Una vez finalizada la proyección, el director de la película –que aún permanece en cartelera– Fernán Mirás, reflexionó sobre la devolución que hicieron las detenidas en el penal de Ezeiza. “Me impactó bastante cómo ellas conocían lo que estábamos hablando, todos los procesos judiciales que retratamos ellas mismas lo vivieron.  Me decían ´somos nosotras que estábamos esperando a la Justicia´. Y ahí te quedás sin palabras”, explicó Mirás a PáginaI12.

Más nervioso que de costumbre (“ni se compara la ansiedad que tuve  esta mañana con cualquier otro estreno de esta película”, aseguró), Mirás comentó que la justicia de clase, uno de los ejes centrales del film, “es algo común en todas las partes del mundo y en cualquier tiempo”. “La película está ambientada en otra década, pero tranquilamente podría pasar hoy: si sos pobre, tenés menos derechos que si sos rico”.

Mirás explicó que el guión lo escribió hace un año junto a Roberto Gisper, coproductor de la película. “Él (Gisper) es abogado. Y una de las cosas que quería remarcar era cómo el expediente viaja. Es decir, hay gente en oficinas que firma hojas sin pensar en las consecuencias que reciben, en este caso, las personas de un pueblo olvidado”.  Al mostrar la cocina del sistema judicial, cuenta Mirás, se evidencia el detrás de escena de estas firmas. Por ejemplo, en qué piensa un fiscal cuando se olvida un expediente.

Por último, el director opinó sobre este ciclo de cine en las cárceles federales. “Es un incentivo que los detenidos sepan que hay alguien afuera pensando en llevarte una película. El acceso a la cultura probablemente ayude a que tengas otros pensamientos que no sólo sea mi abogado me llamó o cómo me trata la persona de seguridad”.

Informe: J. B.