Producción: Natalí Risso

--------------------------------------------------------------------------------------

Regular no es prohibir

Por Marcos Zocaro (*)

La noticia circuló por las redes sociales cerca del mediodía del 2 de mayo pasado y a los pocos minutos ya era replicada por los principales medios de comunicación. Galicia, uno de los bancos privados más grandes de Argentina, empezaba a ofrecer a sus clientes la compra de criptomonedas desde el homebanking.

Mediante una alianza con Lirium, el banco facilitaba a sus clientes el acceso a criptomonedas: con el dinero disponible en su homebanking, cualquier persona podía invertir en Bitcoin con solo un par de clicks. Así, el banco Galicia actuaba como mero intermediario entre sus usuarios y Lirium, que vendía los activos digitales y los mantenía en custodia.

A los pocos minutos de conocerse este nuevo servicio, el banco digital Brubank anunciaba que también seguiría sus pasos.

Y así muchos usuarios empezaron a “adquirir” criptomonedas desde su homebanking. Pero la novedad tuvo un final abrupto: el 5 de mayo, tan solo tres días después del anuncio, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) emitió la Comunicación A7506, mediante la cual prohibió a las entidades financieras realizar y facilitar a sus clientes operaciones con “activos digitales, incluidos los criptoactivos”.

El sueño de que cualquier persona pudiera acceder fácilmente al “ecosistema cripto” desde su homebanking duró menos de 72 horas. El Banco Galicia no sólo frenó la operatoria sino que prometió reintegrar a los usuarios - cerca de nueve mil personas - su inversión original “más una compensación”.

Ante estos hechos surgen dos interrogantes: previo al lanzamiento del servicio, ¿el banco había consultado y obtenido el visto bueno de la autoridad monetaria? O por el contrario, ¿ofreció el servicio sin consulta previa con las autoridades sabiendo que, en caso de que luego surgiese una prohibición, de todas formas habría ganado en marketing?

Si bien puede resultar extraño que un banco tan relevante no haya entablado conversaciones previas con su regulador, aquí la cuestión es mucho más profunda: se advierte cómo el BCRA reacciona ante una actividad que quizá aún no termina de entender y, por ende, no es capaz de regularla correctamente. Entonces la prohíbe.

A su vez, de esta manera también se impide que el ahorrista pequeño tenga al alcance de su mano una forma sencilla de acceder a activos dolarizados y protegerse de la devaluación del peso argentino.

Queda en evidencia, además, la escasa articulación y conexión entre los diferentes organismos de contralor: prohibiendo que los bancos faciliten el acceso a la compra de criptomonedas, el BCRA no sólo favorece el comercio de estos activos directamente entre personas, sin intermediarios (peer-to-peer o P2P), sino que a su vez impide que el fisco posea una fuente más de información. Es decir, en caso de intervenir alguna entidad financiera, dicha entidad debería cumplir regímenes informativos con AFIP y los fiscos provinciales; en cambio, en el comercio de criptomonedas entre personas, no existe dicho régimen.

La miopía regulatoria va incluso más allá: estas restricciones podrían ahuyentar a las inversiones en el sector, las que podrían terminar recalando en otros países de la región, como Brasil, que en las últimas semanas tuvo importantes avances regulatorios en la materia.

Y como si esto fuera poco, se debe tener presente que la “industria cripto” y fintech en general es una de las más innovadoras, con un alto potencial de crecimiento, siendo una importante generadora de divisas y detentando el nivel de salarios más altos de la economía.

No caben dudas de que representa un enorme desafío legislar sobre una actividad tan disruptiva y difícil de comprender, pero debido a estas características y a los efectos de arribar a una correcta regulación que fomente estas actividades económicas, resultaría esperable que funcionarios y legisladores, previo a emitir cualquier norma, se esfuercen por estudiar y comprender el funcionamiento de estas nuevas tecnologías y los efectos económicos que podrían acarrear.

(*) Tributarista. Miembro de la Comisión Directiva de la ONG Bitcoin Argentina. Autor del libro “Manual de criptomonedas”.

---------------------------------------------------------------------------

¿Una oportunidad para Argentina?

Por Ignacio E. Carballo (**)

El pasado lunes 2 de mayo el sistema financiero y la prensa, tanto local como internacional, quedó súbitamente sorprendido por una noticia anómala: el Banco Galicia, uno de los bancos privados más importantes de Argentina, lanzaba la función de comprar criptomonedas. Listando Bitcoin, Ether, Ripple y la stablecoin USDC, se transformaba así en el primer banco del país en permitir a sus clientes ingresar al mundo cripto. Un paso impresionante para la banca tradicional en su conjunto y también para el ecosistema financiero en general.

Horas más tarde cuando la noticia ya tomaba un vuelo inaudito, otra institución bancaria regulada habilitaría el mismo sistema. Brubank, uno de los principales bancos digitales (sin sucursales) de nuestro país hacía pública la misma funcionalidad. De igual modo, se dio a conocer cómo otras instituciones del país ya estaban operando una prueba piloto en “Friends & Family”, o se encontraban próximos a hacerlo ¿acaso todo el sistema financiero local abriría las puertas a transformar pesos en criptomonedas? ¿Estaban estas instituciones comprando criptoactivos para tener liquidez a los fines de responder a su demanda?

