El sábado 3 de junio, a las 10.30 de la mañana, en la cancha de fútbol de la Villa 31, el precalentamiento a los partidos de todos los sábados de “La Nuestra”, el equipo de fútbol femenino que entrena la Directora Técnica y pionera Mónica Santino empezó distinto. En el comienzo de una jornada signada por la consigna Ni Una Menos las chicas que integran TumMBanda llevaron sus tambores a la cancha y les dieron a cada una de las jóvenes y nenas jugadoras de futbol un instrumento y palillos para seguir el ritmo y hacer que el silencio solo sea un trampolín para que los golpes se escuchen más fuerte y más rápido. “Ese ritmo es bueno porque te da más ganas de tocar”, dijo Constanza, con buzo gris y pantalones cortos, a pesar del frío del invierno, pero con el calor de una cancha larga y ancha para correr sin parar. “Hace diez años las mandaban a lavar los platos y ahora juegan de igual a igual con los pibes tanto las minis como las chicas más grandes. Logramos cambiar el imaginario del barrio”, destacó Juliana Román Lozano. 

Sin asientos, ni micrófonos. Con un megáfono y en ronda en medio del césped de la cancha, la periodista Luciana Peker presentó el libro La revolución de las mujeres no es sólo una píldora, de Editorial Eduvim, en el marco de los diez años de “La Nuestra” y la reivindicación por más y mejores espacios para el futbol femenino con perspectiva de género que une los pases, la defensa, los cuerpos que se aprenden a caer y levantar, a pegar fuerte, a esquivar a quienes quieren sacarle la pelota y a defender su porción de cancha. Y genera que los cuerpos de las chicas puedan encontrarse diversos y siempre potentes. Peker leyó el capítulo final del libro “Si en tu revolución no hay fútbol (y fiesta y cumbia y perreo y bombones y lo que quieras que haya) no es mi revolución”, que es una crónica de la experiencia de La Nuestra en la Villa 31 y de la experiencia de fútbol militante en los Encuentros de Mujeres publicados por el suplemento Las/12 de PáginaI12.

Las profesoras y jugadoras se reconocían en las letras y se vivaban como un gol cuando su historia y su palabra aparecían en escena y hasta las hijas de las jugadoras festejaban que su cuerpo tenga palabra en la historia del recorrido del movimiento de mujeres argentino. El encuentro terminó con choripanes con salsa criolla a beneficio de una de las compañeras a la que se le quemó la casa y con la buena noticia de la posibilidad de volver a dar talleres de reflexión sobre temas de género en un espacio cubierto para compartir, además de pases, pesares, deseos y palabras. El libro circuló por la tribuna con cumbia de fondo y con botines de punta y ojos dispuestos y deseosos a leer una historia en donde las más chicas son las que llevan la pelota. En el libro la ex entrenadora Cecilia Carbajal recuerda que a las chicas les tiraban piedras para que no ocupen la cancha. Ahora, en los pasillos, la paran a Mónica Santino para preguntarle si las más grandes también pueden jugar. Todas son bienvenidas. El fútbol es algo más que un deporte (que no es poco), es una revolución: “Yo antes las cosas no las dialogaba. Me agarraba a las piñas con otras chicas o con cualquiera. En cambio, Moni (Santino) me alentó a estudiar, tener amistades, hablar. Antes había chicas que no me conocían y me tenían miedo. Si peleás a las piñas es para tener poder y liderar al otro barrio. Pero el fútbol me ayudó a sacar toda la bronca”, contó Constanza en el relato que está en el libro y que se hizo voz compartida, como un pase, en el que el gol es la palabra que circula, sin red y sin un solo arco.