Desde Londres

El primer ministro Boris Johnson quiere “doblegar” la economía rusa con el paquete de sanciones que el parlamento británico debatirá este martes. Entre las medidas está el cierre del uso del sistema Swift de pagos internacionales, el congelamiento de activos de bancos rusos y sanciones específicas para más de 100 “oligarcas” y empresas.

Efecto Party Gate

La guerra le ha dado a Boris Johnson la cobertura que necesitaba para sobrevivir unas semanas más al Party Gate, la violación de las normas durante la pandemia por la que lo investiga la policía metropolitana. La pregunta es si la aparente contundencia de esta sanciones se hará realidad o es un fuego artificial lleno de rendijas legales para soportar la tormenta política sin interferir con los negocios de la City de Londres, uno de los paraísos fiscales más grandes del mundo, favorito de la llamada oligarquía rusa.

En el papel, las sanciones parecen un genuino intento de ahogar al gobierno de Vladimir Putin y de generar un conflicto interno con los mismos “oligarcas” que han acumulado su fortuna a la sombra de su gobierno. Entre los "oligarcas" alcanzados por estas medidas se encuentra el ex yerno del presidente ruso, Kirill Shamalov, y los presidentes de varios bancos rusos con operaciones en Londres.

Con estas medidas, y las que sume el parlamento el martes, el primer ministro espera “cercenar a Rusia de la economía global, pieza a pieza, día a día, y semana a semana”. Las sanciones y la dura retórica de Johnson pueden dar la impresión de que el Reino Unido se coloca a la vanguardia de la reacción occidental contra la invasión ucraniana. La realidad es mucho más compleja. Como dicen los ingleses, the Devil is in the detail, el demonio está en el detalle.

Londres o Londongrad

La capital inglesa se ha ganado el apodo de “Londongrad” por la alta proporción de oligarcas rusos que la eligen para lavar sus fondos y reinvertirlos. En el centro de esta operación financiera está la City de Londres y su red de paraísos fiscales que incluyen a territorios de ultramar como las islas Bermudas o las Caiman y dependencias de la corona, como Jersey o la isla de Mann.

Desde que asumieron el poder en 2010, los conservadores han sido los adalides de una apertura financiera irrestricta a todos los capitales del mundo. Una de las medidas, adoptadas en los tiempos de Dave Cameron, fue la desregulación de la Companies House, que pasó de pedir una documentación equivalente a la que se necesita para solicitar un pasaporte a permitir rellenar un formulario online en pocos minutos.

Testaferros

Según el National Economic Crime Centre (NECC), un organismo estatal, una “perturbadora proporción de los flujos ilícitos de la ex Unión Soviética”, se lavan en el registro de empresas del Reino Unido. El NECC calcula que hay 335 mil compañías registradas en la Companies House que no revelan el nombre del beneficiario final de la empresa. El fraude es tan patente que los el NECC ha hallado que los testaferros de unas 4400 compañías son niños de dos años o menos. Entre los clientes de la Companies House figuró hasta 2019 el Macri Group LLP.

Los conservadores han acuñado dos frases para esta política: “Global UK” y “UK is open for business”. Una de las políticas favoritas de esta puerta abierta a los negocios son las “Golden visas” para todo aquel que tenga un mínimo de 2 millones de libras para invertir en el Reino Unido. De las 13 mil “Golden visas” otorgadas un 20 por ciento fueron a ciudadanos rusos: 55 se otorgaron el año pasado.

Golden boys

Con Golden Visas, desregulación en el registro de empresas y los ejércitos de abogados y contadores especializados de la City Londinense, se revolucionó en los últimos 15 años el mercado inmobiliario británico, en especial el de Londres. Una investigación de Global Witness reveló hace dos años que más de 87 mil propiedades están registradas a nombre de compañías anónimas en paraísos fiscales: el valor total supera las 100 mil millones de libras. Transparency International calcula que unas mil millones de libras de adquisiciones en este mercado provino de fondos rusos de “dudoso origen”.

El oro de Moscú

Una de las figuras clave en este entramado es Ben Elliot, fundador de Quintessentially, sobrino de Camila, la Duquesa de Cornwall, esposa del príncipe Carlos, heredero del trono. Quintessentially es un servicio para los super ricos del mundo que recibió en 2016 casi un millón y medio de libras del gobierno conservador “para atraer inversores de alto nivel adquisitivo al Reino Unido a través de programas especiales del gobierno”

Todo está a la vista de quien quiera ver. En 2018, el comité de relaciones exteriores de la Cámara de los Comunes publicó un informe con un título revelador: “Moscow´s Gold: Russian Corruption in the UK” (El oro de Moscú: corrupción rusa en el Reino Unido). El informe concluía que el presidente Vladimir Putin y sus aliados lavaban dinero a gran escala usando esta desregulación a ultranza.

El camaleón Boris

En la escalada previa a la invasión, Boris Johnson anunció que terminaría con las “Golden visas”. “Too Little, too late” (demasiado poco, demasiado tarde), dictaminó el matutino The Guardian: miles de millones habían sido lavados y circulaban en compañías legales. Uno de los beneficiarios de este movimiento era el Partido Conservador que recibió unas dos millones de libras de donantes rusos desde que Boris Johnson asumió su cargo en 2019.

Rusia no es un caso aislado. Isah Radda, un funcionario del departamento de anticorrupción de Nigeria, acusó en noviembre del año pasado al Reino Unido de ser “la más notoria guarida fiscal para los fondos ilegales del mundo”. El autor de Gomorrah, una denuncia de la mafia siciliana, Roberto Saviano, califica a la City de Londres como “el lugar más corrupto del planeta”. Pero ni Italia ni Nigeria tienen el peso o las armas nucleares de Rusia.

"En cuanto haya tiempo"

Volviendo al principio, ¿qué efectividad tendrán estas medidas para “doblegar” la economía rusa? No muy grande, escribió este viernes en el The Guardian, Oliver Bullough, autor del libro "Moneyland: Why Thieves and Crooks Now Rule the World". “Para empezar necesitamos saber quién es el dueño de este país. Las 87 mil propiedades en Inglaterra y Gales que están registradas en compañías offshore lo impiden. Imponer transparencia en este capítulo sería un golpe directo al corazón de la maquinaria londinense del lavado de dinero. Los distintos gobiernos han prometido hacer esto "en cuanto haya tiempo parlamentario para el debate”, pero ese momento no llegó nunca porque prefirieron escuchar a la City que advirtió que una medida así perjudicaría su competitividad en el mercado mundial”. 

El impacto que ha tenido la invasión de Ucrania puede ser el momento para que finalmente se apruebe una ley que exija la publicación de los dueños reales de tanta empresa fantasma y propiedad inmobiliaria. Eso sí, exigirá que Boris Johnson se enfrente con sus amigos de la City. No es muy probable, pero tampoco hay que descartarlo del todo. Como las brujas, los milagros existen.   

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