Sobre la segunda pregunta, la respuesta es no. Sucede que el modelo implementando radicaba en la compra, venta y custodia mediante una firma externa. Esta firma fundada por argentinos ofrece un servicio conocido como “Crypto as a Service”. Esto es, brindar toda la infraestructura para conectar a sus clientes (e.g. Banco Galicia) al mundo cripto pero estando ellos como intermediarios. En otras palabras, quien compra y vende las criptomonedas, así como quien las resguarda, es una empresa externa que le ofrece el servicio llave en mano a la institución que desee brindarlo a sus clientes. En los hechos, esta compañía funciona como cualquier exchange de criptomonedas salvo que su negocio es B2B y no B2C (sus clientes directos son las instituciones, no los consumidores).

Sobre la primera pregunta (si todo el sistema financiero abriría las puertas al mundo cripto), la respuesta “no lo sabemos”. Es posible que habilitado el modelo “Crypto as a Service” en Argentina el acceso a criptomonedas se masificara, sin embargo, la duda solo prevaleció por 72hs. Tres días fue lo que demoró el Banco Central de la República Argentina en comunicar que las entidades financieras “…no podrán realizar ni facilitar a sus clientes la realización de operaciones con criptoactivos”. Comunicado emitido el jueves tras su reunión semanal de directorio, y que luego se materializó en la Comunicación "A" 7506.

De esta manera nuestro país se quedaba afuera (al menos por ahora) de vincular a los ahorristas con las criptomonedas a través de las instituciones más antiguas, reguladas y seguras de nuestro sistema financiero: los bancos.

¿Por qué el Banco Central actuó de este modo? Bueno, no hay una declaración clara de sus motivos. Y aunque hay distintas hipótesis, la más escuchada fue el temor a que el acceso a criptomonedas recalentara el mercado cambiario

Parece difícil pensar que una institución como el Banco Galicia pudiera desarrollar, testear, implementar y lanzar públicamente una iniciativa de este calibre sin haber consultado y/o validado previamente con el BCRA. Este punto no es menor, pues el modelo que se anunció era uno de tipo cerrado. Esto quiere decir, que los usuarios sólo podían comprar y vender criptomonedas contra su propia cuenta bancaria, no podían transferir criptomonedas a otros usuarios ni sacarlas a otra billetera.

Este modelo cerrado es, nada más ni nada menos, el que ya implementan instituciones como el BBVA en Suiza, PayPal en Estados Unidos, Robinhood en Inglaterra, Mercado Pago en Brasil, entre otros tantos ejemplos. Es un modelo sin riesgo implícito pues, en los hechos, el cliente no tiene libertad sobre sus criptomonedas más allá de poder transformarlas en pesos en la misma cuenta bancaria en caso de que suban de valor o simplemente así lo desee.

A medida que la tecnología avanza, los matices en el mundo cripto también lo hacen, permitiendo modelos innovadores que minimizan los riesgos a la par de facilitar más y mejores opciones a las cambiantes demandas de los consumidores financieros. Lo que sucedió la semana del 2 de mayo con el Banco Galicia mostró el ímpetu del sector privado en aggiornarse a las últimas tendencias globales a los fines de satisfacer las necesidades de sus clientes. Y vale destacar, no fue cualquier sector financiero, sino el bancario más tradicional, aquel comúnmente castigado bajo la máxima de “no innovar” de cara al cliente.

Sin embargo, el Banco Central tomó la decisión de cortarlo de raíz y sin derecho a réplica. No se aplicaron límites de compra, “cepos”, parkings u otros instrumentos que buscan minimizar riesgos cambiarios sin privar libertades de acceso. Directamente se prohibió la operatoria en uno de los sectores más dinámicos de los últimos años. Mientras tanto, vemos economías como Colombia implementando un Sandbox regulatorio que vincula a sus Bancos en entornos controlados a exchanges de criptomonedas, a Brasil permitiendo a sus Bancos operar con ETF´s con Criptoactivos, a El Salvador volviendo moneda de curso legal al Bitcoin, a Bahamas lanzando el “Sand Dollar” como CBDC de su Banco Central, a México y a Chile con legislación específica, entre otros ejemplos. En el mundo, economías como Gibraltar, Japón, Reino Unido, Nueva York en USA, y tantas otras, ya están emitiendo licencias cripto.

En resumen, hace rato vemos cómo el mundo parece aceptar que la revolución cripto llegó para quedarse, desafiando a los reguladores a encontrar la manera de minimizar riesgos, pero también maximizar beneficios. Esto es, poniendo reglas claras que promuevan la innovación en su sector financiero, la llegada de capitales, la generación de nuevas empresas y la demanda de más empleo calificado. Prohibir, por el contrario, es eliminar riesgos de raíz, pero también todos los beneficios potenciales. En una Argentina cuya mayor urgencia es generar o atraer divisa extranjera a la par de crear más y mejor empleo, la industria subyacente a las criptomonedas se presentan como una enorme oportunidad a contemplar. Todavía estamos a tiempo.

(**) Crypto & Alternative Finance lead en AMI (USA), Director Ecosistema Fintech en UCAFintech UCA.