Son los mismos. Apuntan para el mismo lado.

Hoy que el GCBA prohíbe el uso del LENGUAJE INCLUSIVO en las escuelas recuerdo cuando Cacciatore, intendente de la Ciudad de Buenos Aires durante la última dictadura, limitó a las vocales y unas pocas consonantes la cantidad de letras que podían enseñarse en 1er grado.

En ambos casos hay especialistas que justifican esas medidas desde las didácticas.

Hoy nos dicen que el uso del lenguaje inclusivo impide el aprendizaje de la normativa propia de la lengua. En 1979, nos decían que no debíamos apurar el acceso a la lectoescritura introduciendo letras que, como la g o la j entre otras, ofrecían dificultad.

No es que, en parte, no les asista alguna razonabilidad. Es que el buen camino no es prohibir lo que fluye, lo que no daña, lo que reconoce progresos y derechos.

Prohibir puede llevar, como ocurrió entonces, a que hubiese cuadernos clandestinos en los que lxs chicxs podían expresarse de verdad; contar que habían ido “a la plaZa a Hamacarse con amiGos”. Cuadernos clandestinos que, valientes pero prudentes, lxs maestrxs indicaban no mostrar cuando venía “la inspectora”.

Me decía ayer Zoe, estudiante de 4to año: “Desde la ignorancia todo se prohíbe. Falta conocer acerca de la invisibilización hacia las personas no binaries, personas trans. El que no se ve afectado y es privilegiado, nos condiciona a todes.”

Prohibir el lenguaje inclusivo, llevará tal vez a que lxs niñxs y muy especialmente lxs adolescentes incrementen su uso. Y también a que haya madres y padres denunciando a maestrxs, profesorxs y escuelas.

No voy a incursionar en lo electoral, no es el caso. Pero vale decir que el Jefe de Gobierno de la CABA parece, también con esto, estar buscando hacerse ver para pescar votos bien a la derecha.

Digo sí que son los mismos porque, con otros modales, buscan limitar la circulación de todas las voces, se expresen como se expresen. Porque piensan en restringir y controlar.

Puede enseñarse a leer y a escribir tanto como puede darse a conocer lo normativo de nuestra lengua, al tiempo que se da lugar a que brote y crezca la comunicación en las aulas con toda la riqueza de lo propio de nuestra sociedad en este tiempo: la diversidad, el respeto, el reconocimiento a cada quien tal cual es.

Veremos qué sucede en los hechos. Felizmente, una inmensa mayoría de nuestrxs docentes se sienten inmersos en la vida misma. Y no hay escuela por fuera de ella, por fuera del mundo al que el poeta, justamente, llamó a desbautizar:

“Desbautizar el mundo,

sacrificar el nombre de las cosas para ganar su presencia.”

Sexta poesía vertical, Roberto Juarroz


*Especialista en Educación. Director del Colegio de la Ciudad