Por Irupé Tentorio y Laura Rosso

“Después de dos años, reencontrarnos en las calles en este 8M es una felicidad, es un lugar para venir a compartir entre nosotras y nosotres, estar cómodas, cantar y gritar. Yo voy a volver a mi casa sin voz pero feliz”, cuenta entusiasmada Aiden en la puerta de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini, donde junto a tantas y tantes espera el momento de empezar a marchar hacia el Congreso. Sobre una de las paredes del frente se lee un afiche en letras negras que dice: “A 68 días del año van 64 femicidios”, y debajo, un cordel del que cuelgan cintas rojas que llevan escritos los nombres de las mujeres asesinadas. Desde hace varias semanas les estudiantes secundaries vienen reuniéndose en asambleas para organizar la logística de volver a tomar las calles, traer ideas y pensar intervenciones para este paro y movilización feminista.

La calle Marcelo T. de Alvear está cortada por cientos de pibas y pibxs, forman parte de la Coordinadora de Estudiantes de Base (CEB), que aglutina a les estudiantes de Caba, mientras por Riobamba llegan más cantando y bailando. El Normal 8, el Avellaneda, el Cortázar, el Lenguas Vivas, el Lengüitas, el Nacional Buenos Aires, el Rogelio Yrurtia, la Escuela de Cerámica, y la Escuela Claudia Falcone, se preparan para salir encolumnades detrás de sus banderas. En el recorrido van a cruzarse con la columna de NiUnaMenos y la del Movimiento Milagro Sala para poder llegar juntes al Congreso.

Esta marcha la estoy viviendo con mucha emoción porque es la primera vez que vengo sola, es decir, no me acompaña ningún adulte. Es divertido venir y tener esta experiencia nueva, pero lo que no está bueno son las cosas que nos pasan, sobre todo, lo de hace unos días, la violación grupal en Palermo”, dicen Nera y Ro que tienen 13 y 14 años y van a la Escuela de Enseñanza Artística Rogelio Yrurtia. Están sentadas en una ronda sobre el asfalto, se maquillaron para la marcha y tienen la potencia de poderlo todo. Vuelven a la calle juntas para gritar que no quieren tener más miedo cuando salen o cuando vuelven solas por la noche.

Mi primera experiencia de acoso callejero fue a los nueve años. Es horrible sentir que no podemos circular con tranquilidad. La red de cuidados que tejemos es entre nosotras, preguntándonos si llegamos bien a nuestras casas. Es una preocupación que sentimos porque nos da miedo que la otra no llegue. Una vez se me quedó el celular sin batería, yo voy al colegio a la noche y no me llegaban los mensajes de mis compañeras, ellas automáticamente le preguntaron a toda mi familia. Fue un susto terrible”, cierra Nera.

Volver a ver a les pibis en las calles es una bocanada de aire fresco, es saber que luego de un año y medio sin la fiesta feminista en el espacio público, volvemos a sentir los abrazos y la energía de lxs cuerpxs. Es un paro y movilización feminista que ocurre entre bailes, cantos, saltos, performances y destellos de esperanza. Se siente que las luchas y los deseos nuevamente son posibles. “Queremos salir a la calle en pollera y top sin que nos chiflen desde la esquina. Estamos acá porque todos los días desaparecen pibas.” Ambar, Joaquina y Yanis tienen 14, 15 y 16 años, “después de un año y medio de no poder salir a reclamar estamos re manija”, dicen y agregan que caminar con miedo es un bajón.

Maica Colantonio, presidenta del Centro de Estudiantes del Colegio Esnaola.

Ema, Coral y Jimena, van a la Escuela Claudia Falcone y nombran los 64 femicidios ocurridos este año como la problemática principal que las convoca. Coinciden en la importancia de la red de cuidados que gestionan unes con otres cada vez que se separan. El “avisá cuando llegás” atraviesa a todas las edades.

Maica Colantonio tiene 17 y va a la Escuela de Música Juan Pedro Esnaola, dice: “Dos años de pandemia fueron desmovilizantes pero hoy esta marcha feminista es una alegría para el movimiento”. Sobre las preocupaciones que tiene, no duda en decir que los varones están “cada vez más fachos y muchos siguen a Milei”. “Están volviendo discursos derechistas que creíamos que ya no volverían. El encierro potenció ese retroceso. Como Centro de Estudiantes no pudimos acercarnos tanto a los más chicos. Tuvimos un montón de victorias con la marea verde sin embargo vuelven estos discursos que creíamos superados”, y agrega que “volver a agitar las calles este 8M es hermoso, aunque yo no veo tanta conciencia de eso en el profesorado, por lo menos en mi escuela”.

