Esta semana los congresos partidarios del socialismo y del peronismo en la provincia, tuvieron en esta coyuntura preelectoral un denominador común: Las dos cumbres partidarias condenaron severamente las políticas públicas de Cambiemos en el país y sus consecuencias directas y particularmente graves en Santa Fe. A medida que se acerca la compulsa de agosto y octubre, los discursos van perdiendo ornamentos y adquieren un filo que permite acercarse un poco más a lo que realmente piensan los dirigentes. La necesidad de diferenciarse ante un electorado acostumbrado a que se borren los límites entre las distintas fuerzas políticas, requiere después de complejas operaciones para que se empiecen a ver claramente las distintas opciones que van a las urnas.

En el congreso del PS, el titular de la fuerza a nivel nacional Antonio Bonfatti llamó "saltimbanquis ideológicos" a los radicales que mantienen un doble estándar en Santa Fe, aliados al PRO para la compulsa nacional y al propio socialismo para las distintas disputas locales en todo el territorio provincial. El secretario del partido Enrique Estévez pronosticó para estos "vivos y especuladores" que "se van a caer al agua de tanto tener un pie en cada bote". Y fue más allá al denunciar supuestas operaciones del macrismo que "quiere que nos quedemos solos" para que no se replique el Frente Progresista en otros distritos del país.

En realidad no hay tal peligro de réplica del Frente Progresista en otro lugar del país porque el socialismo carece de la fuerza necesaria en otros distritos. La UCR va detrás de los que puedan darle los cargos que el centenario partido les niega por sí solo en las urnas. Esta es la única verdad y es la misma operación que han hecho peronistas sin lugar en su propia fuerza para llegar aliados con el PRO a distintos cargos. No es casual que dos ex presidentes del PJ provincial como Norberto Nicotra y Ricardo Spinozzi sean hoy legisladores del macrismo. Lo mismo que Carlos Reutemann con su senaduría. Aunque, a diferencia del radicalismo, en estos casos se trata de maniobras y pases individuales. En ese sentido, la UCR es más orgánica y decidió sus alianzas en la ya célebre y tumultuosa convención de Gualeguaychú.

Con todo hay que decir que el socialismo no es un convidado de piedra y también podría redefinir su marco de alianzas y si así lo considerase. "Los radicales actúan como una 'querida' y después pretenden que se los trate como a una señora", repetía hace tiempo un viejo líder del PS para explicar el asunto. Pero el PS nunca dejó de "mantener" a esa "querida".

¿Cómo se defienden los radicales‑PRO de estas acusaciones públicas? Lo puso en claro este fin de semana el intendente de Santa Fe José Corral: "Los socialistas se sentían más cómodos con el gobierno kirchnerista", determinó el malogrado candidato a diputado nacional.

Esta afirmación que se utiliza como descalificación, en rigor tiene una lógica bastante clara: Es mucho más razonable que un socialista esté más cerca ideológicamente del kirchnerismo que un radical se acerque a un partido de derecha como el PRO. En teoría, pero en la práctica las cosas no funcionan así. Y el socialismo hizo todo lo posible para diferenciarse del kirchnerismo porque sabía que esos vínculos no le convenían electoralmente. Por eso se declaró "neutral" en el último ballotage, aún sabiendo lo que significarían las políticas públicas del macrismo para el país. El PS no quería malquistarse con el electorado que ya venía con el impulso del "cambio".

 

 

Pero con el resultado puesto y ante la "amenaza amarilla" en territorio provincial, Bonfatti no se priva de hablar de sus vínculos con distintos sectores del peronismo y hasta desliza posibles alianzas hacia el futuro. Es una estrategia para asustar a los radicales, pero tiene algunas raíces concretas que incluso se han materializado en reuniones con dirigentes sindicales de Rosario.

Algunos de estos rastros se pueden encontrar también en el análisis del último congreso partidario del peronismo. Allí la noticia fue la mayoritaria decisión de que el peronismo marche unido a las elecciones. Evitar los frentes por afuera o neolemas que hubieran debilitado seriamente a la fuerza en los comicios. Pero es en los discursos de ese día donde hay que buscar elementos para el análisis. Ninguno de los oradores ‑los hubo del Movimiento Evita y de la Corriente Nacional de la Militancia, entre otros‑ hizo referencia alguna al gobierno provincial. Todos se centraron en las críticas a las políticas del macrismo, pero no hubo ni una sola línea crítica al gobierno provincial teniendo en cuenta que se trataba del peronismo santafesino que, supuestamente, es un partido de oposición en Santa Fe que alguna vez se planteará seriamente ser la alternativa política que vuelva a gobernar la provincia.

El peronismo no es aliado formal del socialismo en la provincia, pero desde hace años mantiene una situación de confort político del que le costará mucho salir. Y el crecimiento del PRO en el territorio los ha llevado a profundizar ese escenario. ¿Qué prefiere la mayoría del peronismo santafesino: Que gobierne la provincia el socialismo o que lo haga el PRO en un futuro? La respuesta es clara pero no sólo desde el plano de las ideas, sino también desde el punto de vista de los distintos beneficios políticos. El peronismo provincial es hoy una fuerza opositora friendly para el socialismo que aquí polariza con el macrismo. Es un escenario totalmente distinto al que se visualiza a nivel nacional.

Es sumamente improbable la síntesis electoral de socialistas y peronistas en Santa Fe aún pensando en un futuro lejano. Sobre todo porque, a diferencia de la UCR, el peronismo aún mantiene el pulso vital de ir en búsqueda del poder y cuando eso quede planteado como una amenaza real hacia la hegemonía del socialista, se presentara un escenario diferente para Santa Fe. Pero eso aún está por verse.