Heridas que no cierran y amores que perduran. Desde esos conceptos partió Emilia Mazer para escribir Un encuentro casual, pieza teatral en la que también se luce como directora y actriz, y en la cual el contexto socio histórico se cruza con las experiencias subjetivas de sus protagonistas. En escena, la política se convierte en un instrumento para abordar aquello que la pandemia puso en jaque: los vínculos.

Acompañada en la actuación y en la dirección por Alejo García Pintos, Mazer dio vida a dos personajes: Brian e Isabel, amantes que vivieron un romance de una sola noche a mediados de los noventa en Madrid y que se reencuentran en Buenos Aires de manera fortuita 25 años después de esa única cita. Ambos son argentinos y tienen algo en común: el exilio. El dejó el país a los nueve años, luego de que su papá fuera desaparecido por la dictadura, y ella partió rumbo a España durante el menemismo buscando un mejor futuro. Y juntos buscan las piezas que faltan para terminar de escribir su historia.

“Llegué al final de la escritura de esta obra hace diez años, pero con la sensación de que no estaba completamente terminada. Tiempo más tarde, en 2019, coincidimos con Alejo en una temporada en Mar del Plata, y dijimos de hacer algo juntos. Así, empezamos a buscar material, pero llegó la pandemia y seguimos con reuniones por Zoom. Ahí le di mi obra para que la leyera. Yo sentía que al texto le faltaba algo pero no tenía claro qué, y gracias a Alejo me di cuenta que eso que faltaba tenía que ver con circunstancias del personaje que él interpreta”, cuenta Mazer, quien interpreta a Isabel, una periodista que se especializa en el mundo del espectáculo y que le escapa al amor romántico.

Ambos intérpretes se embarcaron en la tarea de ajustar algunos ejes temáticos, y de esa forma pusieron como objetivo profundizar en la relación afectiva de los personajes y sobre todo en el pasado de Brian. “En el texto original tenía claro que Isabel se había ido en los noventa, ya de grande, y buscando algo en España, y que el personaje de él había estudiado de joven en Italia y que en el presente vivía en Brasil. Pero no tenía claro por qué se había ido del país, ni a qué edad lo había hecho. Y como la obra aborda, a través de una historia de amor, una búsqueda de identidad, pensé seguir por ese camino, y eso derivó en que la causa de su exilio fuera que su padre había sido desaparecido. Eso hizo que la obra tomara una dimensión más atractiva”.

Por su lado, García Pintos adopta el rol de Brian, un cineasta que vuelve a su país natal para llevar a la pantalla grande un amor de juventud inspirado en su propia relación con Isabel. El busca a su padre, pero también, y a través de la ficción, a ese amor que no fue y que lo conecta con sus raíces.

“Brian es más idealista que Isabel. Y queríamos encontrarle una hondura a ese papel. La historia entre ellos estaba clarísima, pero faltaba el motivo por el cual él se había ido de la Argentina, y eso derivó en una obra acerca de la identidad, aunque no se hable estrictamente sobre los desaparecidos”, dice el actor que en 1986 formó parte del elenco de La noche de los lápices, la película dirigida por Héctor Olivera que reconstruye uno de los capítulos más dolorosos de la última dictadura militar. “El pasado 24 de marzo hemos tenido la marcha más multitudinaria de los últimos años, y por otro lado también se hicieron más visibles quienes niegan esa realidad, y a los treinta mil desaparecidos, con un negacionismo explícito que hasta ahora no habíamos visto”, reflexiona.

En la misma línea, Emilia Mazer también integró un proyecto cinematográfico similar al formar parte de Los chicos de la guerra, dirigida en 1984 por Bebe Kamin, y donde se evocaba la guerra de Malvinas. “Hablamos de una herida de la cual hay que seguir hablando”, apunta respecto de su obra. Y en este punto, el pasado se enlaza con el presente, porque la autora también decidió nombrar a la pandemia en la ficción.

“Para escribir pensé mucho en el concepto de exilio porque el encierro de la pandemia fue como un exilio. Fue como un meterse para adentro. Y también hubo un exilio que ocurrió en los noventa, después de la hiperinflación, y otro en el 2001. Son etapas de mucha crisis, y cuando apareció la pandemia se habló de una crisis similar o más fuerte que las anteriores, entonces quise también señalar esas épocas que nos marcaron como sociedad”, explica Mazer, y agrega: “El sentimiento que a veces tenemos de que las historias se repiten, y de que el país no cambia, es porque todavía tenemos cadáveres insepultos y una neurosis como sociedad que tiene que ver con una herida que está abierta. Hay cosas de las que no hemos hablado todavía. Hay mucha gente que se fue en los noventa, en el 2001 y también en los años de pandemia. Y Brian e Isabel representan ese irse. Pero no hay dónde irse si uno no encuentra la felicidad”.

“Esta obra es una síntesis de lo que estamos atravesando en este tiempo”, completa García Pintos. “Por eso, en un momento Brian advierte que muchos se quieren ir del país, y sostiene que para saber dónde ir primero tenemos que rescatarnos como seres humanos. Porque lo que ha pasado con la pandemia es que no hubo un rescate del ser humano sino del individuo y la sociedad se volvió más individualista”.

Actor y actriz coinciden en que Un encuentro casual busca rescatar la esencia del afecto en tiempos de amores líquidos. “Nos da placer trabajar juntos y esta es una obra que nos gusta hacer. Estrenamos el año pasado, porque queríamos ver qué le pasaba al público en este tiempo de pospandemia, y se agotaron todas las funciones. A la gente le encanta, porque se ríe, llora y le pasa de todo. Es un viaje teatral hermoso porque, antes que nada, es una historia de amor”.

  • Un encuentro casual puede verse en Mil80 Teatro (Muñecas 1080), los viernes a las 21.