“Un folleto suelto no sirve de nada”. “Los responsables de esta campaña incitan al consumo”. “Son delincuentes, juegan con nuestros hijos”. Las diatribas desatadas contra la campaña de prevención de riesgos frente al consumo de sustancia psicoactivas implementada por el municipio de Morón, que se hizo pública cuando este fin de semana se presentó en el marco del Festival Minga --de música electrónica y bandas de rock--, abrió el debate. Y de manera orquestada el arco político opositor al Frente de Todos embistió contra la estrategia sanitaria del municipio que gobierna Lucas Ghi, desde el FdT, en representación de Nuevo Encuentro. Campaña implementada de acuerdo a una ordenanza promulgada por unanimidad en su Consejo Legislativo en 2021.

Especialistas en el consumo problemático de drogas, sin embargo, acuerdan en que la prevención abre el diálogo con los consumidores. A tono con lo que ocurre en otros lugares del mundo, donde el consumo no se oculta bajo la pátina de la ignorancia del problema, sostienen que dar información previene y ayuda a combatir el riesgo de los excesos cuyo escenario final suele ser trágico, al tener como destino la muerte.

Un informe del Observatorio Argentino de Drogas estima que en 2018 hubo en Argentina 13.340 muertes atribuibles, parcial o totalmente al consumo de drogas. “Esto representa el 16,3% de las muertes en personas de entre 15 y 64 años” detalla Martín Latorraca, secretario de Salud de Morón, consultado por este diario. Un estudio sobre consumo de sustancias del 2017 de Sedronar “reveló que el 1,5% de la población declaró consumo de cocaína en ese año. Y al igual que con la marihuana, entre los 18 y los 24 años se encuentran las tasas de consumo más altas”, añade Latorraca.

La técnica del avestruz

Pareciera que esconder la cabeza ante el problema, a imagen y semejanza del avestruz ante un peligro, es lo mejor que se les ocurre a los portavoces políticos de la oposición quienes no son sanitaristas ni especialistas en la materia. Pero salieron sincrónicamente a condenar la iniciativa: “Un chico que consume paco o cocaína, a los 15, 17 años, no puede decidir responsablemente hasta dónde va a consumir. Lo podés hablar con cualquier madre de un adicto, no es verdad”, criticó María Eugenia Vidal. “Es grave porque el Estado tiene que prevenir, cuidar la salud de los jóvenes, y por otro lado combatir el consumo, no alentarlo”, sumó Diego Santilli.

Las afirmaciones van en contrario a lo planteado por los especialistas. Graciela Touze, titular de la asociación civil Intercambios, docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Sociales, sostiene que “el sentido de la campaña es correcto y el folleto corresponde al tipo de material complementario a una acción informativa donde está claramente indicado que se trata de un material destinado a personas que van a consumir. Lo dice: ‘Si vas a consumir tené en cuenta estos consejos...’. Por lo cual la polémica resulta un guión del absurdo”. La investigadora advierte: "La sociedad está preparada para el debate, y si no, doblemente hay que darlo, porque es como decir que no estábamos preparados para la IVE o el matrimonio igualitario, o en los ‘80 para el divorcio". Y argumenta: “Creer que porque das ESI (Educación Sexual Integral) los chicos van a salir corriendo a tener relaciones sexuales, no se condice con la realidad".

La moralina

En su libro Prevención de consumo problemáticos de drogas, un enfoque educativo, Touze busca orientar a los adultos que trabajan con los estudiantes para que informen no desde la perspectiva moralista y prescriptiva, sino en prácticas de cuidado y en la reflexión crítica. Para prevenir hay que informar. Abrirse al diálogo. Tener “una escucha empática” en palabras de Ghi, quien detalló que la acción desplegada en este festival incluía un stand con personal especializado en el intercambio pedagógico con quienes solicitaban información y a quienes se entregaba el folleto informativo. “No es la intención promover el consumo” sostiene Ghi. Y remarca que los volantes son parte de una estrategia de intervención que nace de una ordenanza donde se establece la necesidad de utilizar las actividades con concurrencia importante de población en situación potencial de riesgo para proveer información.