Siguen llegando más colegios y una banda de chicas y chiques se acomoda en la calle antes de empezar a marchar. Algunes cantan y otres bailan al ritmo de “América latina va a ser toda feminista” y “Señor, señora no sea indiferente, violan a las pibas en la cara de la gente”. Luego, megáfono en mano leen el comunicado y arman la foto grupal con la consigna “La deuda es con nosotrxs”, que fue discutida en las asambleas que se hicieron para organizar este 8M juntos a varies colectivos de mujeres, lesbianas, travestis y trans populares en la ciudad de Buenos Aires, donde también participaron les estudiantes.

El movimiento estudiantil sostiene desde el minuto uno que todas las deudas son con la educación también, y hoy en día además de ser con la educación, es con nosotras y nosotres, con el feminismo y las disidencias al patriarcado”, afirma Maica. Y agrega que eso interfiere con la Educación Sexual Integral, por eso siguen peleando por la revisión de los contenidos.

“La institución colegio es adultocentrista y se apropia de discusiones que ya se habían ganado como el tema de los baños y las identidades en las listas, porque algunes compañeres no son nombrades con el nombre con el que sí se identifican. Hay una pérdida ahí y por eso hoy venimos a decir que queremos marcar la agenda política”. Juana coincide con Maica, pide más ESI, más información. “Está faltando ESI, que sabemos que ayuda a la concientización”. Maica suma: “Necesitamos material concreto sobre la Ley IVE, que llegue a las aulas porque preservativos no hay, información sobre cómo ponérselo tampoco, y sobre cuidados, menos. Tenemos la ley del aborto pero en las aulas todavía no se vive, por eso, una de las demandas es que sí podamos hacer uso de la ley, de este derecho que tenemos”.

Demandas y deseos

Un 8M en el que las y les jóvenes abrazan la calle y así logran transversalizar todas las discusiones. Porque existió un aislamiento corporal y el encierro afectó particularmente sus vínculos, sin embargo, eso no impidió que encontraran formas para seguir reflexionando sobre cómo quieren que sea su futuro y cuáles son sus demandas. “Las luchas que se vienen son varias, la agenda feminista cambió mucho desde el 2018 a la actualidad. Es importante dar una pelea por la reforma judicial feminista en donde les secundaries deberíamos tomar un rol importante y también informarnos más sobre lo que ya se viene trabajando en ese sentido. En el colegio tenemos algunos espacios para reflexionar sobre varios temas en ese sentido. La idea es que este año retomemos las asambleas y volvamos un poco a ‘la normalidad’ que teníamos antes de la pandemia, comenta Giuliana, vicepresidenta del Centro de Estudiante de la Escuela Normal Superior Nº 7, “José María Torres” y militante en la Insurrecta.

Las estudiantes secundarias en lucha, sin perder el humor ni la alegría.

Sobre los vínculos sexoafectivos Maica señala que cuestan bastante. “La ESI no nos enseña a vincularnos emocionalmente y la escuela tampoco. Puede ser que nos enseñen un poco sobre sexualidad y biología pero todavía falta que nos enseñen a vincularnos. En la pandemia entendimos que hay que aprender a vincularse porque no sabemos cuidar a le otre”. Y Juana rescata el aspecto emocional por sobre lo biológico. También reflexionan sobre el rol que tiene el Estado y hasta proponen algunas ideas sobre lo que sería útil para elles.

Faltan muchas discusiones, dice Maica: “Con el Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad, se podrían hacer muchas cosas, como acercar a las aulas material de la línea 144, por ejemplo, o material sobre reconocimiento de las violencias, o preguntarnos lo que a les jóvenes nos interesa, cuáles son nuestros proyectos de deseo, pero no, no hay una pregunta sobre eso”. La opinión de Maica se repite y muches subrayan la ausencia de políticas públicas para les adolescentes, pero también extienden el pedido a la sociedad y a la justicia. “Más allá de pedírselo al Estado, le pedimos a toda la sociedad que empiece a escuchar más las voces de las pibas y disidencias. Yo soy una piba cisgénero pero hay muchas disidencias que la tiene mucho más difícil, yo milito un feminismo interseccional para que se puedan conocer otras realidades”, dice Giuliana.

La marcha avanza, son varias cuadras de secundaries juntes. Se volvieron a juntar con demandas y deseos para tener un futuro mejor. Marchan y cantan proyectando en sus voces lo sonidos de una fuerza viva.