Aldo Magnani -pintor rosarino moderno de la mujer obrera, del niño obrero y del suburbio industrial de la zona sur- tenía más de 90 años cuando el Museo de la Ciudad lo convocó en 2016 para que una de sus obras fuese la cara de una exposición sobre el frigorífico Swift. Ese mismo año, el historiador del arte Guillermo Fantoni lo entrevistó y le organizó una muestra individual en la Escuela Municipal Manuel Musto, donde Aldo Magnani había estudiado arte a mediados del siglo veinte, ni bien se fundó. Las raíces del artista están bien plantadas en los barrios Tablada y Saladillo: en la escuela de la Biblioteca Popular Constancio Vigil, del barrio Tablada, su novia y esposa Magdalena Robasto cursó en tiempo récord el bachillerato para adultos y se recibió en Astronomía gracias al nivel de enseñanza superior de la Vigil y al observatorio que había en aquella escuela, en la que luego fue docente. La dictadura arrasó con todo pero ellos vivieron. Dolido y asustado como tantos, Aldo dejó de pintar. Llegó, sí, a ver resurgir a la Vigil. 

Aldo Magnani falleció en 2019. Fantoni decidió curar una muestra homenaje, que la pandemia retrasó. El 8 de abril de este año, inauguró al fin en la planta alta del Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino (Bv. Oroño y Av. Pellegrini) una muestra antológica que incluye pinturas, dibujos y grabados de aquella exposición de 2016 en la Musto, además de bocetos inéditos y unas emocionantes fotografías de archivo. Que no solo documentan la participación que tuvo Magnani en el medio artístico del siglo veinte sino la boda -en los años 60 y tras un prolongado noviazgo- entre Aldo y Magdalena, quien vive y presta el material. Obras, bocetos y documentos cuentan la historia de este artista que creció con la modernización de Rosario, sin dejar de denunciar en sus obras la explotación capitalista de los recursos humanos en la que se basó aquella riqueza.

No menor es la elocuencia de los textos de sala, extraídos de la entrevista de 2016, que sigue inédita. El acqua de las paredes para la ocasión armoniza con la paleta de verdes fríos, turquesas claros, tierras y algún rojo desaturado (hacia el rosa o hacia el ladrillo) con que Magnani pintaba su barrio, aplicando una visión constructivista muy metódica. Partiendo de bosquejos a lápiz tomados en el lugar, rehacía en su estudio las figuras y paisajes a través de un proceso de geometrización y síntesis que desembocaba en una visión facetada, como las caras de un cristal tallado, y por eso el curador Fantoni decidió que el título de la exposición fuese Ojos de cristal: obras de Aldo Magnani 1948-1978. La figura humana ausente o empequeñecida ante el paisaje fabril; la no representación de una figura épica masculina del obrero, sí de obreras o niños explotados, y la insistencia en volver sobre una misma composición en sucesivas versiones son algunos rasgos que Fantoni señala, además de una diferencia entre inconclusividad y conclusividad propia de la poética del modernismo: el boceto no es la obra terminada, y no solía mostrarse. 

¿Cómo llegó el poscubismo al barrio Saladillo, al Swift, a los arrabales de "La Basurita"? "Aldo Magnani estudia con Ricardo Sívori, que es primo de Antonio Berni, miembro de la Mutualidad de Artistas Plásticos, y que a su vez había estudiado en los años 40 con Cecilia Marcovich, que era discípula de André Lhote. De manera que él, y todos los miembros del grupo Síntesis, en los años 50 en Rosario, asimilan la estética poscubista de Lhote. Que es: naturaleza y geometría. Representar por ejemplo un brazo con la curva, típica de la naturaleza, y el otro lado con la geometría", explicó Fantoni en un recorrido para prensa con Adriana Armando, dos días antes de la inauguración.

En la entrevista de 2016, Magnani se confiesa fanático de Lino Spilimbergo, cuya versión rioplatense del cubofuturismo parece haber inspirado sus retratos de ojos inmensos,  tan modernos que parecen arte románico, tan lejos del canon naturalista, y donde sin embargo se nota la presencia del tipo étnico criollo, aindiado. En sus paisajes menos geometrizados, como el hermoso grabado en linóleo y madera a varias tintas titulado Sud de Rosario (1950) se leen las tensiones sociales en los detalles más reconocibles. Dejó de hacerlos cuando dejó de salir a caminar por las quebradas del Saladillo; se recluyó luego del golpe de Estado del 76. Militaba en la izquierda desde los 18 años. Fue pintor de obra mucho tiempo. A los artistas de la Mutualidad se los cruzaba en distintos trabajos. En el taller de Sívori podía hablarse de arte moderno y de política, recuerda.

Otro de sus maestros fue Juan Grela. "Con Grela profundicé el grabado... me gustaba la orientación que tenía respecto de la elección del tema. Los domingos íbamos con él y Alfredo Cartegni a La Basurita o al Arroyo Saladillo... creíamos que dibujando allí hacíamos arte social y que ese arte iba a producir algo... siempre hice un arte social influido por la literatura del Partido Comunista, que respeto y le debo mucho. Siempre pensé que la pintura tiene que ser un reflejo de las contradicciones de la sociedad", dice la voz de Magnani rescatada en un texto de sala: "La sociedad siempre ha tenido contradicciones y la búsqueda de su resolución es lo que hace que evolucione".

El dolor ante una utopía de progreso ahogada en sangre por el terror estatal se mezcla con el deleite estético ante la belleza moderna con que Magnani retrató los suburbios llenos de luz del sur, y una nostalgia no buscada por el artista termina siendo el sentir que nos imbuye al recorrer Ojos de cristal. Con entrada gratuita, se la puede visitar hasta junio, los jueves, viernes, sábados y feriados de 12 a 18 y domingos de 11 a 18.