Al Chilto se lo conoce como; tomate de árbol, tomate de monte o tamarillo, su nombre científico es: Solanum Betaceum, y forma parte de la familia de los tomates comunes, esos que se compran en cualquier verdulería. En Argentina crece de manera silvestre y se lo puede encontrar en las zonas de yungas de Salta, Tucumán y Jujuy. Catamarca es la zona más austral en donde crece y al no estar protegida, corre peligro.
Se trata de un pequeño arbolito o arbusto que produce frutos comestibles muy similares al tomate perita, al menos en su forma. El chilto es una especie originaria de las yungas, por lo que crece en ambientes muy húmedos y de suelos bien abonados. La selva y el bosque de montaña suelen ser sus hábitats ideales, desarrollándose naturalmente entre los 800 y los 1800 msnm, y donde las precipitaciones superan los 800 milímetros anuales.
En diálogo con Catamarca/12, el biólogo Gonzalo Martínez, explicó que “En lugares abiertos o con menos árboles su copa se desarrolla mejor, pudiendo llegar a los tres o cuatro metros de altura y, además, produce mayor cantidad de frutos. Para un buen crecimiento necesita de mucha humedad y una temperatura regulada, puesto que no resiste muchas heladas y tampoco sequías con calores extremos. En nuestra zona florece desde octubre hasta febrero y sus frutos maduran entre abril y junio”.
“En Catamarca tenemos el privilegio de ser su distribución más austral, por lo que es una especie autóctona de las yungas, hasta el momento encontrada solamente en el departamento Paclín, en denominada selva de montaña”, dijo el biólogo.
En cuanto a las características de esta planta, Martínez, explicó que “En el resto de las provincias por las que se distribuye desde hace algunos años se vienen haciendo estudios importantes respecto a esta especie y hasta se la comercializa localmente. De hecho, está incorporada en el Código Alimentario Argentino y tanto INTA como diferentes universidades y ONGs vienen avanzando en su conocimiento cultural y alimentario, como en su difusión”.
Sin embargo, alertó que “Catamarca siempre es la menos favorecida cuando se trata de protección de la zona de yungas. Todavía hay organismos estatales que ni siquiera incluyen a la provincia como área de distribución del chilto, siendo una especie autóctona en parte de nuestro territorio”.
Potencial
A nivel mundial se utiliza esa especie en diferentes países para su cultivo, el más destacable es Nueva Zelanda, desde donde la comercializan fuertemente con el nombre de “tamarillo” desde mediados del siglo XX, cuando aún era una especie totalmente desconocida en Argentina, incluso en las provincias donde habita naturalmente.
Se trataría de un fruto de los denominados “gourmet”. Los chiltos se pueden consumir frescos, por ejemplo, en ensaladas, o bien cocido, hecho mermelada, dulce o jugo. La pulpa es jugosa, algo ácida, de color naranja o rojiza. Contiene un alto contenido en proteínas, hierro, magnesio, potasio, fósforo y las vitaminas A, C y E.
Martínez, cuyos estudios e investigaciones principales se basaron en las yungas catamarqueñas, mencionó que “Resulta indispensable proteger este lugar donde habita el chilto mediante la creación de áreas protegidas. La actividad ganadera extensiva está generando un gran daño en estos ambientes por el pisoteo y el sobrepastoreo de las plantas jóvenes. A su vez, los incendios provocados por la actividad ganadera pueden llegar a destruir por completo el área de distribución de esta especie si los estados y los privados no hacen algo al respecto y de forma urgente”.
El biólogo aclaró que “Es una especie que habita en la porción más biodiversa que tenemos en Catamarca por lo que una reserva o un parque natural no solo vendría perfecto para su protección, sino también para generar educación y un turismo respetuoso con la naturaleza. Además, generaría un incentivo para el cultivo de estas especies autóctonas que el catamarqueño no conoce”, concluyó.