La campaña, auspiciada por un consejo asesor integrado por académicos y sanitaristas, plantea “ensayar un modo de intervención distinto al modelo que se viene trabajando y que hasta el momento no aporta buenos resultados”. "Por eso hablamos claro --detalla-- y decimos: 'Si vas a consumir no dejes de tener en cuenta estos consejos, para que tu decisión esté dotada de la mayor cantidad de elementos de juicio posibles'”.

Los problemas son con drogas legales e ilegales, aporta Latorraca. “El abordaje es en las dos instancias y entre las legales, el mayor problema es el alcohol”. Se trabaja en conjunto con Sedronar y con los Centros de Prevención de Adicciones (CPA) de provincia de Buenos Aires y con sede “en lugares como Carlos Gardel y Morón Sur, donde tenemos más población vulnerable”. Hay capacitación del personal sanitario, y se dan talleres intensivos sobre prevención de riesgos.

“Este municipio tuvo la valentía de implementar una política pública en relación a lo que va ocurriendo en el mundo”, define Gustavo Zbuczynski, presidente de la Asociación de Reducción de Daños de Argentina (ARDA), que asesora a Morón en esta campaña. Y a toda entidad pública o privada que quiera tener información sobre la prevención de riesgos en la materia, desde hace 20 años. “No salimos cuatro loquitos a plantear esto --enfatiza--, porque se trata de acciones de prevención que se practican a nivel mundial. Lo que sucede es que acá, la discusión atrasa, estamos discutiendo con dinosaurios”.

Los dinosaurios

Un escandalizado Ricardo López Murphy planteó al respecto: “El kirchnerismo de Morón les recomienda a los jóvenes ‘consumir poquita cocaína para ver cómo reacciona el cuerpo’. Son cómplices del crecimiento del narcotráfico. Prefieren jóvenes drogados que no piensen". Waldo Wolff en tanto amenazaba con una acción penal por "incitación y apología a la droga”: “Increíblemente la Municipalidad de Morón está asesorando a jóvenes como drogarse mejor. Son delincuentes que juegan con nuestros hijos”, denunció. Pero el municipio hasta ayer no había sido notificado de ninguna acción legal en su contra referida al tema.

“Me sorprende que sigamos teniendo las mismas críticas de los años ’90” advirtió Zbuczynski al respecto. Y no pudo dejar de señalar el sesgo político del ataque: “Hay sectores políticos que atrasan 50 años. Hoy hacen las mismas críticas de cuando planteábamos cambiar las políticas sobre drogas que ya mostraban su fracaso y en los debates públicos las críticas eran desde el moralismo y el conservadurismo más extremos”, lamenta.

Esta posición conservadora, sostienen los expertos, solo potencia la ignorancia de la población vulnerable sobre el problema que los envuelve. Morón en ese sentido tomó un camino inverso: “Hablar, interpelar al consumidor, dialogar” sostiene Ghi. Para el jefe comunal de Morón, la premisa es clara: “el actual paradigma de persecución, estigmatización y encarcelamiento de quienes consumen o atraviesan consumos problemáticos no ha dado resultado. El Estado tiene que dar otro tipo de respuestas y ejecutar dispositivos sociosanitarios para generar escucha, empatía, observar los determinantes sociales y culturales que llevan a esa persona a consumir. Basta de la persecución penal como única estrategia de abordaje” sentencia.

“La persecución del consumidor no funciona” coincide Touze. “¿Por qué entonces lo primero es horrorizarse ante este cambio de estrategia?” se pregunta. “Desde una perspectiva de salud pública hay que buscar que ese consumo no genere problemas mayores. Y ante todo preservar la vida, resguardar que, si alguien desarrolla una práctica de riesgo, y por supuesto el uso de sustancias lo es, desde la salud pública lo primero es intentar manejar esos riesgos, gestionarlos mejor, reducirlos”. Para esto es clave tener información confiable sostiene la especialista. Y no es una cuestión de voluntad: “Con decirle a alguien no hagas esto, no alcanza”. Menos si la explicación termina en la mera prescripción de “no lo hagas porque está prohibido”. Las políticas de contención y prevención ya probadas en otros lugares del mundo proponen un camino alternativo y complementario: “desecharlo es necio y dañino”, concluye.