“No es una pregunta difícil de responder por qué Joni”, se envalentona Laura Ros tras un propósito: paladear el concierto de este viernes en BeBop Club, cuyo nombre habla de la música y las músicas que la tienen ocupada en los últimos tiempos: “Descubriendo a Joni Mitchell”. “Y voy al porqué: ella es una de las pocas artistas de la historia de la canción que logró combinar una poesía muy compleja con una música muy compleja… y para mí por ahí es un descubrir la obra de ella, y a la vez descubrirme a mí en su obra”. He aquí la matriz esencial de lo que se verá y escuchará a partir de las 20, en Uriarte 1658.

Sostenida en la solidez de su compañero de vida Federico Gil Solá en batería y percusión, y la de Alito Spina en bajo, la Ros empuñará guitarra y voz para transmitir grandes canciones de la canadiense a su trasluz. La estrella de la velada, claro, será la excelente versión de “Woodstock”, pieza que Mitchell grabó al piano en 1970. “Amo este tema por etéreo y por terriblemente poderoso”, manifiesta la hija menor de Tarragó, acerca del primer single de la colección Descubriendo a Joni Mitchell. Vol 1. “Para recrearla, usé guitarra y una afinación alternativa construida por mí, que ejecuto de una manera bastante criolla... ¡si hasta suena medio vidala! (risas)... Mi forma de pulsar las cuerdas es bastante nuestra, quiero decir. Es cierto que respeto el tono, el timbre de voz del tema original y esto, claro, es lo que genera una cosa como muy parecida, pero el sonido de mi versión es más contemporáneo, por el abordaje de banda, y el vuelo que imprime Manu Sija con su violín”, cuenta la música.

“Además, la voz de Joni es como una soprano 'ligera' mientras que la mía suena más pesada. En fin, con 'Woodstock' fue la primera vez que me animé a hacer algo propio a través de un arreglo. Empecé emulando con la guitarra lo que Joni hizo con el piano y una cosa me fue llevando a la otra. El proceso de encontrar la afinación adecuada para la canción también fue todo muy enriquecedor”.

Además del arreglo de guitarra de Ros en “Woodstock” -que incluso subieron a la página web oficial de la canadiense-, la remozada pieza cuenta con arreglos vocales de Mavi Díaz y Acho Estol en contrabajo. “Otra cosa muy loca que me pasó con esta versión es que, pese a lo emblemática que es por su temática, por su letra, a mí me llegó más la música. Me partió la cabeza la manera en que Joni teje la melodía desde un lugar tan original y tan loco. Por eso, cuando la grabé quise hacerla en ese tono, con la voz bien soprano, porque me parece que el agudo también termina de hacer a la cosa”, detalla Ros. “La que sí me llegó desde la poesía, como una puñalada, fue 'Little Green', que también vamos a tocar, por supuesto”.

De un repertorio total de treinta y cinco canciones, la cantautora eligió tocar aquellas emblemáticas “que no pueden faltar”, y otras que tienen que estar, porque las necesita. “Porque me siguen conmoviendo”, subraya. Ambas categorías encierran entonces a “Clouds”, “Ladies of the Canyon”, “Blue”, “Court and Spark”, “The Hissing of Summer Lawns”, “Wild Things Run Fast”, “Night Ride Home” y “Hejira”, otra gema en que la guitarrista, compositora y cantante pone el foco. “A la versión de 'Hejira' le pensé un movimiento más dinámico en cuanto a lo rítmico. La versión original, que por supuesto es maravillosa... ¡encima toca Jaco Pastorius! Es bien rutera, se desliza por la ruta melancólicamente, pero yo la transformé en otra cosa”, explica Laura. Y fundamenta: “Fede armó una base mucho más rítmica en la batería y a partir de ahí, el ánimo del tema se trasladó a otro lugar. Al ser una canción que repite cuatro veces la misma estructura melódica y no tiene estribillo, como la mayoría de las de Joni, para mí era importante que hubiera como un trasfondo hipnótico, pero no basado en el bajo como en la original, sino en el ritmo que proponen la batería de Fede y el sonido volado del violín de Sija. En fin, la obra de Joni es toda única y desafiante para abordar”.

Otra de las razones que llevaron a Ros a seguir las huellas de Mitchell radica en la fascinación que le provoca un carácter no muy usual en la historia de la música: el equilibrio que Joni ha logrado entre poesía y música. “Al ser yo amante de la poesía y también de la música, no me queda otra que fascinarme con lo que ha creado Joni. Ella misma decía que no quería que perdiera la música por la poesía ni viceversa, algo que sucede cuando querés meter muchas palabras en una melodía. Y como además me gustan los desafíos, su obra me interpeló completamente, justo en un momento en que quiero explotar mi lado de intérprete como cantante y guitarrista, apoyada además en un trío que es una bomba”.

La fase cantante-instrumentista que transita Ros a través de Mitchell hizo que su costado compositivo quedara en pausa por el momento. Lo último que grabó como tal fue el estupendo Atar -su cuarto disco de estudio- en 2016. “Hace rato que no estoy componiendo y no tengo un deseo de hacerlo”, asegura ella. “Estoy enfocada más bien en mi plan de cantante e instrumentista. Y si bien lo puedo hacer de oficio, tengo períodos en que no compongo nada y otros en los que por ahí hago un disco entero. Igual, componer no es algo que me desvele, porque no es que estoy en una situación creativa estancada sino, muy por el contrario, estoy atravesando un momento súper activo, muy pero muy metida con la música, sobre todo buscando y trabajando el sonido de mi guitarra”.