Jorge González, icono de la música popular contemporánea chilena, solía recordar la primera vez que estuvo en la Argentina con la banda que bien supo liderar: Los Prisioneros. Y no siempre con buen sabor. Mientras en el resto de América Latina escribía su leyenda, en esos shows en Córdoba y Buenos Aires se sintió un bicho raro del que sólo interesaban sus respuestas sobre la dictadura pinochetista. Fue uno de los artistas del llamado Nuevo pop chileno que, al igual que Electrodomésticos y otros más, intentó establecer lazos a mediados de los ochenta con este lado de la Cordillera. Siempre a través de la música. Sin embargo, lo que en aquella época fue un desembarco acéfalo y de cierta forma kamikaze, a partir de la noche del lunes podría ser recordado por la historia como un antecedente formal, sincero y optimista de mancomunión.

Y es que la primera salida internacional oficial del flamante presidente de los chilenos, Gabriel Boric, sirvió de excusa para retomar ese viejo deseo de hermandad chileno-argentina con los artistas como mediadores. Justo ésa fue la intención que recogió el título del evento que reunió en el Auditorio Nacional del Centro Cultural Kirchner a músicos de ambos países: “Concierto de la hermandad chileno-argentina”. Bien es sabido que el primer mandatario de Chile es un gran consumidor no sólo de la música de su país, sino también de la oferta internacional. Incluida la argentina. De hecho, antes de asumir su cargo en el Ejecutivo, se le vio entrando en una disquería de un barrio popular de Santiago de Chile para comprar una versión en vinilo de Vida, disco debut de Sui Generis.

La propuesta del evento que tuvo a Boric como invitado de honor reunió a referentes de las escenas musicales de la Argentina y Chile, además de diferentes generaciones y de distintas corrientes musicales. Tal fue el caso de la rapera chilena MC Millaray, quien en mapudungún dio muestras del poder de su flow combativo al interpretar el tema “Mi ser mapuche”. “Cuando se hable de lucha, queremos estar presentes”, dijo la artista originaria de La Pincoya, tras acabar su performance. “Vamos a seguir resistiendo y alzando la voz”. Todo esto frente a la mirada atenta del agasajado y de su anfitrión, el presidente Alberto Fernández, promediando la última parte del variopinto programa. Ambos llegaron al recinto alrededor de las 19:45, y fueron recibidos con una larga ovación.

Especialmente el mandatario trasandino, cuyo carisma lo pone a un tris de las estrellas de la cultura pop. También su juventud. Pocos líderes mundiales tienen hoy por hoy la cintura para lidiar no sólo con los problemas de sus países, sino también con los de los ídolos musicales de su generación y de buena parte de su masa votante. Basta con recordar el sorpresivo tuit de apoyo que recibió la cantante estadounidense Taylor Swift de parte de Gabriel Boric, a partir del ninguneo que padeció del músico británico Damon Albarn. Pero eso fue en enero, cuando el presidente chileno recién había sido electo tras una ardua segunda ronda en la que contó con el apoyo de los artistas, sobre todo de los músicos. Algunos de ellos fueron parte de este “Concierto de la hermandad chileno-argentina”, entre los que destacan Nano Stern.

Pero la gala la inauguró un baluarte de la música popular argentina, Víctor Heredia, luego de que una orquesta conformada por una veintena de músicos y dirigida por Carlos David Jaimes ingresara al Auditorio Nacional e hiciera una obertura para poner a tono el ambiente de alegría que se respiraba. A continuación, y detrás de esas las inmensas banderas de la Argentina y Chile que colgaban sobre el escenario, el trovador interpretó “Todavía”. Para luego hacer una adaptación de una oda de a quien llamó el “mejor poeta latinoamericano de todos los tiempos”. Se refería a Pablo Neruda, y a su poema “El pueblo victorioso”. Antes de salir de escena, Heredia introdujo al siguiente artista: Nano Stern, que con guitarra en mano estrenó un tema nuevo: “Inventemos un país”, al que secundó con “Volver a los 17”.

En el mítico tema de Violeta Parra se dio la primera colaboración afín a la consigna, al sumarse el chamamecero argentino Chango Spasiuk. Después el misionero se quedó al frente de la audiencia interpretando “Chamamé crudo”. En tanto que la joven catamarqueña Nadia Lercher coló sorpresivamente un clásico de Luis Alberto Spinetta: “Plegaria para un niño dormido”, el dúo trasandino queer Yorka, de reciente y exitoso paso por Buenos Aires, presentó una canción de su autoría, “Mira niñita”. En ese ida y vuelta finamente curado, el cantautor y militante trans feminista Valen Bonetto despachó “La jardinera”, también de Violeta Parra, precedido por otro himno de la música popular chilena, “Te recuerdo Amanda” de Víctor Jara. Esta vez a cargo de Nahuel Pennisi. Momento potenciado por Beatriz Pichi Malen.

Una vez que la artista mapuche argentina cantara “We Küjen”, de Sergio Marihuan, vino el paisaje rapero de MC Millaray. A la que le sucedió el de su par argentina, Shitstem, acompañada por DJ Gizza. Aunque en este caso remojaron su métrica hiphopera en nostalgia tanguera. Anunciando que se venía el final del espectáculo, el llamado “Comandante del folk” chileno, Manuel García, en complicidad con Georgina Hassan y Carmen Paz González, invocaron una canción de Mon Laferte, “La danza de las libélulas”. Mientras que la folklorista oriunda de Valparaíso, Elizabeth Morris, cantó un tema suyo: “Darte luz”. Ahí aparecieron los históricos Inti Illimani, quienes junto a Morris, repasaron “Samba Landó”, composición que forma parte de su repertorio antológico.

Al terminar el tema, Horacio Durán, líder de los santiaguinos, evocó su debut en Buenos Aires, hace 54 años, y su admiración por los músicos argentinos. Excusa perfecta para llamar a Teresa Parodi, que desenfundó un tema suyo, “La lucha”. Luego la cantante agradeció a quienes hicieron posible el evento e invitó al escenario a todos los participantes del Concierto para revisitar uno de los grandes clásicos de la música popular chilena, devenido en himno latinoamericano: “Gracias a la vida”, de Violeta Parra. Al que se sumó León Gieco (Boric usó “Los salieris de Charly” como jingle de su campaña presidencial). Tras semejante versión, con orquesta incluida, ambos presidentes subieron a saludar a los artistas. Al tiempo que un público eufórico evocaba otro himno chileno, esta vez de Quilapayún: “El pueblo unido jamás será vencido”.