafía los prejuicios de aquellos que asocian el denominado “teatro culto” con la escasa accesibilidad.

En relación al humor y la precisión de esta pieza, su director asegura que –tal como el vino, el whisky o un buen coñac– se transforma con el paso del tiempo. “La puesta está añeja, en su punto, los actores entienden cada vez mejor la profundidad de sus acciones, la profundidad de las intenciones del texto, y todo va a un ritmo muy bello. En ese aspecto, no está automatizado ni fuera de moda o fuera de tiempo”, dice, aunque aclara que no comparte la lógica de “estar a la moda” con respecto a las cosas actuales.

Chame Buendía

“Es algo que no me agrada. La actualidad me parece muy egocéntrica. Yo creo que todos vivimos los mismos problemas desde hace mucho tiempo, entonces debemos ayudarnos y expresarnos de la mejor manera posible”. Chamé Buendía explica que la renovación del equipo trajo frescura y unas ganas renovadas y, muy entusiasmado, celebra: “¡Othelo se ha convertido en una escuela de teatro!”. La décima cosecha de esta tragedia shakesperiana podrá verse los viernes a las 20 y los sábados a las 22.30 a partir del 4 de febrero.

En la versión conurbana del mito bíblico que propone Terrenal, Caín (Claudio Martínez Bel) es un fecundo productor morronero y Abel (Tony Lestingi), un vendedor de carnada viva en una banquina del asfalto que va al Tigris. Tatita (Claudio Da Passano), por su parte, siempre es una fuerza ausente pero regresa al finalizar la melancolía dominguera para arbitrar el conflicto entre estos hermanos obligados a compartir un terreno baldío (su “Edén berreta”) y condenados a la tragedia.

Entre muchas otras lecturas, Terrenal propone una gran reflexión sobre el vínculo entre el hombre y la propiedad: Abel es, Caín hace y Tatita se convierte en una deidad chapucera defensora del disfrute; el nómada vive y se desplaza por una tierra sin fronteras, mientras el sedentario constructor de ciudades amuralladas cerca y delimita para proteger aquello que se ha ganado “con el sudor de su frente”. La visión de Caín no solo sigue vigente sino que hoy es hegemónica: el capitalismo ha ganado y con la pandemia ese fenómeno parece haberse agudizado.

Cuando se esperaba una mayor generosidad y solidaridad entre los humanos, la advertencia de Tatita sigue en pie: “Amarás más a los inmuebles que a los hombres (…) no querrás que te vaya mejor. Querrás que a los otros les vaya peor”. El poder del mito es innegable y se renueva todo el tiempo. En un breve ensayo que acompaña la edición de la pieza por Atuel, la teórica Natacha Koss señalaba: “La mitología acostumbra a contemplar la historia como una secuencia de repeticiones de modelos o patrones y no de acontecimientos únicos. En este sentido, el nuevo mito kartuniano (si se permite el neologismo) instala el conflicto del presente en el inicio de los tiempos. Pero en la cima de la experiencia teatral, nos encontramos con el mito y la metáfora como dos aspectos de una identidad”.

“La nuestra es una inversión bizarra: no ahorramos energía, tiempo ni dinero. Me he preguntado qué justifica pasarse meses en este espacio tomando mate y engordando de angustia. Mi respuesta es: el hecho de hacer”, declaraba Mauricio Kartun a Página/12 en relación al proceso creativo, días antes del estreno de la obra en 2014. Siete años pasaron de aquel acontecimiento y Terrenal sigue resonando con fuerza entre espectadores vírgenes y repetidores, con su mirada sobre lo metateatral intacta. “Mi hipótesis en esta obra es entender al teatro como un espectáculo de varieté. La estructura del varieté era la elegida por el dadaísmo, porque al no tener un valor de representación, al no querer decir nada y estar armada de una manera azarosa, se parece a la vida”, reflexionaba el dramaturgo.

Consultado por este diario sobre el regreso de Terrenal a Caras y Caretas, Kartun dice: “Reestrenamos en novena temporada. Vamos hacia las mil funciones. Es un número. Suele hablarse en estos casos de un ‘fenómeno de público’. Y es justo, sí, pero insuficiente; es solo una parte de la rareza. Hay siempre oculto en estos casos además un ‘fenómeno de artista’”. El creador explica que las puestas son “soportes maleables, blandos, y la vida los deforma, los desgasta. El repetir suele limar la gracia de cualquier cosa. Imaginate repetir mil veces un gesto y que tenga cada vez la misma chispa. El público no tiene porqué saberlo, claro, porque cuando paga una entrada paga el resultado, pero con tantos años en cartel, para conseguir ese resultado el laburo es cada vez más intenso”. La novena temporada de Terrenal podrá verse los sábados y domingos a las 20 a partir del 5 de febrero.

En Terrenal han cambiado las tríadas bíblicas-conurbanas (Martínez Bel, Da Passano, Lestingi, Rissi, Bruza) pero la potencia sigue siendo la misma. Kartun define a su equipo como “un elenco de tres creadores realmente infatigables; proponiendo siempre nuevos gags, buscando nuevas intenciones en el texto, sosteniendo el espíritu jodón. Hacen de cada función una fiesta, y el público lo vive como tal”. Pero también rastrea una tercera pata en este fenómeno: el espacio. “El Caras y Caretas no es solo un teatro, es un proyecto cultural. Y gracias a ese proyecto el espectador accede a una sala con las comodidades del mejor teatro comercial y a valores que no superan los de un teatro oficial. Fenómeno de público entonces, fenómeno de artista, y por qué no fenómeno de sala. Una conjunción virtuosa”, sintetiza.

Melingo, por su parte, destaca que el humor constituye al menos el 75% del contenido de estas obras, y eso genera el crecimiento de sus públicos. “En el caso del maestro Kartun, quienes son de la comunidad artística han llegado a llamarlo ‘el Shakespeare argentino’, y en el Caso de Chamé Buendía directamente hace Shakespeare y ‘¡no es clown!’ como comenta irónicamente el mismo Yago en la obra”. Algo que suelen repetir los directores artísticos de Caras y Caretas es que abogan por un teatro que no es independiente ni comercial sino popular, y Melingo subraya: “Un clásico siempre debe ser accesible, y ahí también aportamos nosotros como sala. Brindamos clásicos en el teatro y nos gusta denominar a nuestro proyecto teatro popular”.

La sala Caras y Caretas es relativamente nueva –fue inaugurada a inicios del 2019– pero por sus butacas ya han pasado más de 100 mil espectadores. “Sentimos que se nos ha respetado por la calidad y accesibilidad con la que ofrecemos obras de autores, directores y actuantes argentinos que toda la comunidad cultural prestigia. En otras partes del mundo hay obras que permanecen en cartel entre 5 y 15 años o más, porque siempre hay un público para aquello que se ha instalado como imperdibles o clásicos”, dice.

A modo de balance, Melingo sostiene: “Estamos muy contentos y agradecidos de contar con este proyecto, con los maestros que nos acompañan desde el desembarco al igual que el público junto al que hemos construido este espacio, apoyado y sostenido por una universidad, un gremio y nuestro colectivo cultural”. Además, anticipa que en abril se sumará a la programación La vis cómica –la creación más reciente de Kartun– “y también estamos en conversaciones con Gabriel para un nuevo Shakespeare en la sala”.

 

* Las entradas para Terrenal y Othelo pueden adquirirse a través de Alternativa Teatral desde $450.