Tras varios meses de alerta y preocupación extrema por la bajanate del Río Paraná, expertos destacaron una importante mejora en el caudal del agua debido a las lluvias caídas durante el verano y el comienzo del otoño. Sin embargo, advirtieron que aún está lejos de los niveles deseables tras la bajante histórica registrada desde julio de 2021.

El panorama del río Paraná está bastante mejor. Al punto de que mucha gente me pregunta si no estamos volviendo a la normalidad. Y lamentablemente la respuesta es negativa”, advirtió este lunes el subgerente de Alerta Hidrológica del Instituto Nacional del Agua, Juan Borús.

Por AM750, el especialista se refirió a las crecientes del nivel de agua que está teniendo el afluente en varios puntos de su extenso recorrido. Así lo destacaron desde el Instituto Nacional del Agua (INA), quienes señalaron que los datos son positivos, pero que se espera un otoño complicado.

Desde julio del 2021, cuando se registró una bajante histórica de los últimos 78 años, rige en la Cuenca del río Paraná una Emergencia Hídrica. La decisión afecta a las provincias de Formosa, Chaco, Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos, Misiones y Buenos Aires, y fue prolongada por otros tres meses la semana pasada.

Tenemos una situación equidistante entre lo que debería ser normal a esta altura del año y la que alcanzamos a ver en los últimos dos años. Estamos mejor, pero la tendencia climática sigue siendo mala”, comentó Borús al respecto.

En diálogo con La García, Borús explicó que esto se debe a que el pronóstico no indica una mejora de las lluvias significativas. “Vamos a seguir teniendo la distancia con los valores normales. Vamos a tener muchos meses para volver a tener un río Paraná como el que teníamos antes”, explicó.

Y añadió: “Todo hace pensar que la variabilidad climática cada vez es mayor. Que podemos pasar rápidamente de situaciones de mucha agua a muy poca y viceversa. Lo vimos claramente los últimos años. Lo vimos sobre todo el 2009 y el 2019”.

Para el especialista hace falta que se termine de normalizar el clima. “Hubo mejoras fugaces que no alcanzan a resolver el problema. Estamos a una distancia muy grande. Hay que darle tiempo al clima para que lleve la condición del suelo a una condición normal”, puntualizó.

En este contexto, Borús destacó que esta situación trae dos consecuencias principales. Por un lado, las referidas a las “tomas de agua”. Explicó que la bajante hace que las obras sean más caras, más complejas y que el resultado obtenido es de peor calidad.

Por otro lado, citó un informe de la Bolsa de Comercio de Rosario y explicó que las complicaciones logísticas por la bajante podrían generar una pérdida de 280 millones de dólares, sobre todo, por cómo afecta al transporte de productos agrícolas.