Cada escenario propenso al PRO será terreno de disputa para sus precandidatos presidenciales. Lo fue el tractorazo organizado por sectores empresariales afines. Y lo volvió a ser en estos días un encuentro de la Fundación Libertad, donde fueron a pelearle votos a Javier Milei (quien, dicho sea de paso, no aceptó participar). El jefe del gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, cultivó un estudiado perfil dialoguista y dijo que "se necesita más agallas para dialogar con quien piensa distinto que para tirar piedras". Del lado opuesto, la presidenta del PRO, Patricia Bullrich, afirmó que el cambio no puede ser con "medias tintas". Y lo demostró en otro foro, cuando sugirió que lo natural sería dolarizar. Mauricio Macri, que cerró el encuentro, pidió nunca más ser políticamente correctos y "hacer lo que hay que hacer".

La cena de la fundación libertad fue copada literalmente por dirigentes del PRO: estuvieron desde Diego Santilli hasta Fernando Iglesias pasando por Nicolás Dujovne, Jorge Faurie, Soledad Acuña, Javier Iguacel, Florencia Arietto, entre otros. Por fuera de ese sinfín de dirigentes PRO estaban el radical Alfredo Cornejo (cuyo discurso sobre políticas sociales desentonó con el clima como un solo de batería en un recital de música clásica) y José Luis Espert, que jugaba de local.

Larreta antigrieta

El jefe de gobierno porteño fue el primer orador y apuntaló la idea que viene repitiendo de que el Gobierno de Macri fracasó porque no reunió suficientes consensos entre los sectores políticos. Larreta sostiene que para gobernar se necesita acordar con un 70 por ciento de la política local. Por eso, en su discurso ante unas casi 100 mesas colmadas (cada una valía un millón de pesos), planteó que “el desafío mayor es terminar con la grieta”.

Dijo que dialogar no implica "renunciar a las convicciones" (y allí citó la pelea para reabrir las escuelas, protagonizada por su ministra Acuña, allí presente y a los abrazos con Mario Vargas Llosa). Dijo que nunca va a dialogar ni con el kirchnerismo ni con la izquierda, pero con el resto está abierto a conversar. "Firmeza no significa intolerancia. Hay que negociar. Hay que ceder para poder hacer", afirmó. Y mencionó los aliados que fue sumando el PRO (tuvo una dedicatoria para Elisa Carrió, que lo escuchaba desde una de las mesas). Y luego planteó que Juntos por el Cambio tiene que sumar nuevos aliados para 2023.

"Debemos ser capaces de movilizar un centro mayoritario detrás del plan de desarrollo”, afirmó Larreta. "Si para llegar tenemos que criticar e insultar a todo el mundo, después no podemos pedirle apoyo para ninguna transformación", advirtió. “El cambio, si no se sostiene en el tiempo, más que cambio es una anécdota”, dijo, en la referencia más obvia a lo que fue la presidencia de Macri.

Bullrich dolarizadora

La presidenta del PRO fue en la dirección opuesta a Larreta. Pidió ir a fondo, "un cambio corajudo", que no tenga concesiones (ni tome prisioneros). "Hay que generar un cambio contundente, que cambie un sistema mafioso por uno capitalista de inversión y de progreso", aseguró.

A diferencia de Larreta, reivindicó la polarización política: “La grieta no es un invento de esta coalición. Es una construcción cultural de quienes hoy dominan el poder del gobierno para generar la idea transversal de un enemigo”, afirmó Bullrich. “Esa grieta la tenemos que abordar porque no se sale de la situación argentina sin abordar el conflicto moral y ético, el conflicto de las mafias”, lanzó. En otra conferencia de la que volvió a participar a la par de Larreta (lo dicho: no habrá escenario donde no se disputen los lugares), en la Cámara Americana Argentina (AmCham), Bullrich incluso coqueteó con la idea de una dolarización: "Hoy el peso no existe en un sentido de lo que significa una moneda. La dolarización es un proceso irreversible", dijo.

Macri incorrecto

Entre uno y otro, Macri claramente se ubicó más cerca de Bullrich. Al ex presidente le tocó cerrar la cena en una conversación con el expresidente uruguayo Julio María Sanguinetti y con el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. Allí pidió que haya más “dirigentes que conmuevan y que sean el cambio, no el recambio”. Además, aborreció de lo políticamente correcto: “De verdad tenemos que sentir un llamado a demostrar que aprendimos, que nunca más en este país se va a hacer lo políticamente correcto, que es joder a la gente. No siempre hay que acompañar las tendencias que suenan bien y evitar los conflictos de crecimiento. Hay que hacer lo que hay que hacer". “No hay magia. El último mago que tuvimos fue Diego Maradona y se nos fue”, dijo Macri, que nunca puede evitar la metáfora futbolera.

En línea con el auditorio que lo escuchaba, Macri pidió “achicar el peso de los Estados en la vida de la gente porque está asfixiándose a los ciudadanos”. El ex presidente mantiene la incógnita sobre si será o no candidato. En un almuerzo en Puerto Madero con el resto de los dirigentes del PRO no dio señales en ningún sentido. Sí se quejaron por el voto de los radicales en la sesión de Diputados que discutió el cannabis medicinal y una ley de HIV: cuestionaron que acompañaran esas iniciativas "políticamente correctas", pero que representan más gasto para el Estado.