Paola —nombre ficticio—, es tan solo una de las voluntarias que denuncia haber sufrido el acoso de un grupo de bailarines de un país extranjero en la fiesta de Eurovisión. Según contó al diario italiano La Repubblica "primero hubo miradas insistentes, guiños, luego los abrazos cada vez más indiscretos, las manos por todos lados. Me sentía impotente, quería escapar, pero no podía".

"No esperaba que lo que debería haber sido una buena experiencia para mí se convirtiera en manoseos y acoso", declara la joven. Como ella, más mujeres que estaban trabajando como voluntarias denuncian los hechos. "Me sentí violada", afirma otra azafata.

Las denuncias se hicieron públicas en varios medios italianos después de la fiesta de bienvenida del festival de Eurovisión que tuvo lugar el domingo 8 de mayo. La RAI —el canal de televisión italiana que retransmite el festival— lo investiga, mientras la organización del festival, la Unión Europea de Radiodifusión (UER) y el Ayuntamiento de Turín niegan los hechos.

Una mujer llamada Chiara se puso en contacto con una asociación feminista italiana para denunciar que había sido "manoseada" por "bailarines de un cantante extranjero", que le habían "tocado la cola y la cintura". Varios grupos feministas italianos exigen ya que se lleve a cabo una investigación policial, según indica el periódico italiano Corriere Della Sera.

El medio italiano, que recoge varios testimonios, publica que las voluntarias describieron la fiesta como una "aterradora noche de acoso". "Nos abrazaban continuamente, uno puso su mano en mi cintura y trató de besarme. Me las arreglé para escapar, pero luego alguien más trató de hacer lo mismo", añade una de las mujeres sobre lo que asegura que sufrieron otras compañeras azafatas, que "al final se fueron por lo que estaba pasando". "Lo que debería haber sido una experiencia maravillosa se transformó en una noche de manoseos y abusos, nunca pensé que algo así sucediera en un evento como este", sentenció.

"Al principio era bastante aburrido, pero luego, cuando se abrió el bar y comenzaron a servirse las bebidas gratis, cambió por completo", declaró una mujer llamada Francesca, estudiante de derecho de 20 años, relatando como un "grupo de bailarines extranjeros se acercaron y empezaron a tocarnos por todas partes", aunque no denunciaron porque "no queríamos causar problemas".

La Unión Europea de Radiodifusión, que organiza el festival, indicó que "no estaba al tanto de ninguna queja", mientras que la RAI, la televisión italiana que emite el festival,  reconoció que "está investigando" los hechos. Por su parte, una persona del Ayuntamiento de Turín, que contrató a las voluntarias, afirmó de haber "notado algo así", habrían intervenido parando el evento. "Te puedo asegurar que estuve en la fiesta todo el tiempo y esto no pasó", mantiene, sobre lo que consideran una polémica exagerada de alguien que "quiere ensuciar lo que fue un evento encantador".

El grupo feminista italiano Non Una di Meno (Ni una menos) insiste en que los hechos deben ser investigados. "Como suele suceder, las voces de las mujeres que sufren violencia son silenciadas, sus historias no creídas y sus experiencias no escuchadas. Nos preguntamos cómo la organización, frente a estas denuncias, puede negar que sucedió algo".