Continúa el ensañamiento lesbofóbico de la fiscal Liliana Tricarico contra Higui, lesbiana chonga, pobre y negra del conurbano noroeste de la provincia de Buenos Aires. La fiscal apeló la sentencia del Tribunal Oral Correccional 7 de San Martín (integrado por Julián Descalzo, Gustavo Varvello y Germán Saint Martin y Julián Descalzo) que absolvió a Eva Analía De Jesús por haber actuado en legítima defensa contra el grupo de agresores que intentó violarla y matarla a golpes

Liliana Tricarico, presidenta de la Asociación de Fiscales de la provincia de Buenos Aires, acusa a los jueces de haber fallado arbitrariamente y de manera contraria a toda lógica, en un fallo que a su entender revistiría “gravedad institucional” e insiste en pedir una pena de 10 años de prisión contra Higui por considerarla autora de “homicidio” contra Cristian Espósito, desconociendo que Higui actuó en legítima defensa, utilizando su cuchillo de jardinera, que llevaba en el corpiño deportivo.

Invierte la situación la fiscal Tricarico: gravedad institucional es negarse a escuchar a una lesbiana que fue atacada salvajamente por un grupo de hombres que intentaron violarla y matarla, y tratar de meterla presa por defenderse, y valerse de un solo testimonio a todas luces mentiroso para encarcelarla. E insistir en la acusación, presentarla ante Casación en La Plata. 

No le alcanzó con un juicio para plus-quam-revictimizar a Higui, ahora quiere otro. Eso se llama persecución y ensañamiento contra una lesbiana que se defendió de un intento de violación correctiva. Los jueces del Tribunal Oral 7 valoraron la prueba plagada de inconsistencias que presentó la fiscal Tricarico y escucharon a Higui, algo que no hizo nunca el fiscal de instrucción, Germán Weigel Muñoz.

El texto de la apelación está plagado de inconsistencias y absurdos. Su concepción de “perspectiva de género” es, lisa y llanamente, ausencia de perspectiva de género más lesbofobia. La fiscal Liliana Tricarico insiste en sostener los elementos materiales de acusación que proceden de la pésima instrucción realizada por el fiscal Germán Weigel Muñoz, que nunca le creyó a Higui, y tomó a pie juntillas el relato de uno de los agresores y los familiares del atacante al que mató Higui, sin relevar testigos que estuvieran en la calle (domingo Día de la Madre de 2016, en una calle de mucho movimiento por haber varios kioscos) ni peritar el pasillo donde Higui siempre manifestó que ocurrió el intento de violación grupal correctiva. Y como frutilla del postre, la fiscal Tricarico acusa a las abogadas defensoras de Higui, Gabriela Conder y Claudia Spatocco, de haber “controlado las declaraciones de testigos, psicólogos, psiquiatras y peritos durante el debate”, en una confesión completa de su enojo ante su completa impotencia para sostener la acusación contra Higui, apoyada únicamente en un único testigo presencial, Sandro R. (íntimo amigo y concuñado del agresor muerto), que manifestó que mientras él intentaba apartar a su amigo extendiendo los brazos, Higui se presentó por detrás y estiró su brazo por encima del hombro de él y atravesó dos veces con el cuchillo a Cristian Espósito. Y que Espósito le respondió tirándole un gancho a la mandíbula que desmayó a Higui. (Primero: Higui mide 1,50 y el hombre que se interponía mide 1,68, por lo cual es imposible que haya estirado el brazo para clavarle una puñalada recta a Espósito. Segundo: la médica autopsiante, Alejandra Sartor, manifestó que fue una sola puñalada recta que atravesó apenas entre 2 y 3 centímetros, y dio justo en el pericardio de Espósito. Tercero: la médica agregó que es imposible que una persona que haya recibido esa puñalada reaccionara pegando una piña, porque se encontraba en shock hipovolémico).

Mientras tanto, el fiscal Fernando Galán aceptó la apelación de su colega Liliana Tricarico y la presentó ante el Tribunal de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires. Al cierre de esta nota, la apelación estaba en sorteo de Sala. Las abogadas defensoras de Higui viajaron hoy a primera hora a La Plata, a tomar vista del expediente, y estiman que considerará el caso la Sala 4 de Casación. La semana próxima sabremos si lo van a tratar o no.

“Entiendo que la apelación de la Fiscalía tiene que ser rechazada por varias cuestiones –explica Gabriela Conder-. Primero y principal, esa apelación no logrará conmover la decisión de los jueces para dar vuelta la sentencia, porque no tiene fuerza para hacerlo. Por lo que pudimos ver, la Fiscalía quiere que los jueces de Casación valoren determinada prueba, cuando estos jueces no estuvieron en el juicio y carecen de la proximidad que se debe tener para valorar la prueba”.

Esto último es muy importante, por ejemplo, porque el único testigo presencial explicó lo que dijo ver, señalando con sus manos por dónde pasó el brazo de Higui para dar dos puñaladas, y no una, y mostrando cómo Espósito le habría pegado un gancho a la mandíbula a Higui después de haber recibido “dos puñaladas” mortales. El testigo mostró claramente cómo el brazo de Higui le pasó por sobre el hombro para dar las puñaladas, lo cual físicamente es imposible. La fiscal Tricarico no se aviene a reconocer que Higui no tiene un brazo extensible y completamente flexible con alcance de 3 metros o más, cuando cualquier persona que vio boxeo alguna vez en su vida sabe que eso es imposible. Que una persona que mide 1,50 es incapaz de realizar la acción que describió Sandro.

“La fiscal Liliana Tricarico nunca se refirió a los golpes y la situación en que encontraron a Higui, toda golpeada, con las ropas rotas y rasgadas en las partes íntimas, y ensangrentada. Toda golpeada a punto tal que no podía levantar los brazos. En el juicio tampoco hubo evidencia alguna de la intención o voluntad de Higui de matar, porque no la tenía. En este escrito que presentó ahora, la fiscal Tricarico tampoco se refiere a eso. Porque no hay nada de lo que ella dice. Trata de sostener y darle entidad a la declaración de Sandro, uno de los agresores de Higui, quien es contrario a los demás testimonios y relata que Espósito le dio una piña a Higui cuando la médica autopsiante dijo que eso era imposible. El hecho que describe este testigo no tiene probabilidad alguna de ser desarrollado por alguien de las características físicas de la acusada. La fiscal entiende que hay que creerle a un único testigo que a todas luces miente y que además es uno de los atacantes de Higui. Le da credibilidad a uno de los hombres que intentaron una violación correctiva. Nunca, y menos ahora, ha tenido perspectiva de género. En el debate quedó probado que Higui se defendió de un ataque, y es el ataque lo que quedó probado. El ataque de los varones hacia Higui, porque ella quedó destruida”, concluye Gabriela Conder.