El mundo de Abelia y Catalina es próximo pero extraño. Ellas conviven los espacios de modos diferentes, personales; en un caso de manera cotidiana por hogareña, entre guantes y delantal; en el otro, de forma cercana a las plantas y sus rituales. Lo que vivencian está danzado, tal vez actuado, y la percepción temporal no es la habitual. ¿Quiénes son? ¿Qué relación hay entre ellas? ¿Tal vez una sea el sueño de la otra? Abelia y Catalina es el proyecto experimental de danza, video y teatro que integran Mariana Frare y Natalia Pérez, con dirección artística de Marcos Ramos, y se estrena hoy a las 20.30 en el espacio Lucerito del Paraná (Guayaquil 619).

Los primeros ensayos que dieron germen a Abelia y Catalina fueron previos a la pandemia, pero el contexto inmediato obró de manera consustancial y tal vez potenció la propuesta. Según comenta Mariana Frare a Rosario/12: “Cuando empezamos a ensayar, una de nuestra premisas fue decirnos que íbamos a llegar hasta el final, porque lo hacíamos para compartir; otras veces, hay proyectos que se truncan en el camino y generan un poco de frustración, pero aquí tuvimos una determinación muy fuerte, la de no parar hasta compartirlo con el público”. En este sentido, el aislamiento forzado generó una primera respuesta, notable: la realización de un audiovisual, seleccionado por el Festival de Cine Latinoamericano 2021, que organiza el Centro Audiovisual Rosario. “Cuando nos encontramos en medio de la pandemia, con el deseo tan fuerte de compartir, fue cuando lo transformamos a formato audiovisual. No teníamos experiencia así que convocamos a un director, Adrián Ruiz Díaz; luego, cuando se abrió de nuevo la posibilidad presencial, sumamos una performance y el trabajo se completó”, continúa.

-¿Cómo fue el proceso de trabajo, de gestación, de los personajes?

-Trabajamos un proceso creativo con una técnica que se desprende del Movimiento Auténtico, una técnica de danza terapia que está basada en Jung, donde se trabaja la idea del testigo. Cuando una improvisaba, la otra atestiguaba. Así, 5 minutos cada una, luego quince minutos o media hora. De la dinámica fueron naciendo los personajes en solitario, pero con un testigo que no participaba sino que atestiguaba la situación. Luego, la pandemia llevó a que estos dos personajes estén encerrados en una casa, sin salir, donde van desarrollando un mundo que se ve como muy natural pero es bastante extraño. Trabajamos muy inspiradas en la poesía de Marosa di Giorgio, donde los mundos oníricos se presentan como algo muy espontáneo y natural. El personaje de Natalia –Catalina– baila y se maneja en su cotidianeidad danzando; y el mío, Abelia, está ligado a mi formación, que viene del teatro de títeres y de objetos; como también soy jardinera, ella hace sus acciones trabajando con plantas, como si fueran sus títeres. Nos resultó muy interesante, porque normalmente los títeres son objetos muertos que un titiritero anima, pero en este caso las plantas tienen vida y son animadas en otra existencia. Es un trabajo muy poético, no vas a encontrar una historia lineal, es muy sugerente y conmovedor, y nos morimos de risa y alegría porque cada uno que lo ve imagina una historia distinta.

Mariana Frare.

-Qué importante librarse, al menos un poco, del peso de las interpretaciones.

-A veces pensamos que Abelia y Catalina son la misma persona, dos aspectos del mismo personaje, porque también nos han hecho esa devolución. Siento que al teatro todavía le pedimos una historia, mientras frente a un cuadro nos paramos para vibrar con la emoción que nos transmite esa imagen. A nosotras nos gusta llevar el teatro a ese punto, donde no darle un sentido a todo, y dejarse permear por eso que nos están compartiendo. El Movimiento Auténtico tiene también esto, no cierra nada en una interpretación sino que todo el tiempo privilegia la pregunta: ¿de qué me está hablando esto hoy?

La presentación de esta noche integrará la proyección del video junto con una performance protagonizada por las dos artistas, y la inclusión de una nueva pieza audiovisual. La dirección artística está a cargo de Marcos Ramos, de quien Frare señala que “con Natalia sentimos que necesitábamos una tercera mirada, que diera unidad a lo que hacíamos. Marcos tiene un vuelo poético extraordinario, y durante los ensayos sus propuestas fueron llevando a estos personajes por otros caminos, que a lo mejor nosotras no imaginábamos. Su mirada fue dando unidad y entidad a los personajes”. De la relación creativa entre Mariana Frare y Natalia Pérez asoma, evidente, una sensibilidad compartida; al respecto, Frare agrega: “Tengo mucha admiración por Natalia, por su responsabilidad y compromiso con el trabajo y la investigación. Nos conocemos desde hace muchísimo años, hemos compartido clases y prácticas pero nunca hicimos nada escénico. Entre las dos hay mucho entendimiento y empatía”. Del grupo de trabajo que también integran, entre otras y otros, Alocasia Odora, Crassula de Fuego y Strelitzia Reginea, vale destacar la inclusión de Maia Basso en la música del video: “Cuando lo presentamos en el Festival todavía no tenía música original, y la convocamos a Maia Basso, a quien valoramos muchísimo, era un sueño que participara. Ella fue la última persona que se incorporó, y con su trabajo el video pasó a ser otro. Creo que conformamos un equipo muy fluido, de mucho disfrutar. Y esperamos que con el espectador se conforme un nuevo equipo, más grande”.