“¿Qué hubiese pasado si nosotros, sus hijos, no nos endeudábamos?” La pregunta la hace varias veces Carolina Gaido. Su mamá, María, fue operada tres veces a causa de un cáncer de colon y tras ello debe convivir con una bolsa colónica las 24 horas del día. En enero de este año el PAMI recortó la entrega gratuita de este dispositivo de ostomía, que hace las veces de colon, al conservar los desechos biológicos. “¿La explicación del recorte? Ninguna. Ella va a la oficina cerca de su casa, con todo el pudor y la incomodidad del mundo, y la sacan corriendo”, comentó Gaido. A su vez, la hija de la afiliada al PAMI explicó que la bolsa colónica cuesta entre 3000 y 4000 pesos, precio que deben abonar mes a mes junto a sus hermanos, incluso cuando no hay más crédito en la cuenta bancaria. Pero las complicaciones para María no terminan en el pago de la bolsa colónica: tiempo atrás, el PAMI cerró una oficina en el Instituto Roffo, hospital donde la jubilada transita su séptimo año de tratamiento. “La última vez que fue al Roffo le avisaron que no iban a atender más a PAMI. Por suerte, los médicos hicieron lo imposible para vencer la burocracia y ella realizó una consulta. Pero es una incertidumbre constante”, sostuvo su hija. Al asumir, en marzo pasado, Sergio Cassinoti declaró que no iba a recortar beneficios para los afiliados al PAMI. Luego de dos meses, María y sus hijos continúan esperando.